Informe especial | 40 AÑOS DE DEMOCRACIA

Los dos modelos

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Alfredo T. García

Las políticas económicas llevadas adelante en estas cuatro décadas delinean un camino minado de avances y retrocesos para el país de la mano, según el caso, del neoliberalismo o de gobiernos populares.

Casa Rosada. El entonces presidente Néstor Kirchner anunció el 15 de diciembre de 2005 el pago total de la deuda al FMI y cortó la relación con el organismo, que no volvió al país hasta 2018, durante el Gobierno de Macri.

Foto: Télam

Estos 40 años de democracia han tenido multiplicidad de matices e implicancias en todos los aspectos de la vida política, económica, social y personal de la ciudadanía. Enfocándonos en la marcha de la economía, los abordajes pueden ser múltiples, y se elegirán los dos más significativos según quien escribe: uno de ellos es la existencia y la competencia entre los dos modelos que se han ido alternando en el Gobierno de nuestro país: el neoliberal y el progresista o nacional y popular. Y que a pesar de los 40 años que han pasado, se mantienen inalterables en su esencia, más allá de las diferencias de estilo de las distintas gestiones presidenciales.
El segundo enfoque tiene que ver con la actitud hacia la deuda externa (que no estuvo al margen de los dos modelos descritos). En especial la relación con el FMI, y dos hitos que la definen: me refiero a la cancelación de la deuda con el organismo realizada durante el Gobierno de Néstor Kirchner (y la consiguiente eliminación de los condicionamientos) y la vuelta al FMI durante la gestión de Mauricio Macri, esta vez con un volumen de endeudamiento inmanejable para nuestro país. No puede analizarse la economía en el período democrático que estamos tratando, sin considerar los impactos que ha tenido la deuda externa en el devenir económico, y la existencia o ausencia de las condicionalidades del FMI.
Puede pensarse que el inicio del devenir de las cuestiones económicas y cambiarias comienza con un suceso bien anterior al que estamos considerando. Me refiero al denominado «Rodrigazo», en 1975, que fue un plan orquestado para hacer el «trabajo sucio» de desgaste de la economía, a través de aumentos significativos de precios, partiendo de las tarifas de los servicios públicos. Por eso no coincido con la visión de ciertos analistas ortodoxos de que este plan fue la salida inevitable de la gestión de José Ber Gelbard y de la política de regulaciones económicas, sino que fue la salida «decidida» por el establishment para preparar la situación para la llegada de la dictadura cívico-militar.
Este suceso inicia ciclos en varios aspectos: no solo de elevada inflación, sino también de lo que luego se llamaría «golpes de mercado» que generalmente se han dado, con mayor o menor efectividad, vía presiones devaluatorias.
Fue durante el Gobierno de Raúl Alfonsín, un período de transición que lógicamente resultó muy difícil, que se gestó esta denominación de «golpes de mercado», y que esa gestión los sufrió significativamente. La economía mostraba considerables debilidades, en gran parte heredadas de la dictadura, más algunas decisiones positivas y otras incorrectas, pero en todo momento bajo los límites impuestos por los condicionamientos del FMI. Los actores que representaban a las grandes corporaciones, a través de la especulación financiera y principalmente cambiaria, operaron decididamente para que los precios gestaran la primera hiperinflación en democracia que tuvo Argentina. El objetivo fue claro: presionar para volver al modelo neoliberal.

Uno a uno
Los inicios de la presidencia de Carlos Menem también estuvieron marcados por los «golpes de mercado», que desencadenaron un nuevo episodio hiperinflacionario. Esta situación derivó en un cambio abrupto de modelo, que dio origen a la «Convertibilidad» como una más de las profundas medidas de corte neoliberal que se tomaron. Entre ellas, la privatización a precios de remate de una gran cantidad de empresas públicas, incluidas las emblemáticas como Ferrocarriles Argentinos, YPF, Obras Sanitarias de la Nación, Aerolíneas Argentinas, entre otras. Cuando se acabaron estos recursos, se comenzó con un período de endeudamiento externo fuertísimo. Resalta también en este período la privatización del sistema de Seguridad Social con la llegada de las AFJP. Se aplicó una total apertura de la economía y desregulación, en un todo de acuerdo con los preceptos del «Consenso de Washington».

De remate. Roberto Dromi, flanqueado por José Estensoro y Julio César Aráoz, abre los sobres de ofertas por la petrolera de bandera en agosto de 1990.

Foto: Archivo Acción


También se afectó la producción y las ganancias empresariales de actividades como la industria (con gran cantidad de cierre de pymes del sector), e incluso la agrícola-ganadera resultó muy afectada (recordar los remates de campos productivos). Tanto las privatizaciones como el deterioro productivo, generaron la desocupación más alta de estos 40 años.
Pero, además, la Convertibilidad (un peso igual a un dólar) nos ataba a la moneda norteamericana, y es así que devaluaciones en México y en Brasil impactaron muy negativamente en nuestra economía. Los llamaron efecto «tequila» y «caipirinha», que generaron una pérdida del valor de los salarios, y la consiguiente degradación social. Junto con esta situación, la imposibilidad de refinanciación de la deuda externa y las dificultades de la moneda atada al dólar, gestaron el abrupto final de la Convertibilidad, y la aparición del «Corralito» impuesto por Domingo Cavallo.

Cambio de rumbo
El período posterior fue un cambio drástico de modelo, hacia una economía nacional y popular, liderada por Néstor Kirchner y luego por Cristina Fernández de Kirchner. Fue un período de gran recuperación de la dura herencia recibida, de normalización del sistema financiero, de cortar la relación con el FMI luego de pagar el saldo adeudado, de una eficiente renegociación de la deuda privada en dólares, de incremento de los salarios reales, de fomento de la producción en general y particularmente la industrial, y de una importante mejora social. Destaca la eliminación de las AFJP y la vuelta a un sistema previsional de reparto. Cabe mencionar también la recuperación de Aerolíneas Argentinas e YPF para el Estado, entre otras empresas; un camino que resultó harto difícil. Además, la economía fue impactada por la crisis financiera internacional desatada en 2008, que fuera comparada con la crisis mundial iniciada en 1930. En este entorno volvieron los intentos de «golpe de mercado», aunque fueron contenidos.

Cavallo. Emblema de la década de los 90 y la crisis de 2001, el creador de la Convertibilidad y el Corralito en un encuentro con empresarios en 1995.

Foto: Archivo Acción

Luego vino una nueva oleada de neoliberalismo, con Mauricio Macri a la cabeza, que deshizo las conquistas obtenidas en el período kirchnerista, inició un brutal proceso de endeudamiento público con el sector privado, otorgando altas ganancias para los capitales especulativos externos. Cuando el modelo se evidenció agotado, estos inversores se retiraron junto con sus dólares, generando una fuerte crisis económica. Se sumó la vuelta al FMI, sin intervención alguna del Congreso, con el mayor préstamo jamás concedido por el organismo a algún país.
Al Gobierno macrista, derrotado en las urnas, le siguió el del Frente de Todos, que tuvo que soportar, además de la crisis recibida, una pandemia y la mayor sequía en décadas; no obstante, se generó una mejora importante de la producción, especialmente la industrial, pero que no pudo revertir la grave reducción del poder de compra de los salarios reales que dejó el Gobierno de Mauricio Macri. Además, tuvo que gestionar el gravísimo endeudamiento dejado por la gestión anterior, con vencimientos de deuda externa imposibles de pagar.

Proyectos antagónicos
El recorrido histórico realizado, con seguridad peca de muchas imperfecciones y olvidos, pues no es fácil resumir 40 años en unas líneas. Pero deja bien en claro las diferencias de los Gobiernos neoliberales respecto a los Gobiernos nacionales y populares. Y lo duro que fue reconstruir la economía en democracia luego de la noche negra de la dictadura.
Pero quedan claros aspectos comunes en cada modelo, indistintamente de la gestión particular de cada presidente o presidenta.

Sequía. El fenómeno climático de 2023, que afectó fuertemente a la economía del país, fue el más importante en décadas.

Foto: NA


En el caso de los Gobiernos neoliberales, los resultados se caracterizaron por la rapidez para deshacer los logros anteriores; la gran caída de los salarios reales y el desmejoramiento social; por la merma de la producción industrial en mayor proporción que el del resto de los sectores productivos. Los ejes de política pasaron por la liberalización total de la economía, con un importante incremento de la dependencia y de la especulación financiera en favor, principalmente, de los inversores externos (devenidos en acreedores). Destacó también la instalación de medidas de las cuales es muy difícil volver atrás (privatizaciones, regreso del FMI) y, fundamentalmente, el fuerte endeudamiento externo impuesto a las sociedades futuras.
En el caso de los resultados de los Gobiernos populares, una de las principales dificultades ha sido deshacer las lesivas medidas de las administraciones anteriores (por ejemplo, a través de la re- estatización de empresas de servicios públicos, del sistema jubilatorio, la normalización del sistema financiero y recuperación de los salarios reales a partir de 2003). Sobresalieron el impulso de políticas que determinaron mejoras en la industria y el surgimiento de nuevos sectores productivos, el reposicionamiento de Argentina con voz propia en el mundo, revalorizando la relación con los Gobiernos populares de Latinoamérica. Cabe mencionar, también, la instalación de una regulación cambiaria para proteger la industria nacional, especialmente a las pymes y desalentar la especulación y la fuga de divisas. En el caso de la deuda externa, estos Gobiernos se caracterizaron por resolver de la mejor manera los «impagables» endeudamientos de gestiones anteriores, y fomentar un endeudamiento público en pesos.
En estos 40 años ha habido grandes logros, pero en un proceso que no ha sido lineal, que ha sido impactado por los continuos cambios de modelo económico y social, que determinaron los avances y retrocesos, no solo de la economía, sino del bienestar de la población. Muchas medidas potencialmente dañinas para nuestro país han podido ser frenadas por la discusión democrática, especialmente desde el Congreso. Aunque no todas.
Estos 40 años nos deben llevar a conservar la memoria, a no echar por la borda todo lo conseguido, para continuar apostando por la democracia, por el respeto de los derechos humanos, incluidos los de las minorías, de bregar por los valores de la solidaridad, de la equidad y de la justicia social, intentando dotarla cada vez más de una mayor participación ciudadana. 

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