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Reconocido por sus convicciones y por el liderazgo de grupos, asumió la conducción del Seleccionado con miras a producir transformaciones en el vóley nacional.

 

Trayectoria. El técnico dirigió en prestigiosas ligas, clubes y selecciones del mundo. (Nogi/AFP/Dachary)

La llegada de Julio Velasco a la dirección técnica del seleccionado masculino de voleibol fue, para buena parte del medio deportivo, una de las mejores noticias del año. Los triunfos obtenidos a lo largo de su carrera, pero fundamentalmente las convicciones que mueven al entrenador argentino, justifican ese comentario. Velasco encarna una mezcla de sabiduría y pragmatismo profesional muy alejado de los clisés que no se sostienen en la práctica o se aferran únicamente al resultado.
La Federación del Voleibol Argentino (FeVA) aprobó de forma unánime la designación de Velasco luego de confirmar el prematuro despido de Javier Weber, con el apoyo conjunto de la Secretaría de Deportes de la Nación, el Comité Olímpico Argentino y la compañía Pro-Enter. Los próximos desafíos del voleibol masculino, ya con el nuevo proceso en marcha, son el inminente comienzo de la Liga Mundial (Argentina comparte el grupo con Francia, Japón y Alemania) y el Campeonato Mundial a diputarse este año en Polonia. Aunque la meta trazada en este nuevo proyecto son los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016, competencia a la que el equipo de Velasco llegará con dos años de trabajo.
En la conferencia de prensa realizada a pocas de horas de asumir la conducción del equipo argentino, Velasco hizo especial hincapié en el esfuerzo conjunto que deben hacer entrenadores, jugadores y dirigentes, sugiriendo que deben ser capaces de apuntalar proyectos de cambio que ofrezcan las soluciones que permitan dar un salto de calidad. Asimismo dijo no tener expectativas en cambiar el exitismo que envuelve al deporte y agregó la necesidad de que los jugadores se sientan comprometidos con el proceso: «No es que yo los agarro y los llevo de la mano a la victoria, por más currículo que tenga. La cosa no funciona así», puntualizó el entrenador de 62 años, nacido en La Plata.

 

Leyenda viva
Velasco inició su camino profesional en el club Defensores de Belgrano a finales de la década del 70. Para entonces, había abandonado sus estudios de Filosofía y buscó refugio en el mundo del vóley, a raíz del terror impuesto por la dictadura cívico-militar. Tuvo un paso exitoso por Ferrocarril Oeste, donde ganó cuatro torneos metropolitanos, y en el Mundial de 1982 disputado en Argentina fue asistente del coreano Young Wan Sohn, quien era el técnico del seleccionado albiceleste que obtuvo un histórico tercer puesto, detrás de dos potencias como Rusia y Estados Unidos. Tiempo después partió para Italia, país en el que construyó una trayectoria repleta de laureles. En el año 2000 la Federación Internacional de Voleibol (FIVB) lo eligió, en una terna compartida con el estadounidense Doug Beal y el japonés Yoshida Matsudaira, como el mejor entrenador del siglo XX.
El prestigio ganado hizo que también el mundo del fútbol reclamara sus servicios: por cortas temporadas fue director deportivo del Lazio y manager en el Inter. Incluso entabló vínculo con destacados futbolistas de la época, como Pep Guardiola, quien proyectaba su futuro en la dirección técnica y supo ver en Velasco a un interlocutor ideal para pensar cuestiones que exceden los parámetros del fútbol o del voleibol: la relación con los deportistas, el manejo de los detalles, el modo de convivir con el éxito. Sin embargo, su oficio de entrenador pudo más y regresó al ámbito voleibolístico para dirigir a los seleccionados de República Checa, España e Irán, país con el que rescindió su contrato para llegar finalmente a la Argentina. Cuando el próximo 23 de mayo la selección enfrente a Francia, primer rival por la Liga Mundial, un nuevo sueño se habrá puesto en marcha. Al frente estará una leyenda viva de ese deporte.

Lautaro Cossia

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