8 de septiembre de 2015
Cada vez falta menos para las elecciones de octubre. ¡El mes que viene! El ambiente se pone más pesado, sobre todo con esto de andar haciendo elecciones a cada rato por conveniencias partidarias.
Mientras el oficialismo centra su campaña en la continuidad de lo que llaman la década ganada y las políticas que la hicieron posible, la oposición ataca –esta es la palabra– tratando de instalar la idea de fraude. Si ellos no ganan, dicen que hay fraude. Tucumán es el ejemplo más reciente. Ejemplo un tanto extraño ya que en esa provincia en la capital y en las dos ciudades más grandes ganó la oposición. Como fraude, un fracaso.
Fraude en serio, para los que no saben, fueron los de los años 30. Después de la experiencia de Don Hipólito
Yrigoyen, la derecha conservadora que había manejado al país desde siempre se dio cuenta de que había algo que no andaba. Y lo que no andaba era la Ley Sáenz Peña, que podría ser muy bonita para darnos corte internacional como país avanzado, pero que aquí producía desastres. ¿Y por qué? Porque era una ley que permitía que votaran todos los ciudadanos, con lo que podía ganar cualquiera. Por ejemplo, un tipo como Yrigoyen.
Así fue que tuvieron que dar la cara y hacer el golpe militar del año 30 contra una democracia en proceso de crecimiento.
Luego, cuando tuvieron que llamar nuevamente a elecciones, corrigieron el error. Dejaron la Ley Sáenz Peña, ya no la podían sacar, pero hecha la ley, hecha la trampa: le sumaron el fraude para asegurarse el resultado. Y no lo ocultaron. No lo ocultaron porque no podían esconder una trampa tan grande como para elegir un presidente. Entonces, con la ayuda de los medios de esa época, le pusieron un nombre: «Fraude patriótico» Y así se mandaron.
Mi padre contaba que él fue a votar y en el atrio de la iglesia (no estaba Francisco) donde estaba la mesa le tomaron la Libreta de Enrolamiento, se la firmaron, se la sellaron, se la devolvieron y le dijeron «Chau, vos ya votaste». Vero. Posta. Y todo el mundo calladito la boca.
Eso es fraude. Fraude en serio, del que ya tuvimos. No vamos a defender a la policía tucumana que primero te surte y después… te la sigue dando. Tampoco vamos a defender a los émulos de Barrionuevo que se pusieron a quemar urnas, sin importar que hayan sido de la oposición. Pero hablar de fraude después del resultado de las PASO es jugar con algo con lo cual, después de tantas dictaduras, no deberíamos joder.
Reconozco que como columna de humor, esto es un fracaso. Sepan disculpar, a veces la historia me puede.
—Santiago Varela