13 de marzo de 2025
¿Cuál es la responsabilidad del Estado, en sus diferentes niveles, en la catástrofe ocurrida en la ciudad bonaerense? Cambio climático, negacionismo ambiental e infraestructura obsoleta, una combinación de alto riesgo.

Viernes 7 de marzo. Las lluvias provocaron decenas de víctimas e incalculables daños materiales.
Foto: Horacio Culaciatti
Cambio climático, infraestructura urbana obsoleta, negacionismo al más alto nivel y retirada total del Estado nacional de la gestión socioambiental. Demasiadas cosas en contra para Bahía Blanca, ciudad del sur bonaerense que el pasado viernes 7 de marzo se vio afectada por un evento meteorológico extremo con lluvias completamente fuera de los promedios históricos (cayeron más de 350 milímetros en pocas horas), con un saldo provisorio de al menos 16 personas fallecidas, decenas de desaparecidos y daños materiales que trepan a los 400.000 millones de pesos, según el intendente de esa ciudad, Federico Susbielles.
En el medio de los cruces políticos por las responsabilidades de cada nivel del Estado en este desastre –que van desde las obras que nunca se hicieron hasta quién paga la reconstrucción, bajo una gestión nacional que hace alarde de haber frenado totalmente la obra pública– la voz de la ciencia es clara y habla a través de datos: el calentamiento del planeta generado por la emisión de gases contaminantes emanada de acciones humanas está en el origen de este evento excepcional: así lo establece un primer estudio rápido de atribución publicado esta semana en Clima Meter.
El trabajo señala que las inundaciones de marzo de 2025 en Argentina «se vieron influidas principalmente por el cambio climático provocado por el ser humano, que intensificó las condiciones meteorológicas que condujeron al evento». Según ese estudio, los episodios de precipitaciones extremas como el del pasado 7 de marzo traen hasta 4 milímetros/día (hasta un 7%) más de lluvia en comparación con la segunda mitad del siglo XX. Los investigadores concluyen que «los patrones alterados de precipitación y viento asociados con las inundaciones de Argentina de marzo de 2025 son en gran medida atribuibles al cambio climático inducido por el hombre», y agregan que la variabilidad climática natural «desempeña un papel menor».
Adaptación, materia urgente
Desde la organización socioambiental FARN (Fundación Ambiente y Recursos Naturales) recordaron una vez más que «ya convivimos con impactos del cambio climático que son irreversibles», como los cambios en los patrones de precipitaciones o los cambios extremos de temperaturas. «Cuando hablamos de pérdidas y daños ya llegamos tarde. El objetivo para prevenir y reducir los impactos de estos fenómenos debe ser la adaptación».
La evidencia científica sobre los impactos del clima extremo en Argentina es abrumadora: el Primer Reporte Bienal ante la Convención de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, publicado hace 10 años, alertaba ya sobre un incremento en la frecuencia e intensidad de lluvias torrenciales en las zonas costeras argentinas. De acuerdo al reporte, esto «podía generar inundaciones permanentes en algunas zonas, sobre todo en la costa sur de la provincia de Buenos Aires».

Patrones alterados. Esquina de Cevallos y Portugal, en el macrocentro de Bahía Blanca.
Foto: Horacio Culaciatti
«Lo sucedido en Bahía Blanca es una muestra más de cómo el cambio climático está alterando el patrón de los fenómenos climáticos», explicaron desde esa organización, para agregar que la infraestructura de la ciudad «no estuvo preparada para manejar los niveles de agua que cayeron en un corto período de tiempo, desbordando la capacidad de drenaje». Esto puso en evidencia tanto la falta de una planificación urbana adecuada, como de planes de respuesta rápida ante eventos climáticos extremos. Atribuciones que solo puede asumir y coordinar el Estado, hoy retirado desde la esfera nacional de todo tipo de gestión territorial.
«Negar la existencia del cambio climático y sus impactos impide llevar adelante políticas públicas orientadas a prevenir y reducir los daños que vimos durante este fin de semana. La naturaleza se encarga constantemente de mostrarnos la realidad, ya advertida desde la ciencia climática desde hace décadas», subrayan desde la FARN.
¿Qué parte le toca al Estado, en sus diferentes niveles, a la hora de adaptar las ciudades a eventos extremos como el ocurrido en Bahía Blanca? La pregunta cobra especial sentido bajo la gestión libertaria de Javier Milei, para quien el cambio climático no existe y el único actor que debe operar a nivel social, es el mercado.
«Como profesional del ambiente y como ingeniera ambiental con un recorrido desde el Estado veo con preocupación la pérdida de cuadros profesionales y la falta de credibilidad en lo académico», dice Cecilia Mijich, ingeniera ambiental y ex secretaria de Ambiente de la ciudad de Rosario. «Es clave que el Estado le otorgue importancia a la situación y empiecen a trabajar con los profesionales más capaces y formados, porque el Estado es responsable de generar los dispositivos para estas cuestiones, debe ser quien ordene y de respuesta a la sociedad», afirma la especialista.
La inundación de Bahía Blanca pone a prueba, una vez más, las capacidades estatales para la prevención y solución de catástrofes naturales cada vez menos naturales, y más agravadas por la acción humana. La deliberada indiferencia de la gestión de Milei ante la enorme problemática socioambiental que plantea el cambio climático, la quita de recursos financieros de Nación a necesidades provinciales y locales y el desguace de organismos imprescindibles como el Servicio Meteorológico Nacional conforman un escenario con más preguntas que respuestas.