Deportes | PAULA PARETO Y LUIS SCOLA

Herencia olímpica

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Alejandro Wall

La judoca y el basquetbolista dijeron adiós en los Juegos de Tokio, dejando logros y un legado que va más allá del deporte. Sus nuevos horizontes.

Referentes. La «Peque», medalla de oro en Río 2016, y «Luifa», en su último partido con el seleccionado en 2021.

TÉLAM
MESSINIS /POOL /AFP

Ella mide un metro y medio, él supera los dos metros, pero ambos son gigantes y son leyenda. El año que se fue marcó el final de las carreras de la judoca Paula Pareto y del basquetbolista Luis Scola. Si la Peque, con su bronce en Pekín 2008 y el oro de Río 2016, fue un símbolo olímpico en una disciplina individual, el Luifa, con el oro en Atenas 2004 y el bronce en Pekín, es uno de los hombres que resume al deporte colectivo argentino, el que sale de los clubes y luego se abre paso entre la élite mundial. Son parte de una era del olimpismo argentino que ahora buscará otros referentes. Ellos lo seguirán siendo, pero ya afuera de un tatami, y afuera de una cancha.
Tuvieron que estirar un año el retiro. La pandemia reordenó los planes. Los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 se realizaron en 2021. Pareto ya sabía que se acercaba el final. El codo ya era pura molestia y no disfrutaba de la competencia. La derrota con la portuguesa Catarina Costa fue su último combate. No pudo ir por otra medalla, pero sumó ahí un diploma olímpico. Ella sabía que no estaba para más. Por eso después vinieron las lágrimas, pero también la sensación de que su tránsito en el deporte de alto rendimiento terminaba, como ella mismo diría, en paz y tranquilidad. Y una colección de títulos, que además de las olímpicas, incluye tres medallas mundialistas (una de oro), otras tres en Juegos Panamericanos (una de oro) y trece en campeonatos panamericanos (seis de oro). El recibimiento que le dieron en la villa olímpica, a la que regresó entre aplausos, mostró todo lo que significa la Peque para el olimpismo argentino.
Pero se sabe que Pareto es un apellido que dice más que sus títulos, que los logros como judoca. Se recibió de médica en 2014 y un mes después de Tokio 2020 terminó la residencia que realizó en el Hospital Central de San Isidro, en el área de Ortopedia y Traumatología, la especialidad que eligió seguir. No es la única deportista que compitió y estudió, pero sin dudas lo que fue consiguiendo –alguna vez dijo que el título lo celebró como una medalla– la puso en otra dimensión. «Yo nunca me puse en la cabeza no poder –dijo en su momento–. Tuve la suerte de que siempre me apoyó mi familia porque viví de mis padres, y el deporte amateur tampoco es la gloria por más que tengas una beca».

Conductores
Ya fuera de la actividad, la Peque se imagina como médica deportóloga. Pero ya llegará ese momento. El final de 2021 la encontró participando en el programa de cocina Masterchef Celebrity, que sale por Telefé, pero también como parte de la nueva conducción del Comité Olímpico Argentino, donde a partir de la asunción de Mario Moccia (que reemplazó a Gerardo Werthein) se convirtió en la delegada de la comisión de atletas. Pareto es una de las mujeres que se sumaron –son cinco en total– para tener paridad en la mesa directiva. «Ahora a trabajar por los atletas ya desde otra mirada», le dijo a TyC Sports después de asumir.
Scola encontró otro lugar, también en la conducción. Incluso antes del retiro tenía la propuesta de Varese, el club italiano donde jugó oficialmente por última vez, para que sea su nuevo CEO. Asumió en septiembre, luego de Tokio 2020. Scola estaba al límite. Había tenido un 2019 genial, con la conquista del oro en los Juegos Panamericanos y la plata en el Mundial de China. «Luifa», como lo apodan, lideró allí el traspaso de mando. El legado de lo que fue la Generación Dorada. La actuación mundialista fue una gran muestra, se vio que había recambio. Y Scola, con 40 años, quería llegar a Tokio. Tuvo que esperar, lo hizo a los 41. Y culminó ahí un camino que lo ubicaba como el símbolo de ese colectivo de basquetbolistas extraordinarios que construyó junto a Emanuel Ginóbili, Andrés Nocioni, Pepe Sánchez, Fabricio Oberto, entre otros, desde aquel Mundial de Indiánapolis en 2002 hasta esta despedida. Una generación que, además, fue el gran desembarco argentino a la NBA. Scola fue uno de ellos: pasó por Houston, Phoenix, Indiana, Toronto y Brooklyn.
Sin embargo, Scola es sinónimo de selección. Ginóbili hizo explotar al básquet argentino –al semillero de la Liga Nacional– en la competencia más espectacular del mundo. Cuatro anillos de la NBA con San Antonio Spurs, retiro de camiseta, salón de la fama. Pero su amigo Luifa es el símbolo de la selección, su jugador emblema. Su capitán. Un ícono. Fue además quien alzó la voz contra la administración de Germán Vaccaro en la Confederación Argentina de Básquetbol, lo que derivó en denuncias por irregularidades, una intervención y luego la reinstitucionalización. Scola y sus compañeros demostraron ahí un compromiso que iba más allá de lo que ocurría en la cancha.
Por ese basquetbolista fue que se paró el partido contra Australia, en Tokio, a 51 segundos del final. Un momento que se vio pocas veces. Argentinos y australianos, también los árbitros, aplaudiendo a la leyenda Scola, que lloraba sentado en la banca. Un homenaje a la altura del gigante. Por fuera de lo que significaron las medallas de las Leonas (plata), el vóley (bronce) y los Pumas 7 (bronce) quizá esa despedida de Scola fue lo más conmovedor que entregó el deporte argentino en los Juegos Olímpicos, lo que quedó demostrado en los mensajes que recibió. Desde Gabriela Sabatini hasta Lionel Messi pasando, por supuesto, por sus compañeros. «Todo niño debería ver tu compromiso deportivo como una enseñanza de vida, de superación», escribió Nocioni.
Ya retirado, ahora Scola está sobre todo dedicado al negocio de los token no fungibles, NFT según sus siglas en inglés: un activo único, irrepetible, irremplazable. Scola es presidente y fundador de Stadio Plus, donde ofrece obras digitales, piezas únicas que vinculan el deporte y el arte.
Siguen caminos distintos, así como también llegaron hasta Tokio 2020 desde caminos distintos. Pero Pareto y Scola fueron nombres que marcaron al deporte argentino en las últimas décadas, en las que además de ofrendar sus propios logros mostraron el esfuerzo de lo que costó llegar hasta ese lugar, la élite. Fueron años en los compartieron también villa olímpica. Porque ambos pueden contar de qué se trata eso de ser olímpico. Los gigantes ahora miran desde otro lugar, nadie duda de que serán inspiradores de otros sueños.

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