Thiago Tirante se perfila como la gran esperanza del circuito de mayores luego de convertirse en el mejor de la categoría junior. Con la potencia de su derecha, encara el difícil tránsito hacia el profesionalismo en 2020. El rol de sus tías entrenadoras.
15 de enero de 2020
Evolución. El platense de 18 años tuvo un cierre fantástico al encadenar 18 triunfos seguidos. (Laurence Griffiths/Getty Images)
No nació con una raqueta en la mano, pero comenzó a empuñar una desde que dio sus primeros pasos en el Club La Cumbre, el complejo con dos canchas de tenis de sus abuelos ubicado a diez cuadras del estadio Único de La Plata, provincia de Buenos Aires. «Empecé de chiquito, tomé la raqueta a los nueve meses», recuerda Thiago Tirante, quien jugó su primer torneo a los 5 años y, desde entonces, no paró de crecer. Ahora, a los 18, cerró 2019 como número uno de la categoría junior, a lo que se añade otro logro de gran relevancia: entrenar con estrellas como Roger Federer y Rafael Nadal.
Para muchos, la evolución del platense no sorprende. Diestro, con revés a dos manos y un tenis muy ofensivo que se adapta a diferentes superficies, Tirante hace más de un lustro que se viene destacando en categorías juveniles: ganó el Orange Bowl Sub 14 en 2015 y representó a Argentina en numerosos torneos por equipo. Sin embargo, dio el gran salto durante la última temporada, cuando pasó del puesto 120 del ranking al número uno, con un asombroso sprint final que incluyó 18 triunfos consecutivos y los títulos de la Copa del Mundo Juvenil, en Yucatán; el torneo Eddie Herr, en Florida; y el Orange Bowl Sub 18, uno de los torneos de juniors más emblemáticos del mundo y que entre sus ganadores tiene nombres como el de Guillermo Vilas (1968), Gabriela Sabatini (1984) y Juan Martín del Potro (2002). Ni siquiera la muerte de su abuela Graciela, justo cuando iniciaba el último tramo de la gira 2019, pudo frenar su impulso.
Su gran cierre de año motivó que la Federación Internacional de Tenis (ITF) lo invitara como sparring –jugadores que sirven de preparación a profesionales– al Masters de Londres, junto con otros juveniles destacados. Allí pudo entrenarse con Nadal, Federer y el resto de los top ten. «Aunque me falta muchísimo, pude medirme con los mejores y estuve a la par. Ojalá pueda estar en ese nivel», contó sobre aquella experiencia que le dio confianza a su juego.
Largo camino
Además del prestigio ganado, ser el número uno le permitirá a Tirante abrir algunas puertas en la dura transición hacia el profesionalismo, incluida la llegada de sponsors. De hecho, ya recibió una invitación para disputar el Challenger de Punta del Este, sin necesidad de jugar partidos para lograr la clasificación, algo que seguramente se repetirá en otros torneos de esa jerarquía. No menor es que, como invitado de la ITF, asistirá a Roland Garros, el segundo Grand Slam del año, para recibir el premio al mejor junior del mundo.
Con otras expectativas, como se advierte, y ubicado en el puesto 740 del ranking de mayores, el gran desafío para el platense es afianzarse entre los profesionales, una tarea para nada sencilla. Caben mencionar los casos de los argentinos Federico Browne, Brian Dabul o Axel Geller: los tres llegaron a la cima del ranking junior y no pudieron trasladar lo que prometían en el circuito profesional. Más allá de las dificultades, el platense se tiene confianza y cuenta, además, con el respaldo de un equipo sólido y peculiar entre las que se cuentan sus tías Valeria y Vanesa, ambas clave en su formación desde chico. «Ellas están siempre y confían en mi tenis. Y yo siempre voy a confiar en que todo lo que ellas me digan será lo mejor para mi carrera», asegura Thiago, quien también tuvo durante un tiempo a Gustavo Luza como coach.
Con ese panorama, está claro que Tirante reúne argumentos más que suficientes para soñar. El futuro dirá cuán lejos podrá llegar en su carrera, aunque su evolución es firme y sostenida. Mientras tanto, a los 18 años disfruta de una distinción muy difícil de conquistar: el primer lugar del podio del mundo junior.