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La hora de Cuenca

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Campeón. Ganó el título superligero. (Wallace/AFP/Dachary)

La frase se la repetía Gabriela, su mujer, amparada en la fe evangelista: «Las cosas llegan cuando tienen que llegar». Recientemente llegó la providencia: César Cuenca se consagró campeón del mundo superligero de la Federación Internacional de Boxeo (FIB) después de derrotar por puntos al local Ik Yang en Macao, China. La de Cuenca es la historia de una postergación. Bajo la órbita de la Organización Mundial de Boxeo (OMB), una entidad con más prestigio que la FIB, fue bajado de la pelea por la corona en varias ocasiones porque su estilo boxístico no garantiza peleas espectaculares. Cuenca, ahora con un récord invicto de 48 triunfos –solo 2 por nocaut–, derrotó categóricamente a Yang, favorito 4-1 en las apuestas.
Con la zurda fina, la velocidad de piernas, el espíritu templado, el chaqueño equiparó a los históricos Floyd Mayweather (48 victorias) y Rocky Marciano (49). Radicado en el barrio Santa Brígida, en el límite entre San Miguel y Moreno, y pupilo de Mario Tedesco, Cuenca volvió luego de la consagración para ayudar con medicamentos y útiles escolares al pueblo de Tres Isletas. Allí, de niño, juntaba leña en el monte. Carlos Palacios, el intendente, le contó al diario Chaco día por día que Cuenca se negó hace 3 años a dejarse ganar y obtener dinero ante el mexicano Juan Manuel Márquez. El distinto, como le gusta que lo llamen, sueña hoy a lo grande: con ganarle a Danny García, el campeón invicto superligero del Consejo y la Asociación, y con celebrar la defensa de su título en la cancha de San Lorenzo, el club del que es hincha.

Roberto Parrottino

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