Humor | Por Santiago Varela

El chancho

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Santiago Varela

Sabido es que en nuestro país estamos viviendo una crisis profunda. Crisis que algunos afirman que comenzó hace más de 100 años, y así lo meten a Yrigoyen en la bolsa, y otros lo retrotraen a la época de Juan de Garay.
Obviamente, si hay crisis hay responsables, y como este es un país muy presidencialista, el que se sienta en el sillón de Rivadavia suele ser el señalado. Sin embargo, nosotros no nos vamos a quedar con lo fácil y vamos a recurrir a nuestra filosofía campera cuando afirma que la culpa no es del chancho sino del que le da de comer. O de votar.
Y es cierto, si el chancho hace algo que no es bueno que haga, comerse los melones, voltear un alambrado o firmar un DNU, no hay que echarle la culpa al animalito, que las hace porque es así, está en su esencia. No podemos pedirle que cambie. Sabemos que es difícil que el chancho chifle.
Pero un aspecto a tener en cuenta es que el chancho no está solo y que siempre hay un jefe, un dueño, que es el que le tira el afrecho y las cáscaras de fruta. Ese es el que sabe que si alimenta al chancho, y lo mantiene vivito, el bicho se va a comportar como lo que es: un chancho.
¿Y por qué lo hace? ¿Por qué gasta plata en darle de comer y ponerle un chiquero a su gusto? Sencillo: porque le conviene. Mientras todos los ciudadanos vemos un chancho haciendo cosas de chanchos, el que le da de comer ve un par de jamones, dos perniles, costillitas, un solomillo y todo lo demás. El único cuidado que tiene que tener es no gastar más en el animal que lo que el animal le va a reportar. Cosa que el gauchaje sabe cuando dice que no hay que darle margaritas a los chanchos.
Pero el que lo alimenta y lo insta a crecer sabe que mantener al chancho le conviene. Y si bien a veces el chancho se sale un poco de la línea y se pianta para el lado de los choclos, depende de la habilidad del dueño hacerlo volver, que no haga papelones demasiados grandes y que siga siendo lo que es: una inversión.
Que al chancho lo hayan traído para hacer el trabajo sucio tampoco es una novedad. Chancho limpio nunca engorda. El barro y la negrura es parte del negocio. Para eso, para ciertas tareas, el chancho es mejor que cualquier otro bicho.
A veces puede que se enoje por algo y grite como chancho que lo ataron como alambre, pero luego pasa, se arregla. Lo importante es que siga haciendo lo que el amo quiere, que no se haga el chancho rengo y tampoco que aparezca como un chancho desbocado.
Incluso el Fondo Monetario pide que lo cuiden un poco, no sea cosa de que lo rajen del chiquero. Se ve que le tienen cariño. No es para menos, si son como chanchos.

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