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El seleccionado derrotó por segunda vez a una potencia aunque recibió cuestionamientos en virtud de no haber reafirmado sus progresos por errores propios. Las presiones y el cambio en el estilo de juego, según su entrenador, Daniel Hourcade.


Obstáculos. Los Pumas ante los All Blacks en Vélez: derrota argentina sin atenuantes. (Pagni /AFP Photo/AFP/Dachary)

 

Los años traen exigencias y los resultados acarrean expectativas. Eso, Los Pumas, lo saben: desde que dieron el salto a la elite son conscientes de que se espera mucho de ellos. En octubre el seleccionado argentino de rugby terminó su quinta participación en el Rugby Championship, ese torneo cuadrangular en el que se enfrentan ante Nueva Zelanda, Sudáfrica y Australia, los tres mejores equipos del mundo, y en el que este año consiguieron recién su segundo triunfo: desde 2012 hasta acá solo le ganaron a los australianos (2014) y a los sudafricanos (2016).
Dicho así parece poco: en 27 partidos suman esas dos victorias y otro empate, también ante Sudáfrica, pero en el 2012. En el medio, claro, hubo un Mundial, Inglaterra 2015, en el que Los Pumas llegaron a las semifinales y mostraron todo su poderío ante los equipos europeos pero volvieron a quedarse abajo del podio que ocuparon las tres potencias del Hemisferio Sur, con los All Blacks campeones del mundo a la cabeza.
Sin embargo, el haberse consolidado como el cuarto mejor equipo del planeta en el Mundial les devolvió la presión de los resultados, algo que este año se volvió a postergar más allá de un dato potente: vencieron a Sudáfrica por segunda vez en la historia y por primera de locales, 26-24 en Salta. De ahí en más el progreso esperado no llegó, sino que se sucedieron errores de un equipo que se mostró repetitivo en sus malas decisiones, algo que para el entrenador, Daniel Hourcade, tiene explicación. «La identidad del equipo ya es algo que está marcado, no importa quién juegue, la idea fue siempre la misma, por eso los errores hay que saber entenderlos. Tenemos cosas muy buenas pero a la vez errores tontos que nos cuestan partidos. Estamos crudos en algunos aspectos», analiza el entrenador del seleccionado en diálogo con Acción.

 

Otra propuesta
Hourcade, más conocido como el Huevo, asumió en 2013 y le dio un giro al rugby argentino: Los Pumas pasaron de ser un equipo aferrado a la «garra» a ser uno que propone juego, que intenta ser vistoso, y eso es lo que valora el coach. «Hace tres años no nos animábamos a jugar, a atacar, y ahora ese miedo ya no está. Lo que no tenemos es una lectura adecuada de las situaciones. Hay veces que desde nuestro campo tenemos que salir con el pie y a veces no… Inculcar eso, aprender a jugar en nuestro campo, es lo más difícil», explica. Consultado sobre uno de los objetivos no cumplidos –ganar dos partidos– en el reciente certamen, el técnio responde: «Ese objetivo se lo pusieron los jugadores, no es algo que les bajemos nosotros, pero está muy bueno. Estuvimos muy cerca de lograrlo, aunque es bastante difícil. Hace tres años era impensado. Y está bien que ahora la gente se caliente cuando no se gana, eso exige, sabemos que se puede, no somos tontos».
Hourcade habla con crudeza y sin miedo, a la vez que tiene claro cómo le gusta que jueguen sus equipos. Y acepta, más que nadie, las criticas del público y también de la prensa, que le exige a un seleccionado que este año se sumó al Super Rugby con los Jaguares, la franquicia que la Unión Argentina de rugby tiene en la mejor liga de equipos del mundo conformada por los mismos jugadores de Los Pumas. Así suman rodaje todo el año: el mismo plantel termina un torneo, se saca una camiseta y se ponen la otra, la celeste y blanca. «Cuando asumimos nos planteamos un objetivo: el Mundial de Japón 2019. Pero los resultados se dieron antes de tiempo en el Mundial 2015 y las expectativas que se generaron no hicieron bien», acepta el entrenador, y muestra en qué nivel ve hoy a la selección: «Estamos para ganarles a Sudáfrica y Australia, no son mejores que nosotros».

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