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Mendoza en su hora más memorable

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Alejandro Duchini

Sin grandes figuras pero con un plantel competitivo, Independiente Rivadavia puso a la provincia en lo más alto al ganar la Copa Argentina. Del ascenso a la Libertadores, las claves de un justo campeón.

Córdoba. Los jugadores de la lepra festejan tras imponerse en la definición por penales.

Independiente Rivadavia de Mendoza logró el primer título del fútbol grande en sus 112 años de historia al superar a Argentinos Juniors en la final de la Copa Argentina que se jugó en la cancha de Instituto de Córdoba. La victoria es más enorme si se tiene en cuenta que para ser campeón (5 a 3 en penales) debió sobreponerse a una pesada lista de obstáculos. Porque tuvo dos expulsados; porque ganaba 2 a 0 y terminó 2 a 2 en los 90 minutos (que en realidad fueron 105 por un exceso de adición por parte del árbitro, Nicolás Ramírez); porque su técnico, Alfredo Berti, fue expulsado y terminó en la tribuna como un hincha más entre los mendocinos; porque su arquero titular, Ezequiel Centurión, se lesionó y fue reemplazado por Gonzalo Marinelli; y porque uno de los penales de la definición debió ser pateado dos veces. Marinelli atajó dos veces, entonces, el disparo de Tomás Molina, y se convirtió en uno de los hombres de la noche cordobesa. Y hay algo más: en el último penal, quedaron cara a cara los dos exBoca, Sergio «Chiquito» Romero y Sebastián Villa. El colombiano ganó el duelo y le dio el campeonato a su equipo.

Después de sumar a un tercer equipo a la Primera División (a Godoy Cruz e Independiente Rivadavia se le suma Gimnasia, flamante campeón de la Primera Nacional), Mendoza exhibe un logro mayúsculo:  por primera vez un equipo de la provincia se corona campeón del fútbol argentino. Su título en la Copa Argentina sorprende, pero no debería. Porque este Independiente cuenta con un plantel unido (muchos jugadores tiene pasado en el ascenso), un DT serio y el respaldo de su seguidora hinchada. Con esas armas,  se asentó en la Primera División (ascendió en 2023) y  ahora consigue el mayor éxito de su historia que le permita jugar la Copa Libertadores 2026. Todo en dos años, eso sí sorprende.

No es menor que le haya ganado a Argentinos, uno de los que mejor juega y que venía como favorito tras ganar los cinco partidos disputados en esta Copa. Los campeones, en cambio, llegaban envalentonados tras eliminar por penales a River en la semifinal. Así, salieron a encarar la final con autoridad. Desde el principio se llevaron por delante a los de la Paternal y solo tardaron 8 minutos para que el paraguayo Álex Arce cabeceara para el 1 a 0. Tal vez con ayuda de Chiquito Romero –superado por un centro que podría haber cortado– y una defensa estática y desatenta. Y así como sorprendieron en el inicio, volvieron a sorprender en el segundo tiempo con el 2 a 0 gracias a una definición espectacular de Matías Fernández tras un gran pase de Sebastián Villa, capitán y figura.

Después a los mendocinos se les vino la noche. Terminaron con nueve por las expulsiones de Franco Amarfil y Alejo Osella. Alfredo Berti tuvo un intercambio con el jugador de Argentinos Hernán López Muñóz y también vio la roja. Insultó al árbitro en mil idiomas y se armó un largo revuelo. Y en una ráfaga, Argentinos achicó con Alan Lescano y empató con Erik Godoy. El segundo gol fue en tiempo de descuento: Nicolás Ramírez dio 15 minutos que no tenían razón de ser. ¿Cómo no convertir al estadio, entonces, en una caldera?

Sebastián Villa. Puntal de la campaña de Independiente, su continuidad para 2026 es incierta.

Foto: NA

La clave del éxito
En los penales, el héroe no fue Chiquito Romero, tal como era de esperar cuando hay este tipo de definiciones, si no el arquero menos pensado: Marinelli había ingresado por el lesionado Centurión y atajó uno definitorio que debió ser repetido por adelantarse… y lo volvió a atajar. Romero no pudo atajar ninguno.

Sebastián Villa fue el otro héroe. Anotó el penal del título y antes había hecho un pase magistral para que Fernández quedara solo ante Chiquito Romero y pusiera el 2 a 0. Capitán, figura del plantel y además autor del tiro que días atrás definió el triunfo ante River en la semifinales, el colombiano vive su momento de gloria después de su despido de Boca envuelto en denuncias vinculadas a  abusos sexuales. Hace unos días, Villa volvió a ser noticia tras ser absuelto por la Justicia. Su futuro es incierto: hay quienes aseguran que su carrera seguirá en otro club argentino; pero, sabemos, difícilmente su lugar en el mundo no sea Mendoza. Estas horas de reciente campeón marcarán su destino.

Dentro de lo que es un plantel sin estrellas, hay que considerar la figura de su entrenador, Alfredo Berti, quien en 2023 hizo historia como DT del ascenso a Primera. Su seguridad –«Vamos a salir campeones», dijo antes de llegar a Córdoba– fue tan llamativa como acertada: refiere a una seguridad que terminó por ser fundamental. Suya será también la noche que se recordará como aquella en la que lo expulsaron por un roce infantil con Hernán López Muñoz. Se fue a puro insulto al árbitro y sus ayudantes y terminó sufriendo el partido con los hinchas. En tiempos de Gran Hermano, imposible no escuchar sus insultos. Ahora que todo salió bien, se puede soslayar lo sucedido; pero si el resultado hubiese sido otro, estaríamos hablando de lo caras que pueden ser las broncas de los entrenadores.

Nuestro fútbol se convirtió en una fiesta de hinchas que llenan las canchas, pero que no ven buenos partidos. A la final de la Copa Argentina le faltaron gambetas, toques y tiros al arco. Le sobraron, en cambio, patadas, fricciones y protestas. Claro que sí tuvo muchísima emoción. Lo mejor de esta noche estuvo en la emoción de la incertidumbre y la desazón que causa un mal arbitraje. Con público de ambos equipos, este torneo millonario en premios deja en claro que la buena organización no es una utopía. En todo caso queda demostrado que es posible llenar las canchas a la vieja usanza. La pregunta es, ¿hay voluntad de cambiar?

Quedará para Argentinos el sabor de la frustración. Fue eliminado en sus últimas cuatro definiciones por penales: Vélez, Huracán, San Lorenzo y ahora por los mendocinos. Pero hay motivos para ilusionarse de cara al futuro. 

Independiente Rivadavia, en cambio, ganó su lugar en la historia de los campeones de nuestro fútbol. Se sumó a esa camada de equipos que se destacan por aguerridos y que avanzan en los torneos: Barracas Central (más allá de las polémicas arbitrales que lo favorecen), Deportivo Riestra, Central Córdoba de Santiago del Estero, Platense o, en su momento, Atlético Tucumán.

Quedará en Independiente aprovechar el envión y consolidarse en un fútbol argentino cada vez más competitivo, aunque sin el nivel de sus mejores épocas.

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