La tercera edición exhibe como atractivos la disputa por el título entre 11 equipos y el liderazgo de Argentinos Juniors que desafía el poderío de los grandes. Las perspectivas para 2020 y los estilos de Lanús y Vélez que aportan brillo en un torneo de nivel discreto.
27 de diciembre de 2019
Bombonera. Los bichos colorados celebran el valioso empate ante Boca, a fines de noviembre. (Mariano Sánchez/NA)Cinco puntos separan a once equipos en los primeros lugares de la tabla. El campeonato local, denominado Superliga desde que hace dos años los clubes se autonomizaron de la AFA para organizarlo, termina su año de competición más pareja. Se trata, en realidad, de un ingreso al receso de verano para reiniciarse a fines de enero cuando le queden siete fechas por jugarse. Que sea Argentinos Juniors el dueño de la punta, al menos hasta el retorno de la actividad, entrega otra vez la imagen que caracteriza al fútbol argentino: más allá del poderío de los cinco grandes, la competencia siempre está abierta para todos.
La paridad que se refleja en la tabla, de todos modos, tiene más que ver con la irregularidad de los equipos, una llanura gris, que con un juego de alto nivel. El competidor más cercano a Argentinos en ese amontonamiento de equipos es Boca. Le lleva apenas un punto y la última fecha del año fue una metáfora de lo que exhibe como rasgo distintivo el torneo. Boca, el mismo día en que votó para cambiar la orientación política del club después de 24 años, perdía con Rosario Central de visitante. Una despedida a tono con la medianía que marcó el ciclo de Gustavo Alfaro como técnico del equipo. Era domingo. Al día siguiente, un lunes, con la posibilidad de quedarse con la punta, Argentinos empataba con Estudiantes. Le alcanzaba para el objetivo, es cierto, pero era la oportunidad para ampliar distancias con el poderoso Boca.
En carrera
Pese a ello, y como dijo Diego Dabove, el técnico hacedor de este Argentinos, si alguien le decía que estarían punteros antes del inicio del campeonato, él hubiera dicho que ese alguien estaba loco. Dabove es un entrenador made in Superliga. Aunque tenía un antecedente en Primera cuando dirigió a Lanús durante un partido en 2003, su primer contrato como técnico lo firmó en 2018 con Godoy Cruz. Hasta entonces pasó por diferentes equipos como ayudante de campo o entrenador de arqueros. En diciembre de 2018, con 45 años, Dabove decidió dejar un equipo que se preparaba para jugar la Copa Libertadores y firmar contrato con otro que se preparaba para luchar contra el descenso. Pero quería vivir en Buenos Aires y, además, sentía que en Godoy Cruz ya había cumplido una etapa. Hasta acá, no solo cumplió con la meta de sumar puntos para el promedio. Además, esos puntos le sirven para quedarse con la punta.
Más allá de que ganó partidos con lo justo, Argentinos tuvo en claro su juego, incómodo para los rivales, como lo definió Marcelo Gallardo. Mucha presión, transiciones rápidas, bien cerrado atrás pero con laterales abiertos y con proyección. Con Diego Sosa (el asistidor), Damián Batallini y Gabriel Hauche (el goleador) moviéndose en ataque. Y con Santiago Silva en el área. Soportar la persecución cercana de Boca, claro, no será fácil.
El desempeño del conjunto xeneize será uno de los grandes enigmas del primer semestre de 2020, sobre todo por cómo fue su último año. Es un Boca que despidió a su técnico y a su comisión directiva. Y que no encontró el tono, marcado además por la derrota en la semifinal de la Copa Libertadores frente a River. Otra vez el torneo continental se interpuso en la ruta de la Superliga. No fue como la sacudida que produjo la final de 2018 entre noviembre y diciembre, que incluyó un domingo de interposición con partidos de liga. Pero obligó a Boca y River a distraerse. Igual que antes, sea por desgaste físico o mental, dieron ventaja. Boca sigue en camino, por supuesto. Aunque River (ganador de la Copa Argentina) también está ahí, a solo tres puntos de Argentinos y con un partido menos que completará el 19 de enero, frente a Independiente. Es decir, puede ser puntero y con un calendario relativamente tranquilo en el primer semestre como para luchar por el torneo local, el título que le falta a Gallardo.Distancia corta
También Arsenal está a tres puntos, pero con la grilla de partidos completa. Igual que Central, Racing y San Lorenzo, situados a cuatro puntos. Todos equipos que nunca terminaron de encontrar el rumbo. Tendrán ahora la pretemporada –y en el caso de Racing, un nuevo técnico (Sebastián Beccacece), o un técnico ratificado (Diego Monarriz), en el caso de San Lorenzo– para intentar pelear el campeonato.
Así como cuesta encontrar un equipo completo, alguno que haya sobresalido del resto, más allá de los méritos de Argentinos, quizá los mejores minutos los hayan entregado Lanús, a un punto, junto a Boca, y Vélez, a dos puntos. Con dos técnicos intensos, Luis Zubeldía y Gabriel Heinze, cada uno con su estilo, tuvieron vaivenes pero también redondearon partidos de gran funcionamiento. Además, los dos lo terminaron arriba: Lanús le ganó a Racing y Vélez enhebró triunfos sobre Racing y Patronato en las últimas dos fechas. Ambos cuentan con jóvenes de gran presente y futuro.
La Superliga, que aparecía como el proyecto de los más grandes, entregó esta segunda parte del año –la primera del torneo– una paridad absoluta. Sus dos últimos campeones fueron Boca (2017-2018) y Racing (2018-2019) pero el campeonato actual arrastra diferencias menores. Racing, que es el defensor del título, cerró su 2019 ganándole a Tigre en Mar del Plata el Trofeo de Campeones, una creación de los dirigentes y los patrocinadores para volver a poner en la cancha al campeón de la Superliga y al ganador de la Copa de la Superliga. Son capas y capas de títulos oficiales. Oficiales, indudablamente, pero también nacidos al calor de una búsqueda económica. Pero el dato es que Tigre hoy está en la Primera Nacional. Y fue el campeón de la copa cuando ya había descendido. Son esas las imágenes que muestran que en el fútbol argentino las diferencias siempre pueden achicarse.