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Memoria en marcha

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Por iniciativa de los organismos de derechos humanos, la UAR tiene la posibilidad de saldar una deuda: realizar un homenaje institucional para los 152 jugadores desaparecidos. Los clubes víctimas del terrorismo de Estado y las acciones contra el olvido.

La Plata. El equipo Canario, en 1973. La entidad tiene  20 jugadores desaparecidos.

La penetración arrolladora del deporte suele amplificar la memoria de los pueblos, de sus luchas, victorias y traspiés. Sus principales figuras pueden abrir puertas, señalar un camino, incluso con un gesto mínimo. Cuando Lionel Messi se sumó a la campaña de Abuelas de Plaza de Mayo para la búsqueda de los nietos que todavía restan encontrarse, las consultas de jóvenes para conocer su verdadera identidad se triplicaron. La experiencia de Messi hizo que Leonardo Fosatti, hijo de desaparecidos y nacido en un centro clandestino de detención platense, se pusiera en contacto con las autoridades de la Unión Argentina de Rugby (UAR) a fines del año pasado. Sucedió cuando varios organismos de derechos humanos les pidieron a los dirigentes un homenaje institucional para los 152 rugbiers que fueron víctimas del terrorismo de Estado. Rubén, el papá de Leo –como lo apodan– integró el plantel de Universitario de La Plata, en los años 70. Es uno más de aquel centenar y medio de jugadores que en esa época se entrenaban con la ovalada mientras estudiaban, trabajaban y, sobre todo, militaban.
El hecho de que fueran rugbiers amateurs casi el 70% de los atletas asesinados en la Argentina –antes y durante el régimen que gobernó al país del 76 al 83– sorprende al más desprevenido. El libro Deporte, desaparecidos y dictadura, publicado en junio de 2019, aporta el dato de que hay 220 casos. La inmensa mayoría de esos deportistas federados resultaron víctimas de la dictadura genocida. Pero otros murieron antes del 24 de marzo de 1976 a manos de organizaciones paraestatales como la Triple A y la Concentración Nacional Universitaria (CNU). Una cantidad muy importante había pasado por clubes platenses como La Plata Rugby (tiene el macabro récord de 20 jugadores detenidos-desaparecidos), Los Tilos y San Luis, los rosarinos Old Resian, Jockey, Duendes, Universitario y Logaritmo; los cordobeses Tala y Uru Curé, los bonaerenses Los Matreros, Pucará, San Fernando, Pueyrredón, Regatas de Bella Vista, Champagnat y Porteño, entre otros. En este último equipo jugó Alejandro, el hijo de Taty Almeida, de Madres de Plaza de Mayo línea fundadora, quien participó en la reunión con la UAR.
«Quisiéramos un partido de los Pumas, un acto de reconocimiento de esos capos», le soltó de manera directa y con una sonrisa la referente de los derechos humanos a Marcelo Rodríguez, el sanjuanino que preside la UAR. Cuando finalizó el encuentro, la Unión divulgó un comunicado donde expresó su «dolor y acompañamiento ante la tragedia vivida por las familias que padecieron desapariciones forzadas o cualquier otro tipo de violencia», y lo hizo extensivo «a todas las familias víctimas de estos sucesos, más allá de su vinculación o no a nuestro deporte».
 

Un paso adelante
Charly Pisoni milita en H.I.J.O.S y gestionó la reunión junto a Julián Axat, cuyo padre, Rodolfo, es uno de los desaparecidos de La Plata RC. Para él la tercera oportunidad fue la vencida porque el recibimiento de la UAR venía demorado. La falta de respuesta de los dirigentes que antecedieron a Rodríguez no lo hacía posible: «Fuimos muy concretos en los pedidos sobre el reconocimiento institucional, la realización de un partido homenaje, las posibilidades de hacer acciones por la memoria dentro de los estadios con los Pumas, al igual que una búsqueda de los nietos con Abuelas. Ojalá que podamos tener una respuesta y que sea el recuerdo que se merecen los 152 rugbiers desaparecidos», le señaló a Acción el integrante de H.I.J.O.S. Fue el primer paso hacia un reconocimiento institucional. La Unión se comprometió a «trasladar las inquietudes a los órganos directivos de la UAR con el fin de que estos evalúen las propuestas y decidan sobre el particular las 25 Uniones que la integran».
 El rugby no solo perdió jugadores que militaban en partidos políticos o en organizaciones guerrilleras. También desaparecieron con los deportistas algunos de los clubes donde se formaron. Atahualpa Rugby Club, Atalaya –donde jugó el Che Guevara– o Central Buenos Aires, un apéndice del Colegio Nacional Buenos Aires. Las vidas de los jugadores que masacró la dictadura fueron llevadas al cine documental en Italia y Brasil, a una miniserie de TV argentina (Encuentro), al libro Maten al rugbier, de Claudio Gómez –sobre los detenidos-desaparecidos de La Plata Rugby–, y desde hace 3 años se organiza un torneo homenaje en su memoria cuya última edición se realizó en Bariloche.

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