Informe especial | ESTADOS UNIDOS

El aliado inesperado

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Alberto Ferrari

Para algunos fue un inesperado «puñetazo» en la cara de las multinacionales farmacéuticas. Otros, destacan que constituye un giro histórico que quedará reducido a un gesto simbólico. Y hay quienes enumeran los funcionarios del presidente Joe Biden que previamente fueron lobbistas de la industria, incluido el propio Biden.
El giro del Gobierno de Estados Unidos de apoyar una suspensión temporal de las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) sobre la propiedad intelectual de las vacunas cayó como una bomba en medio de una confrontación que comenzó en octubre pasado cuando India y Sudáfrica presentaron la propuesta que, a través de los meses, sumó el apoyo de un centenar de países, incluida Argentina. La postura de Biden ya ha logrado quebrar el frente europeo, donde conviven posturas disímiles, pues España, Francia e Irlanda son abiertamente partidarios de suspender las patentes, lo que constituye de por si un mérito. Por su parte, la industria farmacéutica respondió rápidamente. «Omitir los derechos de propiedad intelectual descarrilará el progreso de la vacuna», aseguró el CEO de Pfizer, Albert Bourla. No aclaró que los derechos monopólicos de patentes son indispensables para que Pfizer y otros laboratorios vendan sus vacunas a 150 dólares sin la competencia de versiones genéricas más baratas fabricadas no solo en India o Pakistán, sino también por competidores de Canadá, Chicago o California.

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