30 de octubre de 2025

Esa mañana salgo de mi casa, esquivo a un exmotochorro que por el precio de la nafta ahora pasó a ser bicichorro y enfilo para el súper chino donde, como no hay más inflación, los precios pueden aumentar libremente.
Llego y me encuentro al dueño, Chun Xia, parapetado detrás de un muro de cajones de cerveza, con casco y una escoba en la mano.
–¿Qué pasa Chun? ¿Se vienen los marcianos?
–No, malcianos no, venil malines yanquis. No quelel chinos en Agentina. Yo defendel negocio.
Como no podía explicarle que no solo no quieren que haya chinos, sino tampoco argentinos, porque, si además de vender el país barato, se lo entregamos desocupado es mucho más negocio, lo dejé a Chun, transformado ahora en eje del mal, y seguí con lo mio.
Hago una cuadra y me cruzo con Pepe Arbolito que voceaba «euros, real, pesos, barato los pesos».
–¿Que estás vendiendo Pepe, pesos? ¿Te rayaste?
–No, Dolape, ahora Trump compra pesos argentinos y los compra con dólares cara grande. No sé si estamos en el paraíso o en un sueño, pero esto está pasando.
–Paraíso no creo y más que sueño es una pesadilla. ¿Vos creés, sinceramente, que el Tesoro yaqui puede comprar pesos argentinos, que en los últimos años tuvimos diez modelos distintos, por dólares, a cambio de nada? –pregunté mirándolo fijo.
–No sé… supongo que algo pedirán… alguna cosita… un poco de uranio… o litio… u oro que deja más… alguna base militar… un cacho de Patagonia… refundar el Central Bank… algunos científicos… el Paraná… llevar al Ministerio de Economía a Miami… ponerle alguna estrellita a la bandera… no sé, no se me ocurre –contestó balbuceando–. Lo que yo sé es que hoy vendemos pesos por dólares y yo me anoto. ¿Qué va a pasar mañana? Ni Mandrake el Mago lo sabe.
Lo dejé a Pepe Arbolito haciendo su trabajo de hoy por hoy, que ya es un estilo de vida nacional, hago unos metros, me cruzo con un poste que tenía una lengua y al pasar noto que el poste se mueve. Me fijo bien y veo que se trataba de Ronnie Wood, de los Rolling Stones, que se había disfrazado de poste, cosa que mucho no le cuesta.
–Ronnie, ¿qué hacés por aquí, por el sur perdido?
–Me mandaron los muchachos. Estamos preocupados. Nos llegaron rumores de que apareció un rock star, uno bajito, melenudo, que dicen que la rompe.
–Que la rompe, no hay dudas. Rompe todo lo que puede, pero cantar… Los que saben dicen que más que cantar, grita –expliqué.
–Puede rebuznar si quiere, el asunto es que no nos quite gente a nosotros.
Lo tranquilicé diciéndole que él le quita a los de acá, pero a los de allá les da. Eso parece que lo calmó. Yo aproveché para pedirle un autógrafo y mientras se iba, pensé, «qué suerte que tienen algunos que se van de este país con una sonrisa».
