24 de abril de 2018
(Hugo Horita)
Era en abril, Rebequita y Tobías siempre allí, en la mesa del bar.
–¡Tobías de mis escandalosas alucinaciones, vos me estás engañando!
–Pero Rebequita de mis tardes de soledad compartida, ¿quién te ha hecho creer semejantes patrañas, calumnias, infundios, falacias, y si fuera religioso, hasta diría «blasfemias»?
–Yo no necesito a nadie que me haga creer nada, Tobías de mi tricúspide y mi mitral. Cuando quiero creer algo, me basto y sobro conmigo misma.
–Pero decime, Rebequita de mis melancólicas coplas, ¿acaso me viste con alguna mujer?
–Sí, Tobías, te vi con una mujer, pero ese no es el problema, porque esa mujer con la que te vi, era yo misma.
–Y entonces, Rebequita de mis espiritualidades agnósticas, ¿cuál es tu dramaturgia?
–¡Tobías, Tobías, Tobías!
–No me tripliques, Rebequita de mis picaduras punzantes, que con ser uno solo ya tengo suficientes problemas. Lo único que me falta es tener que hacer aportes jubilatorios por tres.
–No te evadas por la tangente ni por la cosecante, Tobías; no te excuses en el número ya que no podés hacerlo en el género. Vos sabés muy bien de qué te estoy hablando. ¡El problema no son las mujeres con las que te vi, sino tooodas esas con las que no te vi!
–Pero Rebequita de mis maravedíes, ¿cuál es el problema, si no me viste?
–¡Pero que pedazo de retraso jurídico tenés hoy, Tobías de mis retruécanos! Que yo no te haya visto no quiere decir que vos no hayas estado. Todo lo contrario, si no te vi, es porque estuviste, pero me lo querés ocultar. ¿No conocés el nuevo concepto del derecho «Vesre probandum»?
–¿Y eso?
–Pues que nuestras autoridades la tienen clara: «Los delitos de hoy en día no dejan pruebas». Así que «si no hay pruebas, es porque hubo delito». Hasta en Brasil ya lo están aceptando con su propio ex. Y si vos seguís así, vas a ser mi propio ex.
Y ahora me voy.
–¿Dónde vas, Rebequita de mis tréboles y picas?
–Voy a salir con Joselino.
–¿En serio, me vas a engañar con él?
–No entendés nada, Tobías; es justamente al revés. Lo hago para que tengas pruebas de que no hay otro hombre mas que vos en mi vida.
Y se fue.
Desolado y solo, Tobías llamó al mozo.
–Tráigame una botella de whisky, hoy no voy a tomar alcohol.