15 de noviembre de 2023
El joven tucumano se consagró en Madrid como subcampeón del Mundial de Oratoria. Su trabajo expuso el discurso negacionista y antiderechos de Javier Milei.
Competencia. La investigación fue sobre noticias falsas e Inteligencia Artificial.
Foto: Gentileza Fundación Telefónica/ Autor Javier Arias
«Mi meta era clara: no me interesaba ganar la competencia. Mi mayor premio era lograr dejar expuesto en esa plataforma tan importante cómo Javier Milei revienta cualquier concepto en materia de derechos humanos cada vez que tiene un micrófono enfrente. Y lo logré». Así se expresaba en X (exTwitter) Leandro Rossi, luego de consagrarse subcampeón en el Mundial de Oratoria, celebrado en Madrid en octubre pasado.
Con un discurso contra el negacionismo, el joven tucumano de 22 años que estudia Derecho en la universidad pública de su provincia, se refirió a la situación política de Argentina donde –a 40 años de la vuelta de la democracia– uno de los máximos referentes es el líder de ultraderecha y candidato a presidente.
Desde hace tres años, la Liga Española de Debate Universitario, LEDU, organiza el concurso y propone la temática que los participantes deben investigar para luego desarrollar en solo cinco minutos. En esta edición, de los 400 inscriptos, se seleccionaron 15 y por último quedaron cuatro finalistas –un español, un italiano, una colombiana y él–, quienes debieron centrarse en la Inteligencia Artificial (IA), las noticias falsas y la información.
«Teniendo en cuenta que estamos atravesando un proceso electoral y obviamente las fake news son gran parte de la vida política actual, especialmente en redes como Twitter, me pareció importante usar ese tópico inicial para evidenciar lo que está pasando, sobre todo con grupos negacionistas o ultraderechizados que lo que hacen es justamente usar esas plataformas para expandir discursos de odio», explica Rossi.
Profundizar en el discurso
La primera impresión que tuvo este futuro abogado al llegar a Madrid fue que los españoles están al tanto de lo que sucede en Argentina. «Sabían quién es Milei, pero solo de la manera en que lo muestran los medios: como un loco, un psiquiátrico, una persona que no puede hacerse cargo de un país, esas eran las palabras que me decían. Por eso me pareció interesante intentar profundizar en sus discursos», asegura.
Su propósito, cuenta, siempre fue exponer al libertario, a su compañera de fórmula Victoria Villarruel y a sus militantes porque cree que «no hay partido que en la actualidad represente a las noticias falsas como La Libertad Avanza, donde admitieron que utilizan cuentas para fogonear la situación y cuestionar ciertos temas como el número de desaparecidos». Otro de sus objetivos era que el público español también se sintiera representado, ya que allí está sucediendo algo similar con Vox, el partido que hasta reivindica al dictador Francisco Franco.
En cuanto a su estrategia, tanto para captar la atención del público y del jurado como para mostrar la magnitud del problema, esta consistió en arrancar su alocución con frases de Milei, que niegan el cambio climático y los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura. «Si suena fuerte escuchar decir esto a un joven de 22 años, mucho más fuerte es escucharlo del principal candidato presidencial», explica. Para finalizar, homenajeó a las Abuelas de Plaza de Mayo quienes, a través de la IA, recrean los rostros posibles de los nietos que buscan.
La seducción que generan los discursos de odio en buena parte de los votantes se debe, según Rossi, «a una profunda falta de memoria y a un contexto económico delicado donde cualquier propuesta derechizada o extremista tiene más cabida». «Siento que estos grupos aprovechan esta situación para poner en agenda discusiones que ya teníamos saldadas como si la inflación fuese culpa de una ayuda económica que pueda percibir el familiar de un desaparecido», agrega.
En este sentido, el joven estudiante cree que se llegó a un punto donde se diga lo que se diga, todo está legitimado y lo ejemplifica con tuits que Villarruel publicó los últimos años.
«Son una vergüenza, con un contenido extremadamente violento y aun así hay gente apoyándola. Esto es preocupante porque pareciera que se puede ser abiertamente homofóbico o negacionista y, sin embargo, hay un sector de la población que te sigue sosteniendo. La gravedad del asunto está ahí, porque no hay forma de hacerle entender a esa gente que efectivamente lo que está comunicando es un horror en términos de calidad democrática», afirma.
Educar mejor
A la hora de pensar posibles salidas para estas dinámicas que crecen en violencia de la mano de noticias falsas y del lawfare, Rossi asegura que la única forma es comenzar a informar, a comunicar y a educar mejor. «No puede ser que, a seis años del préstamo con el Fondo Monetario Internacional, haya gente que pareciera que ni se enteró ni de que la toma la hizo Mauricio Macri ni de las implicancias económicas que tiene. Entonces, mientras no saldemos eso, mucho menos vamos a poder saldar que haya gente que, a 40 años de la última dictadura, siga cuestionando si fueron 30.000 los desaparecidos o se plantee que fue una guerra y que hubo excesos», explica.
A partir de su experiencia, también sostiene que es necesario sacar de manera urgente el debate que tiene la juventud en las redes sociales para ponerlo en un lugar mejor posicionado que posibilite una discusión más profunda, más informada y mejor argumentada y permita que se repiensen los términos en los que se hace.
«En Argentina no existe una liga de debate como la española, que está muy presente en todas las universidades del país, donde se tocan temas políticos y de actualidad que obligan a quienes participan, que es la mayoría del alumnado, a involucrarse efectivamente con esas cuestiones y a investigar en profundidad», sostiene Rossi.
Cuando era niño, Leandro, su mamá y sus dos hermanas estuvieron en situación de calle hasta que les otorgaron una de las viviendas del Plan Nacional que impulsó Néstor Kirchner. Desde entonces vive en Tafí Viejo, un pueblo que forma parte del conglomerado de San Miguel de Tucumán. La primaria la hizo en una escuela pública que se construyó, también durante el mismo Gobierno, a dos cuadras de su casa. Y en poco tiempo más, luego de haber cursado toda su carrera en la Universidad Nacional de Tucumán, se convertirá en el primer universitario recibido de su familia. «Tuve una vida que estuvo muy concentrada en políticas públicas, que valoro muchísimo, por eso desde chico milito en cuestiones de derechos humanos, especialmente en defensa de la comunidad LGBT porque soy gay», expresa.
De su paso por esta competencia, le queda el orgullo de haber logrado su objetivo, la alegría de sus seres queridos, el reconocimiento de cientos y el odio de otros. «Mi familia –cuenta–, estaba un poco angustiada porque así como el recibimiento fue muy bueno en redes sociales, también hubo una parte bastante violenta, pero sabíamos que eso podía pasar si el discurso era bueno y tenía repercusión, como le pasa a cualquier persona que se anima a hablar». Por eso, siente que ante tanto odio, cada quien aporta su granito de arena como puede. «Para que el Nunca Más continúe siendo posible», dice.