12 de julio de 2017
Sí señores, se acabó la joda. No puede ser que uno se mate gobernando este país, sin vacaciones, sin descansos, vocacionalmente y que después las cosas, por culpa de los mismos beneficiarios, salgan chingadas.
Aunque mi amigo Durán Barba me prohíba hablar de economía durante la campaña yo no puedo esconderme. La inflación tiene que bajar y para eso, afirmo yo, tiene que dejar de subir. (Le voy a decir a mi secretario que anote esta frase que me salió redonda). Y el problema es que por más que le pongamos onda y mucha alegría, la inflación sube y el déficit fiscal aumenta.
Ahora no me acuerdo bien qué era el déficit fiscal, pero sí me acuerdo que me dijeron que no tenía que aumentar y me informan que sigue creciendo. ¡¿En qué quedamos?! También me notifican –porque yo tengo que estar informado– que por ahora el déficit lo estamos cubriendo con préstamos. Incluso con uno a cien años, lo que significa que el gobierno confía en que este país siga existiendo, por lo menos mientras haya que pagarlo, o sea cien años. ¡Esto se llama tener confianza en el futuro del país!
Lo de la deuda funciona, y aunque la gente se queje de que no sabe en dónde están los dólares, seguramente en algún lado estarán y alguno de mis 19 ministros… ¿o 21?… lo debe saber. Para eso les pago. Pero igual hay que ahorrar más. No se puede gastar tanto y mucho menos en pavadas como darle guita a gente que ni siquiera trabaja, como los jubilados o las viudas o los discapacitados. ¡¿Estamos todos locos?!
Por eso les digo, se terminó la joda. Se terminó la teta del Estado que amamanta gratis a cualquiera. Desde ahora el que quiera prenderse, tendrá que sacar la billetera. Como dice el dicho: «Poniendo estaba la gansa que era gorda y era mansa».
Pero para que vean que también tenemos sensibilidad social, sobre todo ahora que hay elecciones, vamos a ayudar a todos. Ejemplo: ya ordené que para que los que menos tienen puedan acceder a la canasta básica, achiquemos la canasta básica. ¡Canastita básica para todos y todas!
También habrá millones de puestos de trabajo. Todavía no me han informado muy bien cómo ni dónde, pero seguramente comenzarán a llover las inversiones y eso hará que en la primavera lleguen los famosos derrames que al llegar al piso harán que los brotes verdes se multipliquen. Seguro. O casi seguro. Pero para eso hay que laburar, poner el lomo y dejar de quejarse y pedir aumentos, paritarias y esas tonterías.
Insisto. Señores: aquí, se acabó la joda.