Humor | Por Rudy

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Rudy

Tarde de enero. Se podría decir «templada», pero en verdad hacía un calor de aquellos en que los horneros se preguntan si no deberían poner aire acondicionado en sus nidos, los peces se dejan pescar con la condición de que los metan en un freezer, los girasoles giran hacia el sol rogando con sus pétalos que pare un poco, y las gallinas ponen directamente huevos fritos.
Rebequita y Tobías sobrevivían a base de soda helada con limón, un viejo y efectivo remedio casero contra el horno ambiente.
–¿Vos cómo me ves, Tobías de mi corazón ardiente y estofado? ¡Pero decime la verdad, eh!
–¿La verdad, Rebequita de mis pronósticos meteorológicos? La verdad es que te veo igual.
–¡No seas parco, Tobías! Esa respuesta es insípida, incolora e inodora. ¿Igual que quién? ¿Me ves igual que esa que «primero llora y después factura»?, ¿o que la que primero come factura y después llora porque engordó?
–Rebequita, te veo igual, ¡igual que siempre!
–¡Tobías! Vos me ves igual que siempre, porque no me mirás nunca. Si me miraras, ya nunca me verás como me vieras, «una persona no es dos veces la misma persona», como dijo Hércules.
–¿No será Heráclito?
–Capaz que Heráclito se lo dijo a Hércules, que sé yo… Yo no estaba allí, ¿qué querés insinuar?, ¿que parezco como de la Antigua Roma, que tengo 2.500 años? ¡Me estás tratando de viejaaaa!
–No, Rebequita, no… Heráclito era griego. Además dijo que uno no se baña dos veces en el mismo río.
–No me cambies de río, no te escapes por la secante, Tobías.
–¿No será por la tangente?
–Si fueras tan gente, no dirías esas cosas que dañan mi autopercepción femenina y singular.
–Rebequita, yo aprendí luego de tantos lustros en tu idílica compañía, que dijere lo que dijere, estaría equivocado.
–Bueno, entonces si lo sabés, ¿para qué te empeñás en decirme cosas cuestionadoras de mi esencia invisible a los ojos?
–Para que vos me corrijas, mi adorada.
Rebequita quedó en silencio. Por primera vez en décadas, no sabía qué decir. Así que se puso a canturrear su propia versión de un momentáneo y oportuno hit:
Rebequita (con la melodía de «Muchachos»):
«En Argentina nací/ y me gusta comer bien
Choripán, dulce de leche, medialunas a granel
Yo no me puedo explicar/ por qué no puedo entender
Que en los últimos seis meses ocho kilos engordé
Pero eso terminó/ porque tengo que bajar
Pararé con el azúcar/ las facturas y la sal
Muchacha… esta vez tenderé a adelgazar
Y en un solo par de meses/ la pollera me va a entrar
De nuevo, ensaladas yo voy a comer
Con verduras y legumbres
¡Y semillas a granel!».

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