Humor | RUDY

Estación

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Tarde de verano. Barcito de barrio. Rebequita y Tobías disfrutando su merienda, al tiempo que alternan ponerse y sacarse los barbijos para poder tomar el café.
–Estoy muy preocupada, Tobías de mis cromosomas genéticos.
–Pero, ¿qué ocurre esta vez, Rebequita de mis amores contrariados? Finalmente aestá terminando el año, estamos vacunados, hay solcito, el café lo vamos a pagar en pesos y no en dólares blue, hay gente que nos quiere, gente a la que queremos, son los mismos y las mismas, y además, ¡se viene el verano!
–¿Ves que no entendés nada, Tobías? ¿Ves que no entendés nada?
–Ilumíname, Dulcinea, ¿qué parte de lo que dije, o de lo que no dije, fue lo que no entendí?
–No fueron tus palabras, hombre necio que acusáis a la mujer sin razón, sino tus conceptos, que ni siquiera están vacíos de sentido, sino que van en sentido contrario.
–¿En qué sentido? –redundanteó Tobías, ya algo alterado y el resto mareado.
–En el sentido común. ¿Cómo no entendés que cuando acá llega el verano, en Europa y en EE.UU. comienza el invierno?
–¿Y cuál es el problema, Rebequita de mis ansiedades de tenerte conmigo suspirando palabras de amor?
–¿No lo ves? ¿No lo oís? ¿No lo olfateás? ¿No lo degustás? ¿Ni siquiera lo tactás?
–No de todos los noes.
–¿No te das cuenta de que ellos son los que marcan y deciden lo que pasa en este mundo global globalizado y febril? ¿No te das cuenta de que si allá nieva en Navidad, acá comemos frutas secas, lechón, pan dulce y otros alimentos que nos ayudan a sobrellevar el frío que hace allá, pero que con nuestra sensación térmica de «un infierno y medio» solo sirve para derretirnos? ¿Acaso hay tarjetas de Navidad con Papá Noel en malla?
–Bueno, es un detalle.
–¡Detalle los ovarios! Cuando estudiamos Historia Antigua, estudiamos la de ellos, la de los griegos y los romanos, como si acá, hasta que llegaron ellos, solo hubiera habido culturas «precolombinas», como si los mayas, los diaguitas, los incas, los guaraníes se hubiesen pasado milenios sentados a la vera de los mares mirándose ansiosos y preguntándose en distintas lenguas «¿Y, ya viene Colón?», «¿Falta poco para que nos descubran?», «Ojalá lleguen pronto, así dejamos el truque y empezamos a usar el maravedí como moneda única», «Estoy harto de correr libre por la selva, ¡quiero mita, encomienda y yanaconzago ya!». ¡No, Tobías, no seas imperiulo! Seguro que ahora que empieza el inverno allá nos van a obligar a sentir frío así nos venden calefactores que les sobraron de su producción y ya no tienen a quien encajárselos.
–Rebequita, me dejaste sin palabras.
–Seguro que vienen y te traen unas importadas en inglés, pero mientras tanto, aprovechá el silencio, y tomate tu café.
Esta historia continuará, aunque esperemos que de otra manera…