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Juego sagrado

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El seleccionado neozelandés obtuvo el Rugby Championship 2017 y consolida su histórico dominio con 76 triunfos en sus últimos 83 partidos. Fidelidad a sus raíces ancestrales, trabajo formativo y fuertes liderazgos, secretos de un éxito que trasciende fronteras.

Vélez. Los All Blacks celebran el título tras derrotar a Los Pumas, en la anteúltima fecha. (Mabromata/AFP/Dachary)

Un lema histórico los define: «Mejores personas hacen mejores All Blacks». La frase se aplica puertas adentro, mientras los jugadores barren el vestuario del José Amalfitani, el estadio de Vélez. Escoba en mano, los integrantes de la selección de rugby de Nueva Zelanda son los mismos que hace poco menos de una hora estaban en el césped levantando su quinto título en seis ediciones del Rugby Championship, el prestigioso torneo que disputan con Argentina, Sudáfrica y Australia desde 2012. Pero no por ser una de las mejores selecciones del mundo pueden darse el lujo de dejar el camarín visitante desordenado. El lema es sagrado y constituye una clave para entender quiénes son, qué piensan y cómo actúan los All Blacks.
Conviene, en ese sentido, remontarse a su historia. El rugby llegó a Nueva Zelanda en 1870 mientras el país ya era una colonia inglesa desde hacía 30 años. Sin embargo, y pese a la independencia de 1907, el deporte logró instalarse en una sociedad de fuertes tradiciones y profundas raíces culturales que ganaron fama mundial con el reconocido ritual del haka, la danza maorí que el equipo ensaya antes de cada partido como sus ancestros lo hacían antes de librar una batalla mortal. Así se empezó a formar la leyenda de los All Blacks, apodo que le deben a la indumentaria negra que lucen desde su primer partido en 1884.
 Algunos números bastan para dimensionar el poderío de esta selección, que lleva 562 partidos jugados en toda su historia, con 434 triunfos; un porcentaje de efectividad del 77,2%. Por otra parte, el seleccionado neozeolandés obtuvo tres mundiales de los ocho que se llevan disputados. Otros datos más recientes explican el dominio de los hombres de negro: desde el 2011, suman 76 triunfos, tres empates y solo cinco derrotas en 83 partidos. Una eficacia  extrema del 91,5 %. A ello se agrega que solo ocho equipos le han ganado alguna vez.

Lecciones
La formación de los jugadores de rugby en Nueva Zelanda se inicia en los colegios, donde adquieren los conocimientos para  comprender el juego en toda su complejidad. Las grandes destrezas típicas de los neozelandeses y el fastuoso presupuesto que la nación le destina al desarrollo de la actividad, son otros de los factores que explican su poderío a nivel selecciones. No obstante, existe otro aspecto destacable. Para llegar a ser un All Black los jugadores deben pasar una prueba de aptitud  insoslayable, que consiste en priorizar la unidad grupal por sobre los intereses individuales. «Los privilegios son el peor enemigo para el alto rendimiento», explica James Kerr en Legado, 15 lecciones sobre liderazgo, el libro que relata el camino al éxito de los neozelandeses.
Existe un tercer elemento que explica el gran presente de los actuales bicampeones del mundo. De la mano de Graham Henry, reconocido entrenador por su capacidad de liderazgo, que asumió en 2004, comenzó una etapa de cambios en el seleccionado, sobre todo después de haber quedado eliminados en cuartos de final del Mundial de Francia 2007. Fue Henry quien introdujo modificaciones en el juego y fuera de la cancha, luego profundizadas por Steve Hansen, su ayudante y sucesor en el cargo. «Tuvieron un reinicio de su cultura, realmente analizaron cuáles eran sus valores más profundos y su propósito, el liderazgo grupal en términos de qué tipo de ambiente querían crear», recuerda Kerr. «En 2004, pese a que no ganaban un mundial desde 1987 –precisa el autor– eran probablemente los más exitosos en la historia del deporte: tenían un promedio de victorias del 75% en 100 años. Pero al final de 2014 ya habían ganado casi el 95% de todo lo jugado. Tomaron una de las estadísticas deportivas más impresionantes y le sumaron casi un 20% gracias a enfocarse no en el rugby, sino en el liderazgo, el carácter y la cultura».
De cara al futuro, los All Blacks actualmente se concentran en un nuevo objetivo: ganar su cuarto mundial en Japón, en 2019. Ese constante afán de superación convierte al seleccionado neozelandés en una potencia que ya dejó una huella en la historia del rugby. Y más allá del rugby también.
 

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