Humor

La papamanía

Tiempo de lectura: ...

Estos días la papamanía, sumada al triunfalismo argento, parece invadirlo todo. Maradona, el dulce de leche, la birome, y ahora el Papa Pancho I, se han transformado en los íconos de la siempre renaciente argentinidad al palo.
Hoy un sentimiento de orgullo ronda por nuestros corazones. Personalmente, no me parece mal y sería tonto negar que cuando uno de la tribu se destaca, la tribu se pone contenta. Ver jugar al Barcelona es un placer, pero reconozcamos que cuando hace un gol Messi nos ponemos más contentos que si lo hubiera hecho Iniesta. Posta.
Y lo de Francisco-Bergoglio fue así. Siempre se dijo –mal que le pese a Dilma– que Dios era argentino. Bueno, ahora, además del dueño, tenemos al CEO.
Lo que es un tanto absurdo es pensar que un pontífice porteño puede producir cambios importantes, porque si hay algo que, por definición, tienden a no cambiar, son las Iglesias. Todas. Una institución que tardó 500 años en aceptar que Galileo tenía razón y que la Tierra gira alrededor del Sol, ¿qué apuro tiene en cambiar algo?
Y si bien es cierto que la relación con Dios, para los que creen en Dios, es una cuestión de fe, a Francisco sus pares no lo ascendieron para que se ocupe de eso, sino para que atienda la parte terrenal del negocio, la empresa que está detrás de la fe popular, o sea que se asuma como capo del «Vaticano S.A.».
Lo genial es que aquí, de golpe, todos se convirtieron en papistas. Incluso se dice que Macri y la Sra. firmaron un acuerdo con el nuevo papa. Él profundiza su elección por los pobres y ellos le aseguran que se encargarán de que no le falten pobres.
Por otro lado ver que Hebe coincide con TN, nos hace pensar en algún tipo de milagro. Pero de ahí a hablar de un papa peronista, hay un trecho. Que Pancho, de monaguillo, haya estado en Guardia de Hierro puede ser un dato, pero la gente cambia y el peronismo, con tal de que todos tengan los pies dentro del plato, agrandó tanto el plato que hoy puede entrar cualquiera y todos al mismo tiempo.
Pero este tema de sobresalir de los argentinos de la media planetaria no se termina con el papa criollo. Ya se viene la reina de Holanda (que sigue siendo la hija de papá) y puestos a predecir, no sería raro que al Bambino Veira lo nombren presidente de la FIFA, que Scioli vaya como astronauta a la estación espacial, que Tangalanga sea Nobel de literatura, que Ricardo Fort gane el Oscar a la mejor actuación y que el choripán sea declarado Patrimonio de la Humanidad.
De lo que no hay dudas, es que nos vamos para arriba.

Santiago Varela