Afirmada en su carácter federal, la Liga Femenina se consolida gracias a la política de la Asociación de Clubes de priorizar el espíritu competitivo. El título de Deportivo Berazategui y la apuesta a desarrollar la disciplina desde sus bases.
26 de septiembre de 2018
Santiago del Estero. El local Quimsa ante Berazategui, en la final de agosto. (Prensa ADC)
La tercera edición de la Liga Femenina de Básquet tuvo un desarrollo atractivo que abre grandes perspectivas de cara al futuro. Si bien la cantidad de equipos participantes disminuyó respecto de la edición inaugural de 2017, se vislumbran progresos en la organización del certamen y en la jerarquía de los planteles participantes. Así quedó demostrado en los torneos Apertura y Clausura de este año donde, por caso, las finales exhibieron tribunas repletas y se siguieron en vivo por las redes sociales y el canal DeporTV.
Con representantes de varias provincias como Berazategui y Unión Florida (Buenos Aires), Vélez Sarsfield y Obras Sanitarias (Caba), Quimsa (Santiago del Estero), Tomás de Rocamora (Concepción del Uruguay, Entre Ríos), Las Heras (Mendoza) y Ameghino (Villa María, Córdoba) –estos dos últimos, debutantes– la Asociación de Clubes (AdC), el ente organizador de la Liga, consiguió el primer objetivo que se propuso: reunir a instituciones con tradición basquetbolística de distintos puntos del país para reforzar el carácter federal de la competencia. A ello se suma un segundo logro, vinculado con la paridad y jerarquía del campeonato. Prueba de ello es que hubo ganadores distintos en las tres ediciones que se llevan jugadas desde su creación. En 2017 el campeón fue Unión Florida, mientras que esta temporada se coronaron Quimsa y Berazategui.
En ese panorama, el torneo que finalizó en agosto pasado mostró su mejor versión teniendo en cuenta el alto nivel de juego que exhibieron los cuatro equipos clasificados al Final Four, como se denomina la instancia decisiva de la Liga. Berazategui, equipo que terminó primero en la fase regular, ratificó su dominio en los duelos clave. Gracias al trabajo colectivo y el valor de sus individualidades, entre las que sobresalió la tarea de Macarena Durso –elegida como Jugadora Más Valiosa del torneo– el conjunto aurinegro venció con contundencia a Tomás de Rocamora en las semifinales y a Quimsa, de visitante, en la final. Un premio merecido, al cabo, para un equipo que apostó a las jugadoras locales de la mano de otro actor fundamental, su técnico Juan Ferreira, conductor de un proyecto deportivo que lleva más de cinco años. «Cuando terminó el partido lo que sentimos fue satisfacción, felicidad y gratitud por haber realizado una buena competencia y alcanzar lo que nos propusimos. Apostamos a la pertenencia», sostuvo el entrenador luego de la conquista del título.
Juego de fondo
La gran paridad que exhibe hoy la Liga Femenina de Básquetbol se explica, en buena medida, por una decisión de la AdC vinculada con las jugadoras extranjeras y las llamadas «jugadoras franquicia». Este sistema consiste en que la Asociación, antes del torneo, elabora una lista de basquetbolistas destacadas –muchas de ellas ya integrantes de la selección nacional– para que luego cada equipo elija un mínimo de dos y un máximo de cuatro sumando las «franquicia» y las extranjeras. Lo que se busca con esta medida es equilibrar el torneo y ampliar las bases de la disciplina con jugadoras locales. Un buen ejemplo es precisamente Berazategui: en el último torneo contó con tres «franquicias» (Agustina Leiva, Ornella Santana y la mencionada Macarena Durso) y ninguna foránea.
Además de colaborar con el espíritu deportivo del certamen, la AdC y también la Confederación Argentina de Básquetbol (CABB) apuntan con esta y otras medidas al crecimiento integral de la actividad. Por eso, impulsar al seleccionado nacional para achicar las distancias que aún subsisten con las grandes potencias resulta un objetivo fundamental, así como consolidar la Liga de Desarrollo inaugurada este año con el fin de trabajar el aspecto deportivo y atlético de las jugadoras desde temprana de edad.
Se trata de iniciativas que, enhorabuena, buscan saldar una deuda con el básquet de mujeres. Por lo pronto la Liga Femenina logró, en poco más de un año, instalarse como un torneo profesional, de jerarquía, y seguido cada vez por mayor cantidad de público. Es un más que auspicioso punto de partida para que la actividad siga expandiéndose. De norte a sur.