Informe especial | COOPERATIVAS Y MUTUALES

El trabajo de cuidar

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Para reproducir la vida y la sociedad, las personas requieren de la atención de otras personas. La organización solidaria de un trabajo tan antiguo como la humanidad.

Mar del Plata. La Cooperativa de Cuidadores Domiciliarios, una de las fundadoras de la Red de Cooperativas de Cuidados nacida en 2018.

Foto: Juan M. Quintanilla

Todos los seres humanos necesitamos ser cuidados en distintos momentos de la vida, por motivos diferentes y por períodos de tiempo más o menos extensos.
Se escucha cada vez más hablar sobre «el cuidado de las personas». En este aspecto, fueron las luchas feministas las que abrieron camino para lograr mayor reconocimiento de quienes cuidan a las personas con discapacidad, a quienes requieren de atención en la vejez o en la primera infancia, entre otras actividades. 
El cuidado se trata de una actividad imprescindible para la vida, históricamente realizada en una amplia mayoría por mujeres e invisibilizada como pocas. Con la extensión en la esperanza de vida, en una familia llega en ocasiones a haber hasta tres generaciones que necesitan de cuidados. Se ha producido así una «sobrecarga», especialmente sobre las mujeres. 
Los cuidados pueden brindarse en el interior de las familias, a través de organizaciones públicas, mediante personas cuidadoras que trabajan de forma independiente, empresas lucrativas y el universo que nos ocupa: el de las cooperativas de trabajo que prestan servicios de cuidados. Los principios y valores del cooperativismo, y de las organizaciones de la economía social y solidaria en general, que ponen en el centro a la persona y sus necesidades, se encuentran fuertemente vinculados con los nuevos enfoques de salud, los cuales involucran una mirada integral. Estas cooperativas, a su vez, brindan una fuente de trabajo digno a las personas asociadas. 

Necesidad y derechos
Las cooperativas de cuidados pueden, con el apoyo fundamental y oportuno del Estado, dar respuesta a una necesidad que es un derecho: el derecho al cuidado. Si bien se trata de un fenómeno reciente en nuestro país (que se expandió fundamentalmente a raíz de la pandemia), existen otras experiencias nacionales, como las de Italia y España, en las que las cooperativas de cuidados constituyen un sector relevante del entramado económico y social de ciertas regiones, con una política de Estado activa.
Prestar servicios de cuidados a través de una cooperativa puede ser una oportunidad de desarrollo y fortalecimiento relevante, si se tiene en cuenta que quienes se dedican a esta actividad suelen ser mujeres de bajos ingresos, muchas de ellas madres jefas de hogar, que encuentran en la cooperativa un espacio de contención y de acompañamiento. Pero, además, mediante la organización social y solidaria, estas mujeres ganan poder de negociación para acordar condiciones de trabajo y honorarios con las familias de las personas a cuidar, gozan de mayor flexibilidad para definir los horarios de sus guardias y acceden a mayores oportunidades de capacitación, formación y profesionalización. 

Cooperativas organizadas
Entre los meses de noviembre de 2021 y marzo de 2022 desde la Incubadora de Cooperativas y Mutuales de Cuidados (INAES-AMAPEPYP) trabajamos en un mapeo y relevamiento destinado a conocer en mayor profundidad a las cooperativas de cuidados de todo el país. Partimos de datos provenientes de diferentes proyectos de investigación y vinculación llevados adelante por universidades, como las nacionales de Tres de Febrero, Quilmes, Lanús, y la provincial de Chubut, entre otras, y con información de la Comisión Técnica de Economía del Cuidado del INAES, creada en 2020. 
El equipo del mapeo y relevamiento partió de esta información, haciendo foco en aquellas cooperativas que habían obtenido su matrícula y se encontraban vigentes. Por otro lado, a partir de los intercambios sostenidos con la Secretaría de Economía Social del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, fuimos incorporando a otras cooperativas. 
En el relevamiento identificamos a 138 cooperativas de trabajo dedicadas a prestar servicios de cuidados de personas, a las que denominamos «cooperativas de cuidados». Elaboramos luego una encuesta para conocerlas en mayor profundidad, que fue respondida por 49 cooperativas. 
Los números revelan que, en cuanto a los rubros de actividad de cuidados que realizan, un 48% de las cooperativas asisten a personas mayores; un 37% se dedica al acompañamiento integral y a la inclusión socio-laboral; un 33% a cuidar a personas en situación de discapacidad y un 28% a la primera infancia. Si bien la mayoría de las cooperativas se dedican a un único tipo de actividad, un 30% se aboca a dos, tres o más actividades; es decir, atienden a diferentes necesidades. 
Como ya se mencionó, la participación del cooperativismo en la prestación de los servicios de cuidados es en general un fenómeno reciente en nuestro país (si bien existen cooperativas, como Sol.Tre.Cha de Resistencia, Chaco, con más de 20 años recorridos). Si se analiza el momento del tiempo en el que fueron creadas las cooperativas, la mayor parte logró su matrícula en los últimos tiempos. Entre 1960 y 1990 apenas se crearon tres cooperativas, e incluso hasta el año 2000 el número era muy pequeño. El crecimiento se profundizó a partir de 2019 y alcanzó su pico en 2021 (considerando los datos existentes al momento de elaborar el informe). A partir de nuestro trabajo, encontramos que más del 60% de las cooperativas relevadas habían nacido entre 2017 y 2021. 
Hasta ese momento, las cooperativas estaban presentes en las distintas provincias del país salvo en cuatro: San Luis, Corrientes, San Juan y Catamarca. Es decir, el grueso de las provincias argentinas cuenta con experiencias pioneras que pueden, siguiendo los principios cooperativos, colaborar con otros emprendimientos similares para su creación y crecimiento. 
En concordancia con el patrón fuertemente centralizado que muestra Argentina en otros aspectos, la gran mayoría de las cooperativas relevadas, un 72%, son de la Región Pampeana, seguida de lejos por Patagonia, con un 13% de las experiencias.
En cuanto a su composición, en promedio las cooperativas de cuidados cuentan con 20 personas asociadas. El 50% de las empresas autogestivas relevadas son del grupo de las más pequeñas: se integran por entre 3 y 10 personas asociadas, y un 27% son del estrato siguiente: cuentan con entre 11 y 20.

Feminización de los cuidados
Como se subrayó previamente, tanto el trabajo de cuidados remunerado como el no remunerado (es decir, realizado en el interior de los propios hogares) es llevado adelante fundamentalmente por mujeres. En el relevamiento que llevamos adelante se evidencia esta misma realidad: en un 67% de las cooperativas, más del 80% de las personas asociadas son mujeres. Dentro de este grupo, 12 de las cooperativas; es decir, una de cada cuatro informaron que se encuentran íntegramente conformadas por mujeres. 
Otra información importante a destacar es la cantidad de personas usuarias de los servicios: un 60% de las cooperativas relevadas atiende entre 2 y 30 personas. Es decir, en su mayoría las cooperativas prestan un servicio de pequeño alcance. De allí que en el informe destaquemos que existe una importante oportunidad de que el Estado se vincule virtuosamente con estas organizaciones de la economía social y solidaria para la prestación de servicios de cuidado, caracterizados por la necesaria proximidad.
En cuanto a las condiciones de trabajo, y siendo coherentes con el principio de colocar a las personas en el centro, las cooperativas, a diferencia de la mayoría de las empresas lucrativas, suelen ser flexibles en cuanto a la cantidad de horas trabajadas. Esto involucra una ventaja muy importante para las personas asociadas. Las horas trabajadas en la cooperativa dependen usualmente de cómo pueden las mujeres asociadas organizar el cuidado de sus propios hijos e hijas. Por otro lado, el ingreso percibido por hora se relaciona con las necesidades de apoyo de la persona asistida, lo cual impacta en el retorno mensual promedio. Considerando estos aspectos, contamos con información en este punto para 34 cooperativas: en más del 76% de las organizaciones que respondieron la pregunta al momento de elaborar el informe, el retorno mensual promedio era menor a 40.000 pesos.

Trabajo en red
Como ocurre con las demás organizaciones de la economía social y solidaria, la participación en redes fortalece a las cooperativas de cuidado, ya que les permite acceder a saberes y experiencias y vincularse más fácilmente con federaciones de cooperativas e instancias gubernamentales. 
En el relevamiento realizado destacamos a dos de estas redes: la Red de Cooperativas Sociales, que nació en 2017 por iniciativa de emprendimientos de salud mental, y que actualmente integra a más de 60 organizaciones que promueven la integración socio-laboral de grupos sociales usualmente excluidos del mercado laboral; y la Red de Cooperativas de Cuidados, que nació en 2018 producto del intercambio entre CONARCOOP (Confederación Argentina de Trabajadores Cooperativos Asociados) y la Cooperativa de Cuidadores Domiciliarios de Mar del Plata. Con posterioridad, se incorporó a esta Red la Incubadora de Cooperativas y Mutuales de Cuidados, lo que permitió la vinculación de nuevas cooperativas. El trabajo en red facilita un intercambio fluido y cotidiano para acompañar grupalmente el crecimiento de cada una de las organizaciones. 
Las cooperativas cumplen hoy un rol fundamental en la tarea de cuidados y su trabajo, formación y experiencia muestran que están en condiciones de prestar servicios de calidad basados en la proximidad. Sin embargo, su desarrollo no puede quedar solo en sus manos. Es necesario apostar a la construcción desde el Estado de un Sistema Integral de Cuidados de modo de avanzar en este camino. 

Ariana Sacroisky
Equipo Técnico de la Incubadora de Cooperativas y Mutuales de Cuidados

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