16 de noviembre de 2023
Bajo la denominación de catolicismo popular se puede relatar una historia casi paralela a la anterior que habla de la religiosidad expresada en la cotidianeidad del pueblo en torno a devociones como la de San Cayetano o la Virgen de Luján que movilizan a las masas, pero que además de la fe religiosa sintetizan también luchas sociales y reivindicaciones de derechos.
Esta vivencia muy propia de la cultura argentina tiene manifestaciones masivas como las peregrinaciones, pero también realidades más acotadas en los barrios y en pequeñas parroquias, donde los protagonistas son los curas villeros o de opción por los pobres, pero también fieles laicos y laicas que en su labor integran lo religioso, lo cultural, la acción solidaria y también la política. Todo ello organizado desde lo confesional, pero con bastante autonomía –que no siempre podría leerse como prescindencia– de la institucionalidad católica significada en los obispos.
La gran mayoría de estos espacios religiosos han servido también como eficaz sostén de las políticas asistenciales del Estado en todos los niveles jurisdiccionales. Sin perder de vista también que durante la dictadura los mismos ámbitos fueron lugar de resistencia, en democracia continuaron como comedores populares, centros de asistencia, contención y acogida para pobres, personas indigentes y en situación de calle.
Se configuró de esta manera otra cara no menos importante de la Iglesia Católica, diferente de la institucionalidad eclesiástica, directamente relacionada con los movimientos sociales y una parte del sindicalismo, y más cercana al pueblo y a la política.
