Informe especial | EDUCACIÓN

Las aulas, la crisis y la vida

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Luciana Rosende

El impacto de la situación económica en la realidad de estudiantes y docentes universitarios es cada vez más notable: renuncias, cierre de cursos y profesores trabajando de choferes de Uber para sobrevivir.

UBA. Desde diciembre de 2023 más de 10.000 docentes abandonaron sus cargos por los bajos sueldos.

Foto: Getty Images

Docentes que renuncian. O que sustituyen horas de clase por horas de Uber. Concursos que solían ser muy preciados y hoy quedan desiertos. Profesores con largos años de experiencia reemplazados por jóvenes que dan sus primeros pasos en la enseñanza. Cátedras con menos cursos, menor diversificación horaria y mayor sobrecarga en las aulas. El impacto cotidiano de la crisis universitaria es palpable entre quienes dictan las clases. Y comenzará a sentirse, cada vez más, sobre quienes están del otro lado.

«Perdimos más de 100 docentes en lo que va del año, es muchísimo. Eso repercute porque los cargos que se van perdiendo eran los que habilitaban tener más comisiones, más franja horaria. Eso es lo que se está reduciendo. Se va achicando la posibilidad de diversificar en términos de cátedras las cursadas. Todavía no tenemos el registro de cuánto repercute, lo sabremos a fin de año; pero creemos que estamos teniendo pérdida de estudiantes», dice Beatriz Gentile, rectora de la Universidad Nacional del Comahue, en Neuquén.

«Lo otro que vemos como novedad es la renuncia de no-docentes. Profesionales que ingresaron por concurso en marzo y a los dos meses renunciaban por el nivel salarial. Dejan cargos de planta por el bajo sueldo», señala en diálogo con Acción. Por caso, hace dos meses hubo en su universidad un concurso para el manejo del sistema de gestión académica SIU Guaraní: quedó desierto.  

En Santa Fe, la Universidad Nacional del Litoral (UNL) registró 151 renuncias entre 2024 y lo que va de 2025. La Universidad Nacional de Rosario (UNR), 197. Su rector, Franco Bartolacci, analiza el impacto de la sangría: «No tuvimos que resentir ningún dictado de cátedra o de carrera, se puede reponer ese cargo que se pierde. El problema es que en muchos casos no se vuelve al punto anterior, porque se trata de renuncias de profesores con muchos años de formación y se repone con alguien inicial. Lo mismo pasa con quienes no renuncian pero se ven forzados al pluriempleo. Ambas cosas, progresivamente, van deteriorando la excelencia académica». 

Según datos difundidos en agosto por la Federación Nacional de Docentes Universitarios (Conadu), desde diciembre de 2023 más de 10.000 docentes abandonaron sus cargos por los bajos sueldos. 

Plaza de Mayo. Clase pública contra la política de desfinanciamiento implementada por el Gobierno de Milei.

Foto: Getty Images

Poner el pecho
Santiago Ferro Moreno tiene 40 años y hace 15 que es docente universitario. Da clases en la Licenciatura en Administración de Negocios Agropecuarios de la Universidad Nacional de La Pampa. En el último año se vio en la necesidad de sumar otro ingreso y comenzó a trabajar como asesor en venta de bienes y servicios. «Sumar otro empleo se volvió algo necesario –cuenta a este medio– Desde el Gobierno de Mauricio Macri siento que el poder adquisitivo del sueldo docente viene bajando, y estos últimos dos años fueron tremendos. A tal punto que me tuve que reinventar con mi compañera –también docente– y buscar hacer cosas conexas para poder llegar bien a cubrir las necesidades de la familia».

Dice el docente pampeano: «He pensado en este año dejar todo varias veces, pero me pueden más las ganas de ponerle el pecho y tratar de aguantar».

Historias similares trascendieron en distintos puntos del país. Desde Córdoba se conoció el caso de Leonardo Amarilla, doctor en Ciencias Biológicas, licenciado en Genética, profesor con dedicación exclusiva en la Universidad Nacional de esa provincia e investigador asistente de Conicet. Con un salario de $1.300.000, tuvo que sumar horas como conductor de Uber y vender comida casera para pagar el alquiler. 

A mediados de año en la Facultad de Ciencias Químicas de esa universidad se realizó una encuesta entre 275 docentes e investigadores (el 46% de la planta): el 14% dijo «ya estar realizando trabajos adicionales» para llegar a fin de mes. El 35% consideraba renunciar a su cargo docente y más del 50% respondió «considerar» o «ya estar buscando» otro trabajo de tiempo completo. 

Según el informe de septiembre del Grupo EPC, los salarios reales de docentes e investigadores en universidades nacionales, en términos de promedios anuales a partir del nivel que presentan en el primer semestre de 2025, cayeron un 25,9% real contra 2023. «Acumulan con ello una pérdida de 34,8 puntos respecto de diciembre de 2015. Se trata del agrupamiento que tuvo la mayor caída en promedio anual en el sistema nacional de ciencia y tecnología durante 2024».

Vender y cuidar 
«En otros momentos –con diferentes políticas salariales– el multiempleo podía concebirse como un aspecto positivo: nuestras carreras son profesionalizantes en su gran mayoría, por lo que producir el trasvase áulico de la experiencia profesional resulta un factor positivo; pero en el contexto actual no es lo que estamos viendo. La multiplicidad y heterogeneidad de fuentes de trabajo es abrumadora, y se vinculan directamente con los ingresos antes que con la calidad académica buscada en otras ocasiones», señala el Relevamiento de Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo Docente 2025 realizado por la Asociación de Docentes, Extensionistas e Investigadores de la Universidad Nacional Arturo Jauretche (Adeiunaj). 

Ante la consulta sobre el impacto del ajuste en la actividad laboral general, «casi la mitad de docentes respondió que sumó nuevos trabajos –en docencia o vinculadas a su disciplina–, un 19% en actividades no vinculadas a su profesión y 23% dijo que fue alguien más de su hogar quien sumó otra actividad laboral. El 28% manifiesta la necesidad de sumar nuevas actividades y apenas un 15% manifiesta no haber hecho cambios ni necesitarlos».

El registro también muestra que el endeudamiento se volvió cotidiano. «La respuesta colectiva de la docencia se expresa en renuncias o en la sobrecarga de obligaciones laborales, con jornadas extendidas que combinan la tarea académica con otras actividades, tanto afines como diferentes, como por ejemplo la venta por catálogo (Avon) o de chofer en plataformas como Uber». 

Clara Chevalier es historiadora y secretaria general de Adeiunaj. Además del reporte sobre la situación docente, percibe el impacto de la crisis sobre quienes estudian en esa universidad de Florencio Varela. «Está presente el desempleo, también se ve el empleo no registrado y cada vez más presencia del emprendedurismo, el cuentapropismo, tratar de rebuscárselas. Además del pluriempleo». 

La perspectiva de género refleja otra faceta del panorama. En la UNAJ la mayor parte del estudiantado está conformado por mujeres. Y la desigualdad en las tareas de cuidado pesa más en contextos de crisis. «Uno de los principales factores que afecta las trayectorias estudiantiles o provoca deserción es la maternidad y la carencia en la red de cuidados», apunta. Las políticas de desfinanciamiento sobre la ciencia y la universidad tienen, aquí también, su impacto directo: la UNAJ había aplicado para un proyecto de financiamiento internacional, que fue aprobado, para contar con un espacio de primera infancia para docentes y estudiantes madres. «Solo se requería la firma de la contraparte, el Estado Nacional. Pero el Gobierno de Javier Milei nunca designó al funcionario del área responsable y nos quedamos sin guardería, que hubiera mejorado un montón las posibilidades de permanencia del estudiantado», lamenta Chevalier. Y comparte otra postal de época: «Desde mediados de mes vienen menos estudiantes. Se nota. Hay ausencias que tienen que ver con la falta de guita»”.

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