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San Lorenzo de América

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El conjunto azulgrana, de meritoria campaña, obtuvo por primera vez el certamen, luego de superar una crisis deportiva e institucional que casi lo condena a jugar en la B Nacional hace dos años.

 

Festejo. Los jugadores y el preciado trofeo, en la segunda final disputada en el Nuevo Gasómetro ante una multitud. (Télam)

El pitazo final del árbitro Silvio Ricci desató la locura en el Nuevo Gasómetro. San Lorenzo, tras varios intentos fallidos, se consagraba campéon de la Copa Libertadores de América por primera vez en su historia. Desde 1960, edición debut del certamen continental, 7 equipos argentinos habían levantado el trofeo. Además de los otros 4 grandes –Boca, River, Independiente y Racing–, se coronaban clubes como Argentinos Juniors, Vélez y Estudiantes de La Plata. Uno de los motivos por los cuales el torneo se transformó en una obsesión para el pueblo azulgrana.
No fue fácil el camino de San Lorenzo en el torneo sudamericano. Si bien es cierto que en las instancias finales los rivales no tuvieron la jerarquía habituales para este tipo de campeonatos, el Ciclón se sobrepuso a un inicio complicado, que lo tuvo al borde de la eliminación, pero que finalmente lo vio superar el grupo que compartía con Unión Española (Chile), Independiente del Valle (Ecuador) y Botafogo (Brasil).
En octavos y cuartos de final, San Lorenzo tuvo que pasar dos duras series ante Gremio y Cruzeiro, ambos brasileños y candidatos. Pero el conjunto de Edgardo Bauza se impuso con autoridad y logró sellar su pasaje a las semifinales antes del inicio del Mundial de Brasil, que interrumpió el torneo y mostró, una vez más, la desorganización del fútbol sudamericano. Más allá de que estaba previsto en el calendario, la detención perjudicó a los clubes, que debieron renegociar contratos con los jugadores. San Lorenzo lo sufrió con dos de sus figuras, Leandro Romagnoli e Ignacio Piatti, este último incluso se perdió el partido de vuelta de la final por este motivo.
En semifinales el rival fue el Bolívar de La Paz, equipo formado por varios españoles y dirigido por Xabier Azkargorta, un vasco que hace años recaló en Bolivia y hasta digirió a la Selección del altiplano. Con el fantasma de la altura de La Paz (3.600 metros sobre el nivel del mar) acechando, San Lorenzo definió la serie en la ida, al golear como local por 5-0 y hacer menos dramática la excursión a la capital boliviana. Allí fue derrotado por 1-0 pero el equipo dirigido por Bauza se clasificó a la final gracias a la cantidad de goles marcados en Buenos Aires.

 

En ascenso
En la definición lo esperaba el sorprendente Nacional de Paraguay, un club humilde de Asunción. Con un equipo sin figuras ni nombres rutilantes, los paraguayos hicieron un digno papel pero la Copa la alzó finalmente San Lorenzo, tras el 1-1 en Paraguay y el 1-0 como local, con el gol de Néstor Ortigoza de penal. El propio Ortigoza, junto con Juan Mercier, Piatti, y Romagnoli se erigieron como las figuras de un equipo que quedará en la historia azulgrana.
En dos años, San Lorenzo pasó de luchar el descenso a la B Nacional a levantar el trofeo más importante de América. Y los principales artífices de este resurgimiento fueron Matías Lammens y Marcelo Tinelli. Luego de una tumultuosa presidencia del empresario Carlos Abdo, que dejó muchas deudas y un plantel diezmado, Lammens y Tinelli tomaron las riendas del club y lo pusieron en la cima.
Acercado por el conductor de Showmatch, Lammens apareció en la escena dirigencial del Ciclón desde un anonimato casi total. Este abogado de apenas 34 años, dueño de una distribuidora de bebidas, se puso al frente de un San Lorenzo devastado institucionalmente, ordenó su economía y, con la ayuda de Tinelli, comenzó a formar un plantel que hoy es el más variado y de mayor calidad del fútbol argentino. Un título local (Torneo Inicial 2013) y la reciente Libertadores lo demuestran.
Claro que en el fútbol, para ganar, además de los jugadores se necesita una buena conducción desde el banco. Y esta dirigencia no erró en ese aspecto. Hace poco más de un año apostó por Juan Antonio Pizzi, quien forjó un buen equipo para consagrarse campeón del torneo argentino en diciembre. Pizzi eligió irse a Europa (Valencia) y Lammens fue a buscar a un entrenador con los pergaminos necesarios para ir tras el sueño más anhelado de los hinchas del Ciclón: la Libertadores. Y el elegido fue Bauza. El Patón ya había sido campeón de este certamen dirigiendo a la Liga Deportiva Universitaria de Quito, otro equipo que nunca había ganado el certamen hasta ese momento, y, en apenas meses, logró trasladar esa experiencia a sus jugadores, que le respondieron de gran manera dentro de la cancha.
Con la Libertadores finalmente en las vitrinas, ahora San Lorenzo persigue otros sueños: uno que le devolverá parte de su historia, de su identidad, y otro futbolístico. El primero remite a la vuelta definitiva a Boedo. El estadio en avenida La Plata (donde históricamente el Ciclón tuvo su cancha hasta 1983) parece cada vez más cerca, aunque todavía falta. El futbolístico, en cambio, es más inmediato: en diciembre, jugará el Mundial de Clubes en Marruecos. Y podría llegar a enfrentar en la final nada menos que al poderoso Real Madrid de España. Un desafío que parecía imposible hace apenas dos años. San Lorenzo, cuna de grandes equipos y seguido por una hinchada fiel y numerosa, reafirmó con la obtención de la Libertadores que conoce de milagros.

Germán Esmerado

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