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Gustavo Lemos, campeón latino en peso ligero, es uno de los nuevos proyectos con miras al resurgimiento de la disciplina. Invicto en 23 peleas, exhibe golpes potentes y fortaleza física para destacarse en la categoría que domina Vasyl Lomachenko.

Buenos Aires. En tres rounds, «Tito» venció a Eniz y sumó otro título a su carrera. (Ramón Cairo)

El pugilismo argentino, en lo que concierne a los varones, atraviesa uno de los momentos más críticos de su historia. Tras la sequía de títulos mundiales entre 2018 y septiembre de este año –terminada por Jeremías Ponce, quien se alzó con el cinturón superligero de la Organización Internacional de Boxeo (OIB)– la disciplina está en busca de nuevos proyectos. En el horizonte se vislumbran señales. Entre ellas, la de un joven con un promisorio presente en el ámbito local. Se trata de Gustavo Lemos, de solo 23 años, campeón latino ligero de la Federación Internacional de Boxeo (FIB) y campeón mundial juvenil de la misma entidad, con un récord de 23 triunfos en igual cantidad de combates como profesional, 13 por nocaut.
La herencia familiar explica la afición de Lemos por los guantes. Criado en uno de los barrios más humildes de Tres Arroyos, a los 12 años comenzó a practicar la actividad por influencia de su papá y uno de sus nueve hermanos, quienes lo hacían de forma aficionada. Distinto fue el caso de Gustavo, apodado «Tito», decidido a iniciar una carrera en este oficio. Con apenas 14 años, hizo su debut como púgil amateur exhibiendo variados recursos boxísticos, aunque fue derrotado. Sin embargo, aquella caída sería la única de su carrera. Los números como amateur son contundentes: ganó 34 peleas en forma consecutiva y consiguió los títulos de campeón bonaerense a los 15 años e interprovincial a los 16. La racha continuaría como profesional teniendo en cuenta que se mantiene invicto. En el último combate disputado en la Federación Argentina de Boxeo venció en apenas tres rounds a Jonathan Eniz.
Como muchos boxeadores argentinos, Lemos debe lidiar con las dificultades económicas para mejorar su preparación. Pese a ello, tiene respaldos importantes. Por ejemplo, de la municipalidad de Tres Arroyos y de Osvaldo Rivero, histórico promotor de pugilistas nacionales y con conexión en el exterior.

Otra cartelera
Precisamente, la gran asignatura pendiente del bonaerense es combatir en el primer nivel internacional. Actual número 1 del ranking nacional de la categoría, se ubica sexto en el escalafón mundial de la FIB y reúne condiciones para afianzarse fuera del país. Su estilo se basa en la potencia de su derecha y en su postura ofensiva, lo que lo transforma en un púgil vistoso para el espectáculo. Entre sus referentes aparecen nombres de relieve. «Tyson fue el mejor noqueador. Después Edwin Valero fue otro muy destacado. Pero también tenés que saber retroceder y esquivar como Floyd Mayweather o Nicolino Locche», dijo en un reportaje.
En su división, la de peso ligero, se encuentra nada menos que Vasyl Lomachenko, considerado hoy el mejor boxeador de todas las categorías y que en agosto defendió ante el británico Luke Campbell sus coronas de peso ligero de la AMB y OMB. A ello le sumó el título vacante del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), por lo que reina en las entidades más importantes. Lemos aún está lejos de este nivel y de la chance de tener un combate ante el ucraniano, pero sí exhibe atributos para probarse con rivales internacionales de jerarquía. «Queremos salir al exterior y demostrar lo que sabemos hacer», sostuvo el bonaerense luego de vencer a Eniz. Un dato relevante de ese combate: la pelea fue transmitida por la señal TyC Sports y Azteca TV, de México, quizás un buen augurio teniendo en cuenta que lo empiezan a mirar desde uno de los principales mercados.
Por el momento, Lemos se consolida como un boxeador sólido y con hambre de gloria, acaso lo más importante. También en ese rango aparecen el mencionado Ponce y Agustín Gauto, otros dos exponentes con futuro. Vaya si lo precisa el pugilismo argentino, que entre 2018 y hasta la consagración de Ponce había pasado por un período sin campeones mundiales vigentes tras 18 años. El desafío de Lemos, en ese plano, es difícil pero no imposible: se trata de honrar con nuevas gestas la trayectoria argentina en este deporte.

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