4 de noviembre de 2025
Horacio Zeballos, el mejor doblista argentino de la historia, le puso un broche de oro a su carrera al ganar dos grand slam en 2025. Trabajo en equipo y salud mental. «Disfruto muchísimo jugar», dice.

Nueva York. «Cebolla» festeja con su compañero Marcel Granollers, de España, en la final del Abierto de Estados Unidos del 6 de septiembre.
Foto: Getty images
A sus 40 años, el tenista argentino Horacio Zeballos piensa en disfrutar del deporte profesional hasta que el cuerpo y las ganas se lo permitan, según le cuenta a Acción desde Miami, Estados Unidos, donde vive junto a su familia. En junio ganó la final de dobles de Roland Garros y en septiembre la del Abierto de EE.UU. junto a su habitual pareja de juego, el español Marcel Granollers, de 39 años (vencieron en ambas a los británicos Neal Skupski y Joe Salisbury). Juntos también ganaron durante 2025 el ATP 250 de Rumanía, el Masters 1000 de Madrid y recientemente el ATP 500 de Basilea. 100% de efectividad en finales en la temporada.
Los títulos conseguidos por Zeballos sacudieron la agenda deportiva de este año. A la vez, esos éxitos ratificaron que «Cebolla» –tal es su apodo en el ambiente tenístico– es el mejor jugador argentino en la modalidad dobles de toda la historia: basta mencionar que es el primer tenista de nuestro país en llegar a la cima del ranking mundial.
«Disfruto muchísimo como jugador de dobles», aclara ante la importancia que le otorga a la especialidad en comparación con el single. «Estoy muy satisfecho, muy contento con la carrera que hice en single, porque siempre di lo mejor de mí. Si me hubiese quedado con algo en el tanque, quizás me habría arrepentido, pero siento que di todo para tratar de ser el mejor tenista, el mejor singlista posible».
Nacido en Mar del Plata el 27 de abril de 1985, Zeballos es parte de otra gran camada de tenistas argentinos que asomó la cabeza a mediados de los 2000. Su padre, Horacio, fue su primer entrenador en el marplatense Edison Lawn Tennis Club. Su apellido empezó a sonar en 2004 y para 2010 era número 3 del ranking argentino. Su proyección internacional alcanzó uno de sus picos el día en que le ganó a Rafael Nadal la final del ATP 250 de Viña del Mar, en 2013: «Fue uno de los momentos más inolvidables de mi carrera», recuerda. Desde 2017 se dedicó a los dobles con distintas parejas, hasta que desde 2019 se abocó a jugar junto a Granollers.
El paso del tiempo le dio otra perspectiva. Sostiene que «la experiencia, los años y las canas» le enseñaron hacia dónde apuntar sus trabajos y objetivos. Aprendió a sacarse pesos de encima. E incorporó la salud mental, «tan importante como la deportiva y la del trabajo físico». «Siento que alcancé una madurez importantísima en lo mental», dice. Y aclara que no hace tratamiento psicológico. «Cada uno sabe qué le sirve más. No hay una sola fórmula para el éxito. Hay gente a la que le hace muy bien la terapia y está bárbaro. Hay otra gente que decide ir por otros caminos». En su caso «escuchar podcasts o conversaciones en la web y sobre todo leer sobre psicología positiva». «Buscar, buscar, buscar opciones, herramientas», agrega. Así, encontró una referencia en el especialista motivacional neerlandés Victor Küppers.
Se define autoexigente en el sentido de que debe dejar todo para lograr sus objetivos: «Después, se pueden dar o no, pero lo que no perdono es no dejar todo». Entiende que las cosas se logran «paso a paso», que «no hay que mirar atrás» y que «hay que concentrarse al cien por ciento en el presente» y «no tanto en el futuro». Sin embargo, de ese pasado aprendió a levantarse cada vez que se cayó «porque de los momentos malos es cuando más fuerte uno debe ser, sobre todo como persona».
De ese pasado le suena aún una charla con su padre: «Tenía 21, 22 años, y no quería jugar más al tenis porque algunos resultados no se me daban. Tuve una conversación muy positiva con mi viejo, que me apoyó de una manera que me hizo muy bien y me ayudó a volver con todo y con más ganas y me empezó a ir bien».

Roland Garros. Zeballos y Granollers muestran el trofeo, el primero del argentino en dobles.
Foto: Getty Images
Otro país, otra vida
Optó por irse a vivir a Estados Unidos para cuidar su cuerpo: la estrategia es perder menos tiempo en viajar para competir en el circuito. «Muchos torneos se juegan acá, y tener a la Argentina como base me desgastaría». La tranquilidad familiar es una construcción que hizo junto a su pareja, la cantante Sofía Menconi, y sus hijos, Emma y Fausto, de 9 y 7 años. «No hemos dejado de ir a Argentina varias veces al año. Tal vez el día de mañana volvamos a quedarnos en Argentina, pero por ahora solo pensamos en Estados Unidos».
Le dice a Acción que les gusta «la naturaleza, ir a la playa, jugar al fútbol, jugar al básquet, un poquito de tenis», aunque ironiza con que su hijo «ya se retiró del tenis, por más que no arrancó ni la carrera». Su hija, en cambio, apunta también al deporte, pero en gimnasia artística. «Nuestra vida es muy normal», explica.
Zeballos también cuida el físico de los excesos del entrenamiento: hora y media de gimnasio diario y dos horas de tenis cada mañana. Después, vida social o descanso. Le fascinan los juegos de mesa, pero «particularmente el ajedrez, que sirve para desconectar la cabeza del tenis».
Recuerdos, disputas y futuro
Además de aquella victoria sobre Rafa Nadal, Zeballos agrega otro recuerdo feliz de su exitosa y larga carrera: su debut en la Copa Davis, en 2010, ante Suecia. «Representar a tu país es hermoso, fue algo inolvidable». Claro que también hubo momentos difíciles. «Uno de los momentos duros –reflexiona– fue dejar el single para dedicarme al dobles porque no sabía que me iba a ir tan bien». Otro mal trago fue quedar fuera de los últimos Juegos Olímpicos, en París. Entonces, hubo un cortocircuito con el capitán argentino, Guillermo Coria. «Yo sentía que estaba en un gran nivel para ir», suelta. Zeballos califica aquello como «una pequeña disputa».
Lejos de un enfrentamiento, medió la reflexión. Zeballos cuenta que aclararon las cosas y que hoy están en buenos términos: «Fue importante hablar con él y arreglar todo». El reencuentro sucedió a comienzos de este año, después de que Argentina, capitaneada por Javier Frana, venciera a Noruega con el regreso de Zeballos al equipo Davis: «Guillermo me escribió un mensaje felicitándome por la vuelta, por haber ganado y por haber pasado esa serie tan complicada, así que intercambiamos más mensajes y volvimos a hablar en los torneos de ladrillo en Europa. Hubo un malentendido, pero fue muy importante dar vuelta la página y arreglar las cosas, como debe ser entre dos personas adultas». Dice que no piensa en el retiro, que se cuida en todo sentido y reafirma la importancia de la salud mental. «Todo eso permite que hoy pueda alargar mi carrera, voy viendo día a día, semana a semana, torneo a torneo, siempre digo que mientras siga disfrutando de entrar a la cancha, de entrenar, de viajar y de competir, voy a seguir… vamos a seguir», corrige. Porque para él todo se piensa en equipo: entrenador, preparador físico y familia: «Uno toma decisiones para ganar un partido dentro de la cancha, cuando está solo, pero afuera esas decisiones se comparten».
