6 de abril de 2025
Exjugador y actual capitán del equipo de Copa Davis, destaca el buen momento de Argentina en el circuito y reflexiona sobre las presiones, el trabajo formativo y los desafíos que vienen.

«Aún me dura la alegría por la forma en que se dio el triunfo», le dice a Acción Javier Frana, capitán del equipo argentino de Copa Davis desde diciembre pasado, al recordar su debut en el cargo ante Noruega, en enero, un 3-2 épico en el Fjellhamar Arena de Oslo. Fue el debutante Mariano Navone quien logró el tercer punto ante Nicolai Budkov Kjaer (4-6, 6-3 y 6-4). Frana cuenta que se desahogó tras la tensión por la derrota de Tomás Etcheverry ante Casper Ruud que dejó las cosas 2-2, hasta que Navone inclinó la balanza para avanzar en el torneo. «Nos habíamos quedado sin margen de error», agrega con un tono tranquilo y seguro que mantendrá durante la charla.
Lo dice mientras se acomoda en un enorme salón común de un country de Pilar, al norte del Conurbano bonaerense. «Tomi y Mariano (Etcheverry y Navone, respectivamente) jugaron con una presión gigante por cómo se venían dando los partidos. Cuando después de todo eso se gana, lo que se vive es muy fuerte, muy lindo, muy especial», define.
Entonces habla de las presiones que sienten los deportistas. En base a su experiencia como tenista profesional, y ahora como capitán, cree que el jugador necesita de la adrenalina, del riesgo. «El tema es cuando eso pasa de límite y afecta el rendimiento. Cuando el jugador no puede distinguir que una derrota no es la muerte, entonces juega con un pánico total, y eso afecta el rendimiento. Ahora, si entiende que se trata de dar lo mejor, que se puede perder o puede ocurrir que el adversario lo supere, sabrá que la cosa no es de vida o muerte». Y agrega: «Está buenísimo ganar, es hermoso, pero también está bueno el intento de ganar, que tiene su parte seductora», balancea. «Si no, todo se vuelve un drama hasta que se logra el resultado, y el resultado puede muchas veces ser injusto. Llevarse bien con la derrota no significa que no duela, que no molesta, pero hay que saber aceptarla. Eso naturaliza un poco más la posibilidad de ir a jugar con mejores herramientas, porque si se le pone cierto drama, ¿con qué libertad vas a jugar?».
Camino al andar
Nacido el 25 de diciembre de 1966 en Rafaela, Santa Fe, Frana fue profesional desde 1986 hasta 1997. Junto a Patricia Tarabini ganó el dobles de Roland Garrós en 1996; y con Christian Miniussi, la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. Jugó la Copa Davis, Panamericanos y llegó al puesto 30 del ranking ATP en individuales. Durante 21 años, fue uno de los periodistas más destacados para comentar tenis en ESPN, hasta que esa relación se rompió. «No me gustaron las formas», señaló en su momento, pero enseguida le llegó la posibilidad de capitanear al equipo de la Davis, tras la salida de Guillermo Coria.
«Ese ofrecimiento me tomó por sorpresa, porque estaba tratando de perfilar y encaminarme para otro lado. Nunca tuve una posibilidad concreta ni fui candidato firme para el puesto. Tampoco me divertía mucho la función por los momentos y los contextos. Además, tenía buena relación con todo el mundo, algo que no quería perder. Los capitanes solían irse heridos o con algún foco de conflicto involuntario. El de capitán es un cargo que obliga a tomar decisiones incómodas. Pero cuando me lo ofrecieron, analicé, me dije bueno, a ver, yo cambié, las cosas cambiaron. Yo estaba en otro momento, en otro proceso, y los jugadores tenían una excelente relación con todos. Vi que eran chicos muy llevables, muy accesibles, eso obviamente hace la decisión más fácil. A la vez sentí que estaba con muchos más recursos en lo personal, por lo transcurrido, los momentos vividos y los aprendizajes».
Entonces dijo sí y el 4 de julio se oficializó su cargo. Cambió temores o dudas por entusiasmo y lo primero que hizo fue analizar a los jugadores, resultado de una cantera que promete mucho en un tenis argentino que no para de renovarse. Ahí están los jóvenes Mariano Navone, Tomás Etcheverry, Sebastián Báez, Francisco Cerúndolo, Facundo Díaz Acosta, Federico Coria, Camilo Carabelli, Andrés Molteni, Pedro Cachín, Francisco Comesaña, Facundo Bagnis, Thiago Tirante, Andrés Burruchaga, Marco Trungelliti, Juan Manuel Cerúndolo. Una lista más amplia que entusiasma y a la que se puede referir como la nueva legión. «Entendí que parte de la función en la capitanía es ayudar a los chicos y apuntalarlos en la medida que lo demanden o lo necesiten».
Organizó un equipo de trabajo para seguir el proceso de los jugadores, a los que hoy define como «un grupo de chicos muy bueno en todo sentido, que además de ser excelentes personas juegan extraordinariamente bien al tenis». Entendió que había que estar a disposición de los jugadores en todo momento y no solo cuando se jugara la Davis. «Ese procedimiento de relacionarnos y conocernos se dio naturalmente. Tanto ellos como yo nos sentimos muy cómodos. Claramente, cuando el resultado acompaña es mucho más lindo», dice. Y agrega: «Se generó una buena química entre el cuerpo técnico y los jugadores. Se entendió perfectamente cuál era mi visión. Los jugadores no solo la entendieron, sino que la potenciaron».
La base de su equipo Davis irá más allá de la posición individual del ranking: «Los números a veces no sirven, porque pueden cambiar mucho de febrero a septiembre, cuando se vuelve a jugar. Pero sí es necesario mantener contacto con los jugadores que están arriba y con aquellos que están más abajo. Hay que estar muy presente en ese interín». Para eso, tiene planificado viajar a los torneos, observar sus entrenamientos, y sobre todo charlar. «Quiero que haya una relación con el jugador para que, cuando llegue el momento de armar el equipo, no sea un encuentro de hola qué tal mucho gusto».

Diálogo y salud mental
«Estoy convencido de que no hay nada que no se pueda solucionar y no hay nada que no se pueda hablar», asegura Frana cuando habla de la importancia de la palabra para interactuar en la vida en general y en el tenis en particular. Él mismo recuerda alguna enemistad de varios años que se podría haber evitado. «No hay que dar supuestos. Muchas veces damos cosas por supuestas: el técnico me mandó a entrenar a la cancha 2 porque seguramente no me va a poner. Y después, cuando tal vez por otro motivo no lo pusiste, él jugador va y dice ¿viste? yo sabía, por algo el técnico me mandó a la cancha 2 el otro día. Y tal vez uno lo mandó a esa cancha porque quería probar otra cosa. Capaz que malinterpretó, cuando era más fácil acercarse y preguntar. En definitiva, hablar», sugiere.
Otro tema a lidiar es el de la salud mental, algo cada vez más complejo. «Si un jugador termina un partido en el que no le fue bien y lo primero que hace es ir a las redes sociales a ver quién lo putea y quién lo entiende, ese jugador está en un problema, porque le está dando demasiado poder a una gente a la que no conoce, y a la que no le iría a pedir consejos», analiza Frana.
Ahí entra, entonces, la cuestión de la autoestima: «No se le puede dar más importancia a lo exterior. Pienso en aquellos casos en que el jugador gana: tampoco sirve que vaya a las redes sociales para inflarse el pecho. Ahí es cuando hay que ayudar al deportista para que entienda que su valoración debe estar hacia muy muy muy adentro de sí mismo. Porque si el jugador construye su identidad desde el afuera, estará perdido. Ese es el riesgo de las redes sociales: te llevan a construir tu identidad desde el afuera hacia adentro; y tiene que ser al revés».
«Acá lo que hay que entender es que, a diferencia de otras selecciones, no soy el entrenador de los jugadores ni tengo la potestad de un entrenador durante el año. Cada jugador tiene su equipo, con el que trabaja habitualmente y diariamente en los torneos», advierte. Y detalla: «La que me toca es la función de seleccionar, aunque también hay que delinear con el cuerpo técnico de los jugadores ciertos detalles. Pero uno, básicamente, debe acompañar y tener reuniones esporádicas con los jugadores para saber cómo están, en qué andan. A mí no me importan los jugadores solo cuando hay Davis. Me importan siempre».
El próximo paso argentino en Copa Davis será la serie del 12 y 13 de septiembre como visitante de Países Bajos. «Será durísima», suelta Frana antes de que Acción termine de formular la pregunta. La serie se disputará en el Martini Plaza de Groningen, con capacidad para 3.855 espectadores. Países Bajos avanzó a la segunda ronda de manera directa, ya que fue segundo de Italia en la final de la Davis del año pasado.
«Pero que sea dura no significa que no tengamos chances. Noruega también fue un terrible obstáculo, un obstáculo muy grande. Y avanzamos», dice antes de levantar su metro 85 y estirarse. Se lo nota relajado. Y con confianza. El tenis argentino, como su actual entrenador del equipo de Copa Davis, tiene otro semblante para los desafíos por venir.