Humor

Tobías paga

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(Ilustración: Hugo Horita)

Tarde primaveral. El bar, como siempre, lleno de ilusiones, y en esa mesa del fondo, contra la ventana, dos voces oír se dejan.
–Rebequita de mis entrañas un poco cocidas, ¿no te parece un poco excesiva la cantidad de medialunas que solicitaste? ¡Seis, para acompañar un solo café con leche!
–Pero Tobías de mis estrógenos soliviantados, ¡estás cometiendo un error o bien un equívoco! Casi te diría que una errata.
–En tal caso, disculpame, Rebequita de mis primeros desengaños alimentarios. ¿Pediste solamente tres?
–No, no, Tobías de mis aciertos coyunturales. El pedido es correcto, la cifra no tiene mella, el error lo cometiste al sugerirme que eran demasiadas. ¡A una dama, nunca se le pregunta la edad ni se le sugiere disminuir u ocultar la cantidad de medialunas! Por otro lado, ¡no son para acompañar el café con leche! ¡Para eso estás vos! ¡Yo no le dije a la tía Ezequiela que me iba a tomar un café con leche «con medialunas», sino «con Tobías». ¡Vos viste cómo es la tía, medio conservadora! Siempre me dice: «Una muchacha decente no debe ser vista sola ingiriendo medialunas».
–Igualmente, me parece un exceso.
–Ay, Tobías de mis representaciones teatrales, ¡no seas paleozoico! ¿De qué tenés miedo?, ¿de que no te dé el presupuesto? ¡Cualquier cosa pedimos un crédito y listo!
–Rebequita de mis ínfulas desinfuladas, ¡mirá si voy a pedir un crédito para pagar unas medialunas! Además, ¿quién me saldría de garante, el panadero?
–Tobías de mi sagrado intestino grueso, lo que yo quería decirte es que no debés hacerte problemas, conflictos o incómodos interrogantes por mis medialunas. ¡No son vigilantes, que te podrían reprimir; tampoco son sacramentos, que podrían traerte reminiscencias religiosas que por ahí preferís mantener olvidadas; son medialunas, democráticas, inclusivas y populares, sociológicamente hablando.
–¡Pero son muchas!
–¿Qué te agarró, Tobías de mis vapores húmedos? ¿Sos un caso moderado de gonzalesfraguismo? ¡Me vas a decir ahora que «durante doce años les hicieron creer que tenían derecho a comer medialunas, pero era mentira»? ¿O que tenemos que hacer dieta ahora y comerlas en el segundo semestre?
Tobías no respondió. Tomó una medialuna y la miró con ternura. A Rebequita. Creo.

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