El noruego de 29 años se consagró campeón mundial en las tres especialidades y quebró el récord de partidas sin perder. Evolución en el juego, carisma y mentalidad ganadora, cualidades de un ajedrecista que hace historia y desafía a leyendas de la disciplina.
29 de enero de 2020
Competitivo. Carlsen y Fabiano Caruana, semifinales del campeonato mundial en Baerum. (Berit Roald/NTB Scanpix/AFP)Magnus Carlsen, el mejor ajedrecista del mundo, desde chico comenzó a mostrar sus habilidades y su temple. Con 13 años venció a Anatoly Karpov y empató en días consecutivos con Gary Kasparov, dos de los más grandes ajedrecistas de todos los tiempos. Aquel hito se recuerda por una reacción de Magnus en una de las partidas: al no poder aprovechar la ventaja que tenía sobre el «Genio de Bakú», como apodan a Kasparov, se sintió frustrado. «Jugué como un niño», dijo en aquel momento el noruego, quien ya era el Gran Maestro de ajedrez más joven de la historia.
La anécdota pinta por completo la personalidad de este noruego que hoy tiene 29 años, número uno del ranking y campeón del mundo en las tres modalidades de esta disciplina (clásico, rápido y relámpago) luego de su actuación notable en Moscú a fines de 2019. A lo que se agrega otro récord reciente: con 111 partidas invicto, dejó atrás las 110 sin derrotas que ostentaba el holandés de origen ruso, Sergei Tiviakov. El presente de Carlsen, al cabo, se explica por su espíritu competitivo, su temperamento, pero también por un estilo de juego creativo que ha sabido perfeccionar.
Existe otra faceta que realza su imagen. Fuera de la profesión, Carlsen se muestra como un joven bohemio y despreocupado, lejos del estereotipo del ajedrecista. Una característica que sedujo a los sponsors y a las revistas más importantes del mundo que destacan su figura. Más aún, fruto de las adhesiones que recibe, el noruego desarrolló con su empresa –Magnus Play– una de las aplicaciones de ajedrez para teléfonos más populares.
En perspectiva, el noruego lleva 9 años como número uno del ranking y suma reconocimientos que lo ubican en el panteón de la disciplina, ese que integran Kasparov, Karpov y Bobby Fischer, entre otros. Es que el «Mozart del ajedrez», como apodan a Magnus, está llamado a seguir revolucionando el juego-ciencia, tanto por talento como por carisma.