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A los 18 años, el bonaerense integra la nueva camada del atletismo argentino. Campeón sudamericano y dueño de cuatro récords nacionales en distintas pruebas, superó contratiempos para competir. Su compromiso con el deporte más allá de la pista.

Despegue. Moretta suma experiencia en torneos juveniles y sueña con ser olímpico. (Prensa Moretta)

Desde que Damián Moretta, una de las grandes promesas del atletismo argentino, tenía 16 años, el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Cenard) se convirtió en su segunda casa. Es que allí pasa sus días entrenando con miras a su sueño de competir en el más alto nivel. El lugar no es cualquier lugar: se trata del mejor centro deportivo de Argentina, hoy en peligro de traslado por un negocio inmobiliario que impulsa el gobierno nacional. El Cenard, al cabo, se transformó en su hogar cuando definió que su futuro estaba en el atletismo. Y no se equivocó. Hoy, con 18 años, suma cuatro récords argentinos: en la modalidad decathlon y en las postas 4×100 y 110 metros y 400 metros con vallas. Además, ganó el sudamericano en la categoría U18 y ya participó de dos mundiales (Kenia y Findlandia en 2017 y 2018). Logros que le permiten ilusionarse con una meta para nada descabellada como competir en los Juegos Olímpicos de París 2024.
Cuenta, a su favor, con ser consciente de los esfuerzos que implica dedicarse al deporte. Nacido en la localidad bonerense de Tigre, a los 6 años Damián debió mudarse a la provincia de Santa Fe a causa de la difícil situación laboral de sus padres. En ese momento familiar, su mamá –de nacionalidad brasileña– le insistía para que practique alguna disiciplina. «Me llevaba a fútbol, a taekwondo… pero tenía vergüenza. Hasta que a los 8 años vi en la televisión una carrera de vallas y dije que quería ser atleta profesional», le cuenta Moretta a Acción. Al poco tiempo, sin embargo, regresó a Tigre y decidió alejarse del deporte por no tener incentivos para perfeccionarse en alguna actividad. Hasta que le recomendaron acercarse al  Cenard, donde su carrera despegó. Con solo 12 años, ganó su primera competencia interna y logró federarse en la Federación Atlética Metropolitana (FAM). Con el tiempo, Moretta no paró de progresar y su salto más importante fue a los 16 años, cuando logró ser el mejor de Sudamérica en la modalidad de decathlon. «Gané el Sudamericano U18 en Concordia y me mudé a Núñez, lo cual fue otro cambio grande en mi vida. Cuando sos menor, las reglas son distintas: tenés que avisar cada entrada y salida y volver antes de las 21», explica sobre las implicancias de vivir lejos de su familia.

Apoyos
Claro que la madurez de Moretta se expresa en otros aspectos. Pese a su juventud, no es ajeno al contexto en el que desarrolla su tarea. En ese sentido, manifiesta su apoyo a la lucha que los deportistas llevan adelante para que no trasladen el Cenard. «Sería una lástima perder dos pistas que se renovaron hace dos años. El atletismo argentino creció mucho en este tiempo y sería importante tener esos dos centros de entrenamiento para llegar a más chicos», señala. El respaldo económico hacia los deportistas, por otra parte, no siempre llega para poder forjar una carrera en el alto rendimiento. Moretta, de hecho, recién este año comenzó a percibir una beca como deportista con proyección hasta marzo de 2020. A ello consiguió sumar un sponsor (una marca de ropa deportiva) con miras a mejorar y no detener su crecimiento.
En su evolución como atleta, también, incide su conocimiento de la disciplina al seguir de cerca los grandes acontecimientos, como mundiales o juegos olímpicos. Cabe recordar un episodio que enorgullece hasta hoy a Moretta y remite a Usain Bolt, su ídolo. «Lo vi cuando vino al país en diciembre de 2013 y lo hicieron correr al lado de un colectivo. En ese evento eligieron a 20 atletas argentinos para que estén en el escenario en la avenida 9 de Julio y ahí lo saludé. Mi mamá, después, imprimió esa imagen bien grande y la puso en casa».
 Entre próximos retos figuran el Sudamericano y el Panamericano U20. «Vengo entrenando fuerte, me tengo fe», proyecta. Y se ilusiona, como todo deportista, con acceder a un juego olímpico. «Quisiera llegar al techo de mi rendimiento. Desde afuera quizás se ve que uno compite contra otros deportistas y que la idea es ganarle a alguien, pero en verdad la lucha es con uno mismo. Tratar de romper tus propios límites y cumplir tus metas, y en ese camino estoy». Dedicación, espíritu competitivo y compromiso, tres atributos que erigen a Moretta como un proyecto serio del atletismo nacional.

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