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Un ciclo virtuoso

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Después de su histórica participación en Río 2016, el seleccionado continúa su camino ascendente al clasificarse al Mundial de Alemania. Trabajo a largo plazo, objetivos claros y mística colectiva, factores clave según la mirada de su entrenador.

Villa Ballester. La Garra frente a Brasil, en los recientes Juegos Panamericanos. (Gentileza Confederacion Argentina de Handball)

De gira por Hungría, la selección femenina de handball ajustaba su preparación con esfuerzo. Faltaba poco más de un año para Río 2016 y soñaban con participar de un juego olímpico por primera vez. Laura Spaccarotella, la psicóloga del plantel, fue quien aportó una idea con el propósito de intentar cumplir con ese anhelo colectivo: «Necesitan tener un nombre para tener una mística, una identidad», señaló en aquel momento. Así nació «la Garra», el apodo como un símbolo de su coraje y así, casi de manera inconsciente, desde esa gira el seleccionado no dejó de crecer.  
Ya con la experiencia de haber estado en los Juegos Olímpicos, el equipo nacional sumó otro logro relevante: clasificarse para la Copa del Mundo, a celebrarse en diciembre en Alemania, tras ser subcampeón en el Panamericano disputado en la localidad de Villa Ballester (provincia de Buenos Aires) durante el mes de junio. Pero este presente, de alta competencia y presencia internacional, no es casualidad.
El camino ascendente del seleccionado comenzó de la mano de Eduardo Peruchena en 2013. «Este crecimiento, en primer lugar, tiene que ver con la frecuencia de entrenamientos. Eso fue decisivo, nos acercamos al profesionalismo», le dice Peruchena, entrenador del seleccionado, a Acción. Su recorrido comenzó como asistente de Daniel Ceballos y finalmente en 2014 quedó como DT principal del equipo.
«Es una cadena de eslabones que empezó en diciembre de 2013 en el Mundial. Esa experiencia nos marcó el rumbo porque pensábamos en los Juegos Panamericanos de Toronto, en 2015, donde íbamos a buscar la clasificación a Río», recuerda. En el medio el equipo consiguió un resultado clave: en 2014 igualó con Brasil, que acababa de ser campeón mundial, en el Sudamericano. Ese partido fue una demostración de que podían competir frente a rivales de relieve. Sin embargo, la chance cada vez más cercana de jugar por primera vez un juego olímpico generó presiones. «Se decía que si no lográbamos clasificar a Río nunca más seríamos olímpicas. La idea de ponernos un nombre fue, precisamente, para forjar una identidad en ese proceso, como un punto de partida para lo que íbamos a buscar», explica el técnico.
Y la Garra no falló. En los Panamericanos de Toronto lograron la clasificación a Río y estuvieron cerca de derrotar a Brasil en la final. Fue en aquel entonces que Puruchena entendió el handball femenino tenía mucho potencial a futuro. «En Río armé un equipo pensando a largo plazo. Llevamos solo tres jugadoras que luego de los Juegos se retiraron. Si bien no tuvimos buenos resultados, jugamos en un nivel muy alto y fue un aprendizaje muy importante».

Saldo positivo
Hoy, el seleccionado nacional atraviesa una etapa de recambio: cuenta con diez jugadoras sub 20 y otras diez que se desempeñan en el exterior. Sin embargo, la estructura no parece resentirse debido un factor que recalca el entrenador: la continuidad de trabajo. En ese plano, la participación en Río 2016 ayudó a fortalecer al equipo, dado que lograron mejorar su preparación compitiendo en forma permanente. De hecho, lograron realizar una gira por Hungría para llegar bien al Panamericano. «Ganamos los partidos que teníamos que ganar para conseguir clasificarnos al Mundial. No pudimos en la final ante Brasil porque ellas estuvieron en un nivel muy alto», explica el entrenador.
El saldo, de todos modos, deviene positivo. «Clasificar al Mundial era fundamental porque necesitamos tener esos ocho partidos de primer nivel para progresar». Claro que otras serán las exigencias en la Copa del Mundo teniendo en cuenta el sorteo: por caso, el equipo argentino deberá enfrentara cinco seleccionados europeos en la zona B (Noruega, defensor del título conseguido en 2015, Suecia, República Checa, Hungría y Polonia). El objetivo, por un lado, será mejorar la posición de la última edición (18º) y, por otro, derrotar a rivales mejor ubicados en el ranking. «Vamos a ir en busca de mayor experiencia para que sea un eslabón más en la cadena de crecimiento que tiene como siguiente meta volver a ser olímpicas».
Pensando a futuro, y más allá del resultado en Alemania, el handball femenino atraviesa un ciclo aupicioso. Basta señalar que hoy se codea con las potencias de este deporte, ya sin tantos temores y con recursos de juego para hacer historia grande en la disciplina.

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