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Vueltas de Djokovic

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En su regreso al circuito después de seis meses, el serbio de 31 años ganó títulos de relieve y muestra un juego renovado que le abre chances de llegar a lo más alto del ranking. Claves de un resurgimiento que amenaza la hegemonía de Federer y Nadal.

Gloria. Nole mira al cielo luego de superar, en la final de Wimbledon, al sudafricano Anderson. (Hall/Pool/AFP/Dachary)

Ya no es aquel joven atlético y elástico que llegaba a todas las pelotas con una potencia y lucidez inusitadas. Tampoco tiene la velocidad de aquel novel tenista que supo dominar el deporte a nivel mundial a fuerza de un revés letal. Sin embargo, su esencia es la misma. Después de seis meses sin jugar y luego de realizarse una operación en secreto, Novak Djokovic está de vuelta. Y a los 31 años, vive un regreso de ensueño, con actuaciones sobresalientes que se asemejan a aquellas imbatibles que lo mantuvieron 122 semanas como número uno del planeta. En los últimos dos meses, sin ir más lejos, el serbio ganó Wimbledon, el Masters 1000 de Cincinnati y el reciente Abierto de Estados Unidos para volver a posicionarse en los primeros planos del tenis mundial tras alcanzar dos nuevos récords: con su festejo en Cincinnati se transformó en el primer tenista de la historia en obtener los nueve torneos M1000, mientras que con su victoria en Nueva York sumó su 14º título de Grand Slam e igualó a Pete Sampras. Como si fuera poco, se instaló nuevamente en los lugares más elevados del ranking mundial.
Con el resurgir de Roger Federer y Rafael Nadal, más el crecimiento del alemán Alexander Zverev y la recuperación de Juan Martín del Potro, el retorno de Djokovic se da en un momento ideal del circuito. Entre otras cosas, porque ya no se vislumbran claros favoritos en los duelos entre jugadores top ten. Basta observar que este año no prevalecieron uno o dos jugadores en los torneos más importantes. En ese marco, el español y el suizo siguen jugando su clásico, pero el serbio –que ya ha demostrado en su carrera que puede destronarlos a ambos sobre múltiples superficies– es nuevamente la gran amenaza. «Hay muchos grandes jugadores, pero el hecho de que no defienda puntos de aquí al final de temporada me anima mucho», señala el serbio.
Este último ítem resulta clave en su regreso a la cima, ya que como Djokovic no jugó los últimos seis meses del año pasado, los puntos que logre sumar hasta el cierre de temporada serán pura ganancia para el ranking. El número uno siempre es un objetivo para mí. Espero que antes de que termine el año pueda serlo, pero no es algo que dependa de mí, confiesa Nole, quien suma 71 títulos en su carrera. Con el título de Grand Slam conseguido en Nueva York se ubica tercero en el ránking mundial. Cabe recordar que antes de Wimbledon estaba fuera del top 20.

Tiempo compartido
En 2016, Djokovic ganó siete títulos, incluido el Abierto de Australia y Roland Garros. Pero  en 2017 comenzó su caída. La lesión en el codo derecho se sumó a algunas turbulencias en su vida conyugal que lo afectaron adentro de la cancha. Así fue como a mitad de año decidió suspender el juego para intentar recuperarse. Su regreso fue recién en enero de este año en Melbourne, aunque volvió a sentir molestias y por eso resolvió someterse a una operación relámpago en Suiza. «Al principio me faltó paciencia en el proceso de recuperación, quería volver lo antes posible y competir al máximo nivel. Tuve que aprender la lección», contó. Para eso decidió un fuerte cambio en su preparación. Después de haberse separado del entrenador checo Radek Stepanek y también de la leyenda estadounidense Andre Agassi, decidió volver con el coach con el que trabajó durante 11 años y que lo llevó a la cima, el eslovaco Marian Vajda. «Compartir de nuevo su tiempo es algo que me parece maravilloso», dijo ni bien se confirmó su regreso, consciente de que es la persona que mejor lo conoce.
Hoy, a los 31 años, Djokovic no vive solo para el tenis. Por caso, ya es padre de dos hijos; Stefan, de 5 años, y Tara, de menos de 1. Ellos son, justamente, su nueva motivación y los que le dan algo que antes no tenía fuera de la cancha. Adentro, el serbio sigue demostrando que está a la altura de los mejores tenistas de la historia. Y que ahora, para preocupación de sus rivales, se lo ve dispuesto a confirmarlo.

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