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Futbolista de larga trayectoria, Nelson Vivas hoy dirige con éxito a Estudiantes de La Plata tras superar dificultades en su carrera a causa de su fuerte temperamento. Obsesiones y desafíos de un entrenador con sólidos principios de juego.

Conductor. Asumió en Estudiantes en 2015. (Télam)

 

En las buenas, siempre prefiero enfocarme en la parte vacía del vaso». Nelson David Vivas, exjugador de Quilmes, Boca, River, Arsenal de Inglaterra –entre otros equipos locales e internacionales– y actual entrenador de Estudiantes de La Plata, no se da respiro. Si bien años de terapia lo ayudaron a controlar su autoexigencia, basa sus decisiones en esa frase que, en gran medida, define su perfil de técnico que no se conforma y siempre busca progresar. Es por eso que evita el discurso eufórico a la hora de analizar a su equipo, protagonista y revelación del certamen gracias a la solidez de su juego.
En su ideario, la palabra triunfo cotiza alto. «Uno trabaja para ganar. La obligación siempre es ganar». Vivas no tiene ningún problema en identificar el objetivo primario dentro del fútbol. Pero no lo hace con tono desafiante, como aquellos que apelan a la expresión «ganar como sea». Las formas cuentan, desde luego. Este Estudiantes presiona, ataca y defiende sin aferrarse a un libreto preestablecido. En los detalles está la diferencia y David, como lo conoce su círculo íntimo, les dedica su tiempo. También en saber leer los momentos de cada partido. «Si me tatuase una palabra, sería esa, equilibrio», dice Vivas, quien mantiene con el club platense un vínculo que viene de lejos: fue ayudante de campo de Diego Simeone en 2006 (consiguió el campeonato y luego siguió trabajando con el Cholo unos años más) y entrenador de la reserva en 2015.
Como jugador, Vivas era un futbolista aguerrido y temperamental al punto de que se peleó varias veces dentro de la cancha. No era particularmente violento, pero sí áspero. En Arsenal le decían «The Kicking Machine» (La máquina de pegar). Otro caso; en un Argentina-Brasil el defensor quedó cara a cara con Rivaldo, estrella verdeamarela, y estuvo a punto de arrojarle un golpe a su rival.
No es extraño que Vivas ponga el foco en el equilibrio. Aquella anécdota con Rivaldo no fue la única. En 2013, dirigiendo a Quilmes, tuvo un entredicho con un plateísta que casi deriva en golpes de puño. Vivas convive con este ser sanguíneo día a día, y también con una obsesión por el orden y la limpieza que llega al punto de tener una escoba propia en la concentración para barrer su habitación o la necesidad imperiosa de planchar las camisas y ordenarlas por color.
 

Premisas
Entre los referentes de entrenadores de Vivas figuran Simeone y, sobre todo, Marcelo Bielsa, quien lo dirigió en el seleccionado nacional. Con el Loco comparte algunas obsesiones, pero fundamentalmente los une una relación de respeto y de cómo entender las presiones que rodean al fútbol. «Bielsa decía que los elogios, cuando distienden, debilitan. Te podés confundir y creerte más de lo que sos». Por eso, Vivas prefiere encarar su trabajo desde el otro lado: con bajo perfil y priorizando los aspectos a corregir del equipo sobre la base del orden y de detectar virtudes y defectos del rival.
Esas premisas las viene aplicando en su club con éxito. Un hecho ilustra esto último: estudioso de sus rivales, hace poco contó que, en la previa del último partido con San Lorenzo, no había quedado conforme con el planteo táctico, por lo que la noche anterior intercambió videos de su rival a través de WhatsApp con sus colaboradores. Es que, gracias a la terapia y al lugar que le ofreció Estudiantes, Vivas concentra hoy sus energías en lo estrictamente fútbolistico, lejos de los enojos y conflictos de otra época.
Más aplomado, en su segunda experiencia como entrenador logró transmitir una idea de juego, algo vital para un conductor. Los resultados están a la vista: además dirigir a uno de los mejores equipos del torneo, consiguió clasificar al cuadro platense a la Copa Libertadores. De cara al futuro tendrá por delante desafíos importantes: entre ellos sostener a Estudiantes en lo más alto y, posiblemente, entrenar a Juan Sebastián Verón, presidente del Pincha, quien volverá a calzarse los botines a los 42 años. De todas maneras, Vivas ya marcó la cancha: el titular del club «será uno más» del plantel, en tanto los partidos por venir, según se desprende de sus palabras, tienen todos la misma trascendencia en busca de cumplir con las metas previstas, obtener un nuevo logro con su actual club. Personalidad y hambre de gloria, como se advierte, no le faltan

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