18 de octubre de 2022
Con éxitos resonantes y una conducción elogiada unánimemente, el Muñeco revolucionó el fútbol argentino. El amor eterno de los hinchas de River.
Monumental. La emoción de Gallardo en la emotiva despedida que le realizaron este domingo 16 de octubre, finalizado el encuentro ante Rosario Central.
FOTO: NA
«Muñeco, River es tu casa». «Gracias por alegrarnos la vida». «Eternamente gracias». «Lo que hiciste por River no se olvida en la vida». «Hasta siempre Muñeco, gracias por la alegría eterna». Las banderas en la noche del domingo en el Monumental se cubren de lágrimas por lo vivido en ocho años y medio. Exacmente desde el 6 de junio de 2014, cuando Marcelo Gallardo fue presentado como entrenador de River. La hinchada improvisa una canción por fuera del repertorio, un pedido: «Che Muñeco/ Te queremos decir/ Sos eterno, como lo de Madrid/ No te vayas/ Pensalo una vez más/ te lo pide todo el Monumental». Poco importa la derrota 1-2 ante Rosario Central en la anteúltima fecha de la Liga 2022: Marcelo Gallardo dirigió el último partido como entrenador de River en el Monumental. «¡Muñeee, Muñeee!», resuena en el estadio. Lloran los hinchas, sus dirigidos y hasta los alcanzapelotas. Lo abrazan los jugadores rivales, los de Central. Llora Gallardo. Y dice: «Realmente soy un privilegiado. Jamás en mi vida soñé con vivir algo así, y si lo soñé era algo muy mío. River es una forma de vivir, ser y respetar. Y en la derrota me sentí más orgulloso todavía. Fuimos una gran familia, es lo más lindo que me llevo. Mi vínculo con River es de toda la vida. Gracias por brindarme su corazón. Los voy a extrañar mucho. Los quiero, y seguramente ya nos volveremos a ver en algún momento de esta vida».
Sin más, Gallardo rompió el tiempo. Su máquina para viajar por él fue el traje de entrenador de River. Entrado el siglo XXI, transitó una ruta que parecía desértica. Fue el DT de River desde 2014 hasta 2022, durante 424 partidos (el último será el próximo domingo, ante Racing, de visitante). Contracultural, en un amplio sentido. Un mánager a la inglesa, involucrado hasta en la altura del corte del césped. Hay que remontarse hasta la década de los 50 para encontrar semejante vigencia de un entrenador en un club argentino: Gallardo quedó por detrás de los ciclos de Victorio Spinetto en Vélez (14 años, de 1942 a 1955), José María Minella en River (13, de 1947 a 1959) y Guillermo Stábile en Racing (9, de 1945 a 1953). Y lo logró en un contexto en el que un entrenador dura un pellizco, o es echado y contratado inmediatamente, yendo de un lado a otro, como el caso reciente de Javier Sanguinetti en Banfield. Solo tres equipos de los 135 de Primera y Ascenso mantienen a su DT desde antes de 2021: Pablo Vico en Brown de Adrogué (Nacional, 2009), Carlos Mungo en Villa Mitre (Federal A, 2018) y, sí, el otro Gallardo.
Adentro y afuera
River ganó 14 títulos con el Muñeco como entrenador. Siete locales y siete en el terreno internacional: antes de Gallardo, River había ganado cinco copas internacionales en 54 años. Y se llevó acaso el superclásico más importante en la historia de todos los Boca-River, River-Boca, la final de la Copa Libertadores 2018 en el Santiago Bernabéu de Madrid, dentro de una serie de cinco eliminaciones directas seguidas al rival eterno. Pero, ante todo, formó equipos, equipos de punta a punta, equipos con estilos disímiles. Si el que ganó la Copa Sudamericana 2014 fue punk, si entraba por los ojos por el juego más clásico de toque de la escuela riverplatense, el que ganó la Libertadores 2015 fue más combativo y compacto, y el que conquistó la de 2018 más completo y fino. Gallardo también patentó frases que fueron combustible interior, ya insertas en la memorabilia de River. Desde «que la gente crea porque tiene con qué» hasta la última, el jueves: «Ha sido una historia hermosísima».
Chicanas al margen, Gallardo además obtuvo el reconocimiento unánime del fútbol. Se convirtió en una unidad de medida, una referencia dentro de un fútbol argentino achacado. «Sos el mejor», le dijo al oído en la despedida Carlos Tevez, ídolo de Boca, ahora entrenador de Rosario Central. «Yo no puedo desatender la cultura futbolística de River. Intentaré representar de la mejor manera su rica historia», había dicho en aquella conferencia de presentación en 2014. Ocho años y cuatro meses después Gallardo será a fin de año una estatua en el Monumental, como Ángel Labruna (son, con 22 títulos cada uno, sumados los de futbolista y entrenador, los más ganadores en la historia de River). «Gallardo, hasta ahora en el banco de suplentes, será una estela en la historia de River. También en su cielo», escribió el periodista Andrés Burgo, autor de Ser de River y La final de nuestras vidas. «Para unos y otros, para los más cándidos y los más curtidos, Gallardo será el técnico de sus vidas. O, escrito este texto por un hincha de River, el técnico de nuestras vidas». Como fuera, para los de adentro y los de afuera, Gallardo es el entrenador más grande en la historia de River. O, sin ambages, Gallardo es River.