Humor

Viajar es la cuestión

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(Hugo Horita)

Tarde invernal. No llueve, pero es como que se mojaran igual. El bar siempre es un refugio. Y en la mesa de al lado, Tobías y Rebequita, ¡presentes!
–Tobías de mis sagradas lecturas, ¡eres un chichipío negligente, imprudente e imperito!
–No me escarnies, Rebequita de mis amores contrariados, que para reproches me alcanza con mi propio sufragio pretérito.
–No te escudes en el pasado, no te atrincheres en lo ya ocurrido, Tobías. Tú sabes que a esta altura de tu vida, ya deberías tener, cuando menos, una visa.
–Pero, ¿para qué quiero semejante implemento, Rebequita de mis jubilaciones no reparadas? Yo no estoy por viajar a ninguna parte.
–No te deslices por la tangente lingüística, Tobías de mi amor remoto. ¡La visa no tiene nada que ver con viajar! En tu vida cotidiana y alienada, te avisan, te revisan, te supervisan, te televisan y si tenés mucha mala suerte, ¡te esclavizan! ¿Cómo no vas a tener una visa?
–Rebequita, ¡me parece que tenés ganas de viajar!
–Ay, sí, Tobías de mis mollejas al estragón, ¿cómo te diste cuenta?
–Es muy simple, Rebequita de mis escarbadientes sin uso. Yo no tengo ganas de viajar y en cada pareja, dúo, o relación sin fines de lucro, siempre que uno de los dos no tiene ganas de viajar, el otro sí.
–Ay, Tobías, y ¿adónde no tenés ganas de viajar?
–Bueno, a ver… ¡A Brasil! No tengo ganas de viajar a Brasil, porque ahí tienen un gobierno neoliberal.
–¿Y cuál sería el problema, Tobías de mi corazón extrasistólico? ¡Si acá también hay uno!
–Justamente, Rebequita de mis pocas pertenencias, ¡justamente! Si ya tenemos uno acá, ¿para qué voy a ver el de allá? Si quiero ver represión, desocupación y recesión, ¡no me voy a tomar un avión y viajar parado varias horas, cuando puedo verla a pocas cuadras de mi casa!
–¿En tu barrio hay todo eso, Tobías?
–No todavía, Rebequita de mis contubernios, pero ya va a llegar, ya va a llegar. Están haciendo las cosas para que no falten en ningún barrio, ni pueblo.
–¿Ves, Tobías? Ahora nadie va a tener que irse lejos para vivir esta experiencia. ¡Pensar que nos hicieron creer que no teníamos derecho a tener nuestra propia crisis, que había que viajar para verla!

 

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