Informe especial | ENTREVISTA A ADRIANA PUIGGRÓS

«Perdemos soberanía educativa»

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Roxana Russo / Fotos: Horacio Paone

Una de las máximas referentes en la materia reflexiona sobre las políticas de mercado que quieren implementarse en el ámbito pedagógico. El papel vital del Estado.

Doctora en Pedagogía por la Universidad Nacional Autónoma de México, exministra de Educación de la provincia de Buenos Aires, exviceministra de educación nacional, Adriana Puiggrós, una de las máximas referentes del tema en Argentina, reflexiona con Acción acerca de las políticas que favorecen al mercado en detrimento de un derecho adquirido por los argentinos desde fines del siglo XIX.
–¿Qué espera de las políticas educativas de este Gobierno?
–Este es un Gobierno que algunas cosas las tiene muy claras, porque son las ideas que siempre ha tenido la vieja oligarquía transformada ahora a CEOs y asociada a las grandes empresas, pero que fue constante en cuanto a que este debe ser un país agroexportador y no molestar con esto de los pobres. Si uno recorre la historia argentina, se va a encontrar con que es una idea fija, que ahora se expresa amplia y groseramente en lo que pretende hacer Milei.
–Pareciera que con la excusa de modernizar quieren desarticular la intervención del Estado.
–Lo que pasa es que la sociedad es compleja. En la actualidad, con el enorme avance y desarrollo de la tecnología, son múltiples las experiencias que hay en todo el mundo de modernizar el sistema educativo tradicional, y en general con escuela presencial combinada con la remota. Las prácticas exclusivamente online no funcionan bien. Un ejemplo es Texas y el estado de Florida, donde la tendencia al homeschooling evidencia muchos problemas de socialización. Además eso implica que los docentes se transformen en pequeños emprendedores. Es muy complicado. Lo que sí está clarísimo es que donde funcionan bien los cambios es donde el Estado es fuerte. Y aquí, ahora, la idea de este Gobierno es que no haya sistema educativo, así como piensan que no haya Banco Central. Esto es muy importante porque no afecta solo a la educación pública, afecta muchísimo al sector privado.

–¿A las escuelas subvencionadas también?
–Sí. De hecho, se están cerrando escuelas, algunas que son tipo pymes, otras que tienen 40, 50 años. Quiero remarcarlo porque por ejemplo Sadop (el gremio de los docentes privados) está preocupadísimo trabajando con Ctera (Confederación de Trabajadores de la Educación) en función de que no desaparezca el sistema. Sin Estado no hay posibilidades de cambio positivo.
–La tecnología vino a cambiar aspectos estructurales de la educación en el aula, ¿qué tan a punto está el sistema educativo?
–Se ha trabajado bastante en ese aspecto, sobre todo durante la pandemia, pero todavía falta mucho. A raíz de una investigación que estamos haciendo junto con la Escuela de Formación Pedagógica Marina Vilte, de Ctera, he escuchado a docentes de todo el país y nos encontramos con diferencias enormes. Me topé con una docente de una escuela rural de Catamarca que tiene un manejo fantástico, que entiende que la digitalización no es solo manejar una máquina, sino que se trata de la comprensión del mundo. Otros maestros de otras provincias, recuerdo que expresaban que a muchos de sus compañeros no les gusta. En algunos casos está la pizarra electrónica, es muy interesante porque atrae al conjunto. Y en esto es indispensable que los docentes sean formados para que puedan trazar caminos. Porque los alumnos abren sus computadoras en la infinita internet y tienen un mundo. No es la biblioteca de Alejandría… O sí: la biblioteca de Alejandría del siglo XXI.

–Se trata de un cambio sustancial.
–Hay un momento de transición respecto a los sistemas educativos modernos que no es solamente en Argentina, es en el mundo. Ahora, la Argentina toma el peor de los caminos con Milei, el peor de los caminos es el retiro del Estado. Es peligrosísimo. Obviamente esto lleva de inmediato al ranking de escuelas: los que pagan más podrán pagar escuelas con todos los recursos y el que pueda estudiar que estudie. Eso es así para Milei, como para la cabeza de quienes lo apoyan, los ricos de este país, que sabemos quiénes son. Entonces, el que puede se transforma en Galperín de la nada, el que no puede, es por falta de voluntad, de mérito. Son las cosas que la ministra Petovello le dice a quienes reclaman por un plato de comida. O lo que se ha escuchado: comer una vez por día. Eso traducido a la educación es lo que decía Macri: «Tienen que caer en la escuela pública».
–¿La tecnología es uno de los espacios más apetecidos por las empresas transnacionales?
–Claro, por eso insisto en la hegemonía del Estado. Vivimos en el capitalismo y hay un mercado poderosísimo, creo que la tecnología educativa es el cuarto rubro de comercio del mundo, o más arriba. Empresas como Pearson o como Accounting Education están avanzando muchísimo en la venta de tecnología, pero no solamente eso, es un paquete que viene acompañado de la evaluación, combatiendo la institución escuela.
–¿La idea sería «Te capacito como quiero y para aquello que quiero»?
–Son varias ideas, una es simplemente comerciar: puedo vender medicamentos o paquetes de conocimientos. Esto es importante porque se seleccionan los paquetes. Se trata no de formar ciudadanos de una Nación sino de apaciguar personas. Colocarlas en su lugar, cada uno comprará lo que pueda. Por otro lado, hay una anulación de la historia. Se vive el puro presente.
–¿Es la digitalización de la educación?
–Esto en realidad comenzó tomar el criterio de los juegos de los chicos en un marco donde inmediatamente se produce una adicción, esto lo trasladan al desarrollo de un programa educativo, con lo cual el chico queda dentro de un mundo que ellos construyen. Estoy hablando de empresas muy, pero muy poderosas, o sea que no solamente digitalizan sino producen. Yo diría, como dijo Alicia de Alba, una pedagoga mejicana hace como 10, 15 años: «El currículum es un campo de lucha». Creo eso. Por eso debe ser la potencia del Estado quien controle y de las grandes líneas.
–Entonces, viene una empresa y le dice a un Estado: «Yo vendo este programa, con estos contenidos y esta evaluación».
–Eso ocurre. Nosotros le compramos a Pearson la evaluación PISA a través de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos). El programa de evaluación va completamente ligado al cumplimiento de los contenidos. En este caso es PISA, pero hay muchas otras. Son mecanismos de estructurar rankings, de estructurar a la sociedad. Son armas poderosas.
–¿Y por qué Argentina sigue comprando las pruebas PISA?
–No es solo por un problema de criterio. Es la OCDE la que está en el medio, el convenio te obliga a una serie de cosas. No ha habido fuerza de ninguno de los Gobiernos como para decir: «No a PISA».
–Se pierde soberanía educativa.
–Sí, la soberanía educativa la estamos perdiendo. Las grandes empresas entran a cualquier lado, por más barreras que pongas. Lamentablemente son escasas las fronteras del mundo digital. Y tenemos la legislación muy atrasada. La posibilidad de perder soberanía es enorme. La única posibilidad de no perderla –voy a insistir una vez más– es un Estado con justicia social, consciente de que el único punto de apoyo es la soberanía. Hay que cuidar la educación tanto como las Malvinas.
–¿Cómo evalúa la propuesta libertaria de aplicar una evaluación al finalizar el secundario?
–Es un parche, sirve para clasificar a los alumnos. Lo que hay que hacer es transformar la escuela secundaria, hacerla para adolescentes de esta época: presencial, con deportes, con tecnología, con centros de interés, trabajos en grupo. Esas cosas funcionan, están experimentadas. El hecho de poner un parche con un examen al terminar la secundaria depende de cómo ese día estuvo el alumno, como pasa con las pruebas PISA. Va tener un diploma donde va a decir cómo le fue en ese examen y cuando quiera entrar a una universidad o instituto de formación va a entrar con esa nota. Creo que es un paso previo a achicar las universidades –cosa que ya están haciendo– y a poner un examen fuerte de ingreso.

–Varias consultoras adjudicaron el triunfo de Milei a un buen porcentaje de voto joven. De haber sido así, ¿esa batalla la educación la perdió?
–Primero querría ver estadísticas sobre eso, lo pienso mucho, quisiera saber de cuáles sectores. Creo que fue un sector de clase media baja, muchos jóvenes que tienen trabajos completamente eventuales. Sí creo que la educación tuvo una responsabilidad. Sí, lo creo. Hay algo que nosotros, los educadores, no hicimos, me incluyo absolutamente en esto. Fuimos incapaces de criticar, de decir «Ahí viene el mercado, no a la idea del emprendedor individualista», nos pusimos en una postura conservadora del viejo sistema y eso no sirve.
–¿Pudo haber otros factores?
–Lo que pasa es que hay que contemplar una situación como la que atravesó la Argentina especialmente en los últimos años, la pandemia empeoró todo. Yo estuve y estoy a favor de la salud y de la suspensión de las clases. Lo que pasa es que en la suspensión de clases –que no fue tanta como se dijo porque no se tuvo en cuenta el tiempo de clases híbridas– no hubo fuerza, voluntad de poder de parte del Gobierno como para decir: «Bueno, muy bien, en esta situación vamos a hacer tales cambios». Algo faltó.
–Entonces sí debe haber un cambio, pero no como lo propone el Gobierno.
–Es que hay un atraso de la propia pedagogía, no solo en Argentina. Como dije, y lo quiero repetir: casi todos los países están experimentando cómo se hace para pasar del sistema educativo tradicional a un sistema educativo nuevo. Algunos entendiendo que el lugar de apoyo, el cimiento, es la escuela. Hay que partir del sistema educativo y desde ahí construir; otros entrando en el mercado.
–¿Y qué países lo intentaron? ¿Finlandia con el que siempre nos comparan?
–Le es fácil a Finlandia: pocos habitantes (5.578.082), mucha plata y docentes que cobran muchísimo. Hay varios países europeos que lo están intentando, España, por ejemplo.
–¿Cómo?
–Lo principal es el logro de que el punto de partida sea la escuela, no la desescolarización y que desde la escuela se puedan hacer transformaciones, por ejemplo, en la formación de los docentes, en los contenidos, pero fundamentalmente donde el Estado no pierda su principalidad.
–¿Quiere agregar alguna reflexión final?
–Sí, que la historia sigue. No solamente porque hemos pasado períodos malos. Es necesario revisar las experiencias educativas que ha habido. El gobierno kirchnerista, el de Lula, el de López Obrador… han avanzado mucho en educación pública. En educación del ciudadano. No hay que dejarse atrapar –sobre todo los educadores, los alumnos, los jóvenes– por la radicalidad del presente para poder entender que Milei no es un enviado de Dios sino un enviado de los grandes empresarios y que los grandes empresarios tampoco son eternos. Creo que es muy importante que haya espacios educativos donde se produzca socialización.

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