Humor | Por Rudy

Recalculando

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Rudy

Tarde findeañera, nochecita tal vez. Tobías y Rebequita degustando un café (quizás uno entre los dos, por la inflación).
–Decime una cosa, Tobías de mis retruécanos infalibles, ¿vos me querés?
–Sí, Rebequita de mis mollejas al verdeo calidad exportación… ¿pero por qué me hacés esa pregunta?
–Tobías de mi corazón de melón rocío de miel… mi pregunta no era esa.
–Pero es la que me hiciste, Rebequita de mi alma empeñada al 30%.
–Sí, pero te hice esa, para después hacerte esta otra, porque quería aprovechar la promo «Dos preguntas al precio de una», de acuerdo con una oferta que me llegó. Y la otra pregunta es: Vos, ¿a cuánto me querés?
–Rebequita, me parece que a tu pregunta le sobra una «a» y no está la época como para despediciar letras; pero si vos querés saber «cuánto» te quiero, pues te quiero mucho, «te quiero vida mía, te quiero vida mía, ven a mí abrazame».
–Ay, Tobías, cuando no sabés qué decirme te autopercibís Nino Bravo. Bueno, mejor, por lo menos no te percibís Toto Caputo.
–No entiendo, Rebequita de mis sabañones, ¿qué tiene que ver ese tipo en nuestra relación?
–No lo sé, Tobías de mis berenjenas encarecidas. Parece que el presidente decidió que entre el lobo y Caperucita se puede establecer un contrato de libre almuerzo, van a echar a tres de los siete enanitos de Blancanieves, a la Bella Durmiente le van a descontar el sueldo por las horas en las que se la pasa durmiendo en vez de laburar, Alicia va a ir al país de las baratijas, A Pinocho no lo va a remendar el viejo cirujano porque no lo cubre la prepaga, Pulgarcito no va poder tirar miguitas de pan porque el precio se fue a las nubes, y Toto Caputo va a ser la nueva hada madrina de Cenicienta, y va a convertir la calabaza en otra calabaza igual, pero muuucho más cara.
–Pero eso qué tiene que ver con… ¿a cuánto te quiero?
–Ay, Tobías de mi populismo arcaico, se ve que vos no entendiste que se puede querer de muchas maneras. Mirá, se puede querer tipo oficial, tipo paralelo, tipo contado con liqui, tipo ahorro, tipo tarjeta, tipo turista… ¡El amor tiene taaantos matices! ¡Pero se ve que vos, de romanticismo de mercado, no sabés nada!
–¿Romanticismo de mercado?
–Sí, Tobías, porque está el romanticismo de Estado, que es muy planificado, si querés inclusivo, pero que no nos permite disfrutar de la incertidumbre. En cambio, en el de mercado… los besos, los abrazos, las caricias, se ajustan a la oferta y a la demanda, ¿entendés?
–No, Rebequita.
–No importa, Tobías, te lo van a cobrar igual.

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