14 de julio de 2016
(Pablo Blasberg)
Este sinceramiento de las tarifas a los que algunos, con maldad, llaman «tarifazo» ha provocado algunas situaciones un tanto complicadas, por lo que a continuación brindaremos una serie de consejos para poder solucionar algún inconveniente que hubiera podido causar.
Calefacción: Sabemos que es invierno y que las temperaturas bajan, pero no nos olvidemos de que existe un calentamiento global que seguramente nos incluirá (porque ahora volvemos a estar en el mundo) y eso hará que el frío no sea tan duro.
Otra alternativa es volver al viejo, querido y romántico hogar a leña. Sabemos que construir hogares a leña en un edificio de departamentos no es sencillo, pero es cuestión de que el consorcio acuerde construir una gran chimenea, por ejemplo, en el hueco del ascensor, ya que éste, por las tarifas eléctricas, es probable que se anule, y así matamos dos pájaros de un tiro.
Respecto a la leña, si vive en una ciudad puede salir de noche a talar árboles de la calle, de esos que en otoño tapan los desagües con sus hojas. O sea que usted está haciendo un bien. Además, probablemente la ciudad tendrá algún parque y seguro una plaza, donde los árboles para lo único que sirven es para que las palomas nos defequen. Insisto, talarlos es hacerle un bien a la comunidad.
Electricidad. La gente se acostumbra mal, accede a un avance técnico como es la electricidad y piensa que siempre fue y, lo peor, que seguirá siendo así. No, error. La humanidad tiene más de 70 siglos y hace menos de dos –¡dos!– siglos que aparece la electricidad en las casas. Piense usted que el Partenón, el Coliseo Romano, el David, la Gioconda, la Sixtina, todo Shakespeare, Cervantes, Mozart, Beethoven, la Revolución Francesa, y miles de cosas más han sido hechas sin utilizar la electricidad. En Versalles toda la luz provenía de las velas y el sol, lo mismo que en nuestra Revolución de Mayo. Evidentemente es posible vivir sin electricidad y se pueden hacer cosas geniales y casi eternas sin usar un enchufe. Igual no es cuestión de suprimirla, sino de racionalizarla. ¿En el lavarropas queda lugar? Llamamos a doña 4to B y le ofrecemos agregar su ropa. ¿Va al baño? ¿Para qué necesita luz allí, no se conoce lo suficiente para hacer lo que tenga que hacer? Señor, ¿usted suele errarle a la taza con el chorrito? Haga como las mujeres que están más cómodas sentadas y no le erran nunca. Es una cuestión de ganas e ingenio. Si el subte está caro, no es que debamos caminar, sino hacer aerobismo que es una cosa distinta. El país… o parte de él… necesita nuestra colaboración.
De nada.