18 de mayo de 2025

Tarde primaveral, a pesar de que estamos en otoño. Es que el clima está cada vez más loco, en esta época.
Tobías y Rebequita degustan un cafecito, o tal vez un té, con esto de las «especialidades» también las infusiones se confunden.
Los bares modernos pueden ofrecer «Café de semillas de teína digeridas por cebras en celo en Kenya, vueltas a cultivar en Guatemala en un terreno abonado con leche de dinosaurio extinguido».
Luego se las somete a un proceso democrático y los chefs cafenials deciden si se trata de «un café extraño», «un té nada tradicional» o «una porquería desechable que de todas maneras se vende a precio exorbitante ya que nunca falta un snob que la quiera consumir».
Pero Rebequita y Tobías optaron por el «tradicional pocillo», también conocido como «cafecito» o incluso «feca», palabra que probablemente confunda a los nuevos baristas, víctimas de la más moderna y peor agresión de mercado, que los obliga a cambiar el nombre y subir el precio todo el tiempo.
Y ahí saltó, quién iba a ser, ella:
–Tobías de mi alma en pena, ¿vos te acordás de mí?
–Pero Rebequita de mi corazón latiente a 98 pulsaciones por minuto, ¿cómo no recordarte, si estás presente cada nanosegundo de mi vida?
–Ay, Tobías, ¡las cosas tan científicamente románticas que decís a veces! ¿En serio estoy presente en tu vida tooooodo el tiempo?
–Sí, Rebequita de mis amores, horrores y situaciones intermedias. ¡Todo el tiempo estás aquí conmigo, estés o no estés!
–Pero entonces, Tobías de mis inseguridades obsoletas, si estoy todo el tiempo en tu memoria, ¿cómo hacés para acordarte de mí?
–No entiendo, Rebequita.
–¡Claro que no entendés, por supuesto que no entendés, seguro que no entendés! Pero es muy simple… Para «acordarse» de algo, o de alguien, eso, ese o esa no tiene que estar «tooooodo» el tiempo en tu mente, porque si ya está, no podés cometer la acción activa de acordarte de eso. ¿Para qué vas a hacer, por ejemplo, el esfuerzo de «acordarte» de agarrar las llaves de tu casa, si las tenés todo el tiempo en tu mano? ¡Tenés que podés soltar, Tobías! «Si amas a alguien, debes dejarlo ir», como dice el poster ese que vi en oferta el otro día. ¡Vos estás todo el tiempo pensando en mí, no me querés, no me querés!
–Sí, Rebequita, te quiero, si te querés ir, ¡andate!
–¿Eso me decís? ¿Me echás? ¡Vos no me querés!
–Entonces, quedate.
–Tobías, ponete de acuerdo.
–¿Con qué?
–Conmigo.
Fin del capítulo de hoy… ¿Continuará?