2 de septiembre de 2025
La nadadora Agostina Hein, de solo 17 años, asombra con sus triunfos y marcas internacionales. Historia y sueños olímpicos de la gran esperanza del deporte argentino. La mirada de especialistas.

Rumania. Festejo de la atleta nacida en Campana tras ganar una prueba en el Campeonato Mundial de Natación Juvenil, en el Complejo Otopeni, Bucarest.
Foto: Getty Images
La nadadora Agustina Hein se sumó al grupo de deportistas de élite que demuestran que la Argentina siempre tiene un as en la manga. A sus 17 años acaba de ganar la medalla de oro en los 400 metros combinados en el Mundial Juvenil de Otopeni, Rumania, y la de plata en los 800 libres. Además, con su tiempo de 4m34s34 para esos 400 superó la marca nacional y sudamericana que tenía Georgina Bardach desde Atenas 2004, con 4m37s51. También mejoró marcas personales con tiempos de nivel internacional.
Así ratificó lo conseguido en los Juegos Panamericanos Junior de Asunción, Paraguay, unos días antes de viajar a Rumania: campeona en 200 metros combinado individual, 400 estilo libre individual y 400 combinados individual. También plata en 4×100 relevo combinado femenino, 4×200 relevo estilo libre, 4×100 relevo libre mixto y 4×100 relevo combinado mixto. Y un bronce en 4×100 relevo libre femenino.
El destacado entrenador argentino y ex Director Nacional de Deportes Osvaldo Arsenio elogia sus marcas y le dice a Acción que «ella y otros nadadores juveniles argentinos de muy buen nivel tendrán, si se los apoya, una proyección internacional muy importante en los próximos cinco o seis años». Y también: «De ese grupo, sin dudas Agostina es la que está ya con un nivel que permite soñar con alcanzar finales olímpicas en los próximos Juegos. Si se le brinda un programa internacional de competencias adecuado a ella y a su entrenador, seguirá progresando».
Nació en Campana, provincia de Buenos Aires, el 24 de abril de 2008. Ya tiene una formidable experiencia internacional. Incluso, fue la atleta más joven de la delegación argentina en los Olímpicos de París 2024. Poco antes de la cita en la capital francesa, había logrado una medalla de bronce en los 800 libre en el mundial juvenil de Israel 2023.
Sus padres, Ivana y Enrique, la acompañaron desde siempre en su intención de ser nadadora. Sus prácticas formales comenzaron en el Club Ciudad de Campana y luego siguió en el Club Independiente, en la vecina Zárate. Su actual entrenador, Sebastián Montero, fue fundamental para que se forme como la nadadora que es.
Los padres cumplen un rol clave: para que pueda desarrollar su carrera la rodearon con un equipo de profesionales del deporte. Además de Montero –líder del equipo SER Natación Alto Rendimiento–, la acompañan el preparador físico Nicolás Bogado, el médico deportólogo Santiago Kweitel, el nutricionista Gabriel Fantuzzi, el kinesiólogo Pablo Miranda, la cardióloga Eliana Filosa y la psicóloga deportiva Agustina Mayer.

Mentalidad ganadora. Hein, quien se destaca en distintos estilos y modalidades, en una competencia en Doha, en 2024.
Foto: Getty Images
Esfuerzo y autodisciplina
Hein no la tuvo ni la tiene fácil. Vive en el barrio de casas quintas Los Pioneros, en las afueras de Campana. En los tiempos de la pandemia se levantaba a las 4 para entrenar y desde ahí a la escuela y al entrenamiento de nuevo, que no terminaba hasta última hora de la tarde.
El despertar en lo profundo de la madrugada, cuenta la ex nadadora canadiense Leanne Shapton en su hermoso libro Bocetos de natación, es por demás durísimo: «La hora que va de las cuatro a las cinco es espantosa, especialmente en mitad del invierno canadiense. El hecho de saber que tengo que meterme en una piscina helada y saturada de cloro y soportar dos horas de implacable dolor muscular empeora todo. Lo único bueno de ese momento es el silencio y la negrura azul del otro lado de la ventana, menos amenazante que la oscuridad de medianoche», describe.
Los fines de semana, para atletas con sueños olímpicos, no tiene el ritmo de un adolescente y exige sacrificios. Agostina, por caso, tuvo que dejar el colegio presencial (por sus viajes, llegó a las 65 faltas en un año) y lo reemplazó por la educación virtual. En su casa, la única pileta que había era una de lona en la que, durante la cuarentena, y para que no perdiese continuidad, entrenó bajo un gazebo que apenas atenuaba el frío del invierno mientras sus padres arrojaban agua caliente y la sostenían con una cuerda. Pero si algo la caracteriza es su autodisciplina. Para entonces, ya había conseguido cinco medallas de bronce en la Swimming Cup 2020, en Lima, Perú. Lo que siguió fueron más viajes nacionales e internacionales, más medallas y más marcas.
Quienes la conocen la definen ante la consulta de esta revista como «simpática, sociable y muy puntual». No toma alcohol y se cuida en las comidas. La apodan «La vikinga». Su permitido es, cada vez que puede, tomar el helado de la «Real», una heladería del centro de Campana. Es fanática de la música, que suele escuchar –y mucho– a través de auriculares antes de cada prueba. Y en su casa cuenta con un tocadiscos en el que suenan desde el rock de AC/DC hasta bandas de cumbia.
Mirar hacia adelante
Agustina Mayer, la psicóloga deportiva que la atiende una vez a la semana desde sus diez años, resume ante una consulta de Acción: «Agostina es quien tiene que querer más que nadie hacer el esfuerzo que se necesita para llegar a lo más alto. Sabe que todo objetivo tiene un precio. Ante esto, se analiza si uno está dispuesto a pagar ese precio. Conocí muchos deportistas que tenían un objetivo deportivo pero que se dieron cuenta de que no estaban dispuestos a pagar el costo. Agostina sí está dispuesta a pagarlo».
Mayer es también quien lleva adelante un trabajo psicológico sólido: Agostina sabe que no debe compararse con nadie, ni fuera ni dentro de las piletas. «Cuando compite, se centra en sí misma», aporta Mayer. Y si no gana, mira hacia adelante.
Suele utilizar redes sociales, pero trabajó para evitar que le afecten los comentarios negativos o maliciosos. Si la agreden, sus amigos intervienen para defenderla.
Mantener a una nadadora de élite no es sencillo cuando se carece de los recursos necesarios. La empresa Speedo le provee materiales desde los 13 años, cuando no era todavía ni una promesa. Una malla profesional parte de los 600.000 pesos y su duración es corta. Antiparras, gorros. Todo suma. La municipalidad local también hace algunos aportes. Pero no ocurre lo mismo con la enorme cantidad de empresas que hay en la zona industrial y portuaria de Zárate-Campana.
Las próximas actividades de Hein tienen el mismo ritmo de lo que fue: calendarios agotadores para cumplir con viajes y competencias internacionales. El objetivo a largo plazo son los juegos de Los Ángeles 2028. Pero antes, el mundial de mayores de Budapest 2027.
Hasta entonces habrá más aeropuertos, más piletas, más trabajo. Pero también y sobre todo, más ilusiones. La de una estrella en el agua que quiere hacer historia grande en el deporte argentino.