Pablo Aimar, acompañado por Diego Placente, logró imponer un estilo de juego ofensivo en el Sub 17 que recuerda al ciclo de José Pekerman. Los valores dentro y fuera de la cancha, premisa básica. Fortalezas y desafíos de cara al Mundial de Brasil.
25 de septiembre de 2019
Equipo. Los conductores de los combinados menores y Diego Herrera, DT de arqueros. (Prensa AFA)
Alos 15 años, Pablo Aimar comenzaba a escribir su historia grande con los juveniles. Jugador de River en ese entonces, el cordobés ya deslumbraba con sus gambetas y su talento en el seleccionado sub 17 dirigido por José Pekerman. En esa categoría sufrió su primera decepción futbolística: un categórico 0-3 con Brasil que le impidió al equipo nacional acceder a la final del Mundial de Ecuador, en 1995. Aunque dolió la derrota, Aimar ya había dejado su huella, expresada años después con sus logros con la celeste y blanca. Alcanza con mencionar el más reciente. 24 años después, en el Sudamericano Sub 17 de Lima 2019, Argentina, ya clasificada al Mundial, venció 3-0 a Brasil y lo eliminó del torneo. Paradojas del destino, el entrenador de la selección fue Aimar.
Brasil, igual, dirá presente en la copa del mundo. Es el país organizador del Mundial Sub 17 que comienza el 26 de octubre de este año. La selección que dirige el exenganche de River llega con una camada que recuerda los años de Pekerman. Y Aimar, campeón del mundo Sub 20 en Malasia 1997, tiene mucho que ver con la refundación de las juveniles de la AFA. Lo asiste Diego Placente, compañero en ese campeonato del 97, su ayudante y DT de la Sub 15. Con él, y al margen de los resultados, desde hace dos años lideran un ciclo que puede aportarle futbolistas a la selección mayor.
En este plano, conviene recordar cómo comenzó la de ambos en el banco de supluentes. A mediados de 2017, los convocó Hermes Desio, nombrado entonces coordinador de selecciones juveniles. Desio trabajaba en las inferiores de Estudiantes de La Plata hasta que Juan Sebastián Verón, presidente del club platense, lo recomendó para los juveniles. Con pequeños retoques sobre la marcha, consiguieron foguear jóvenes con futuro en el marco de un proyecto de fútbol formativo con hombres que se destacaron en el pasado. Prueba de ello es que Lionel Scaloni, otro símbolo de los equipos de Pekerman, y quien se desempeñaba como técnico de la Sub 20, fue confirmado por Claudio Tapia como conductor de la selección mayor. Aunque también es ayudante de campo de Scaloni, Aimar se centra en los chicos. «Pablo es una figura muy importante, por lo que les deja y por cómo lo ven –dice Desio a Acción–. Es simple, tiene claros los conceptos. Con Diego han trabajado de manera progresiva, de a poco y tranquilos, con la premisa fundamental de la posesión del balón para elaborar juego. Es un poco el ideal de lo que pretendíamos hacer cuando llegamos».
Ilusiones en proceso
El nuevo ciclo presenta logros y desafíos relevantes. Por caso, el Sub 15 se consagró campeón del Sudamericano hace dos años en la provincia de San Juan. Lo consiguió con autoridad y buen juego. De ahí brotan, en parte, las ilusiones: en base a la continuidad de este proceso, la selección llega fortalecida a la cita con el objetivo de coronarse campeón del mundo Sub 17. A ello se agrega un reto: conquistar por primera vez este torneo que se disputa desde 1985, el único título que le falta a la AFA en selecciones masculinas. Los antecedentes recientes, en este sentido, son auspiciosos. En junio, y en el marco de la preparación para el Mundial, la Sub 17 tomó vuelo y obtuvo el torneo Valentin Granatkin en Rusia. Y el año pasado le ganó dos amistosos a Brasil de visitante. Este último dato tiene importancia si se considera que Brasil es el segundo país más ganador de la competencia (tiene tres títulos, dos menos que Nigeria).
Campeón. Victoria sobre Brasil en Perú. (Prensa AFA)
Desio. Coordinador de selecciones juveniles. (Prensa AFA)
Entre los juveniles con más proyección se encuentran Rocco Ríos Novo (Lanús, arquero), Tomás Lecanda (River, defensor central), David Ayala (Estudiantes, mediocampista), Juan Sebastián Sforza (Newellʼs, mediocampista), Matías Palacios (San Lorenzo, volante), Exequiel Zeballos (Boca, atacante), Franco Orozco (Vélez, atacante) y Matías Godoy (Atlético Rafaela, centrodelantero). Palacios, el mediocamposta ofensivo de San Lorenzo, ya debutó en Primera Divisón: en la historia del club, es el futbolista más joven que haya ocupado ese lugar. Y también ya fue citado a la Sub 20. «Aimar y Placente tratan de seguir inculcándonos valores que por ahí se habían perdido –contó Palacios en una entrevista en Tiempo Argentino–. Cuando vamos a la selección, siempre tengo que llevar la carpeta para estudiar, hacer los deberes. Cuando viajamos al Sudamericano Sub 17, había 18 de los 23 que andaban bien en el colegio. Como dijo Aimar, somos jugadores tres horas. Después, somos personas y tenemos que ser respetuosos; un “buen día”, un “muchas gracias”, eso ayuda para la vida».
Otra clase
Teniendo en cuenta estas premisas y más allá del resultado en el Mundial, el trabajo de fondo que se viene realizando abrió otro panorama. Hoy las selecciones juveniles muestran una clara concepción de juego y también se destacan por el fair play y la defensa de los valores, un sello del ciclo encabezado por Pekerman y Hugo Tocalli. Basta mencionar un dato de esta nueva etapa: los juveniles reciben ahora talleres de comunicación para aprender a relacionarse con la prensa y, sobre todo, para manejarse en las redes sociales, un espacio que puede traerle perjuicios a los futbolistas. Pero también hay clases de inglés, lecturas recomendadas para los viajes, charlas sobre abuso sexual y violencia de género, y la obligación de hacer la tarea durante las concentraciones en Ezeiza. Es un intento para no repetir ciertos errores del pasado reciente, que incluían malos comportamientos adentro y afuera de la cancha. El contraste es notorio: en el último Sudamericano Sub 17 llamó la atención y se destacó que, después del final de cada partido, los juveniles argentinos saludaban y hasta consolaban a los rivales. «Cultivar valores es muy importante en esta etapa –apuntó Aimar–. No sé si influye en el juego, pero sí en la vida».
Dentro de la cancha, las expectativas pasan no solo por el presente sino también por el futuro. Desio, el coordinador de selecciones juveniles, destaca la camada de futbolistas entre 15 y 17 años. «Cuatro, cinco chicos, ya están entrenando con la Primera, y otros están en Reserva. Tenemos muchas expectativas. Ayudó mucho el hecho de que pudiéramos pasar bastante tiempo con los chicos. Muchos llegan al Mundial con casi 55 partidos internacionales, una buena cifra que en estos dos años pudimos consolidar. Aimar y Placente son los más reconocidos, y detrás están los “plomos” que arman el escenario y que apuntalan, donde ellos se apoya».
La continuidad en el trabajo y el estilo que pregonan los entrenadores constituyen aspectos centrales. Sin ir más lejos, hubo 15 jugadores campeones con la Sub 15 que luego formaron parte del plantel que ganó el Sudamericano Sub 17. Al cabo de dos años de desarrollar un proyecto estructural, Aimar y compañía construyeron un equipo ofensivo, dinámico y audaz. «En el tiempo que llevo entrenando en juveniles –dijo Aimar–, el objetivo es la mejoría individual de cada uno de ellos para acompañarlos en el crecimiento y que algún día puedan llegar a jugar en la selección. Soy alguien que intenta ayudar a los chicos a ser mejores». El proyecto ya dio sus frutos. Pueden llegar resultados lógicos. Y otros aún inimaginables.