Humor

Saber o no saber

Tiempo de lectura: ...


(Hugo Horita)

 

Rebequita disfrutaba placidamente de su té de berenjenas con esencia de brótola, y un leve touch de wolframio, lo que le daba a la infusión un blend sin duda único, un hit entre las generaciones venideras para las que lo virtual trasciende incluso el acto gastronómico.
En eso estaba, cuando entró Tobías.
Ansioso, pero no tanto como para que le cante un bolero, él miro para los ocho costados, que en verdad eran cuatro, pero miró dos veces para cada lado, y cuando se supo a salvo en la intimidad del lugar, le dijo:
–Rebequita de mi alma en compota, tenemos que hablar de ciertas cosas.
–¿De qué cosas, Tobías de mi corazón incendiado que no recibe el aliento del rabino Bergman? ¿De qué se trata, Tobías, ganador de la adjudicación directa para construir el amor sin licitación previa? ¿Qué te preocupa tanto, mi Panama Peiper?
–Ese es el problema, Rebequita de mi alma desnuda que intenta comprar zapatillas en 12 cuotas. Ese es el problema.
–¿Cuál, Tobías de mi hipersensibilidad a los antibióticos?
–Ese es el problema, que no se cuál. Entiendo que debemos hablar de algunas cositas, pero si me preguntás cuáles, no lo sé.
–Tobías de mis íconos rotos, no te hagas el galán seductor conmigo, que ya conozco de manera exhaustiva esas artimañas dignas de mejor usufructo. Vos te hacés el ignorante para que yo caiga rendida a tus pies, porque si hay algo que nos vuelve locas a las mujeres, es la ignorancia masculina. Esos hombres que no saben ni cómo se llaman, nos derriten, Tobías de mi amor centrifugado, y nos hacen olvidar viejos amores que, en su falsa omnisciencia, nos hacía pasar por ignorantes a nosotras.
–¿A ustedes, quiénes? ¡Yo acá solo veo a una mujer, Rebequita! ¡No me digas que estás sufriendo una mitosis y estás por duplicarte!
–Tobías de mis rasgadas estaturas, no te hagas el necio frágil para conseguir mis favores. Vos sabes que la ignorancia paga, en el sexo y en la politica. Cuanto menos sabés, más te votan. ¡Mirá Trump!
Tobías se quedó mudo. Lo peor, es que ni siquiera podía alegar desconocimiento. Así son algunas mujeres. Y algunos hombres.

 

Estás leyendo:

Humor

Saber o no saber