23 de junio de 2015
Tranquilidad en la tarde, que como todos sabemos, dura poco (la tranquilidad, no la tarde). De repente, o como siempre, la voz puberal se hizo sentir en medio de la nada, o del todo.
–Pa, vos a mamá, ¿la conociste afuera o adentro?
–¿Afuera o adentro de qué, Boni?
–Ay, pa, dale, no te escapes. Ahora se puede hablar de cualquier cosa, no seas nonagenario, finisecular o alguna otra de esas palabras que a veces aparecen en la compu y no sé lo que quieren decir.
–Pero, Boni, yo soy moderno. Te puedo explicar lo que quieras, pero esto no lo entiendo.
–Si no lo entendés, ¿cómo vas a poder explicármelo? No te hagas el juvenil, pa, que los de tu siglo necesitaban entender las cosas para poder explicarlas, no son como nosotros, que tenemos todas las explicaciones que queremos, ciertas o no, con solo hacer clic.
–Boni, insisto, tenés que ser más claro. ¿Afuera o adentro de qué?
–Ay, pa, pero ¿de qué va a ser?, ¿del mundo? Obvio que ya sé que estaban en el mundo. ¿Del país, la ciudad, el barrio? Eso no importa.
–¿Entonces?
–¿Siempre te tengo que explicar yo? ¡Afuera de la compu, pa! Lo que te estoy preguntando es si a mamá la conociste real o virtualmente.
–¿Y eso?
–Es que hoy estábamos chateando con mi amigo Tuiter y él me dijo que antes las personas se conocían «afuera de la casa», y no era que cada uno llevaba su celu y se encontraban y chateaban, sino que ¡era totalmente presencial!
–Bueno, nosotros no le decíamos «presencial», pero sí, salíamos, y cualquier lado era bueno para encontrarse con alguien. Un paseo, un baile, un cine, un parque.
–Ay, pa, ¡presencial! Por favor, no me cuentes más que si no después sueño que me quedo sin señal y me tienen que internar en algun lugar con wi-fi.
—Rudy