Opinión

Martín Becerra

Doctor en Ciencias de la información

Plataformas y derechos

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Internet no siempre fue así. La emergencia de las plataformas en el marco de la digitalización progresiva de los procesos productivos abre una fase de «plataformización» de las redes y, en general, de la economía. El liderazgo tecnológico en disputa entre Estados Unidos y China produce sacudones en todo el planeta.
Las reglas de juego dirigidas a proteger derechos humanos y civiles como los datos personales, la libertad de expresión, el acceso y la diversidad de los recursos de la cultura y la comunicación, el respeto a los consumidores, la seguridad de las infraestructuras críticas y la competencia en una economía con efectos de red, son desafiados por esta etapa del desarrollo de internet . En todas las latitudes los Estados y la sociedad civil se preguntan cómo regular a las plataformas. Las respuestas asoman parciales, pero conscientes de que es precisa una coordinación global para un objeto que vandaliza las fronteras nacionales.
El problema no tiene resolución simple. La plataformización de internet es relativamente reciente y su programación algorítmica asume características inéditas en las actividades de información y comunicación. Además, el término «plataformas» comprende desde compañías abocadas al intercambio de flujos de comunicaciones y a la comercialización de publicidad digital, como Google o Facebook, o servicios de streaming de entretenimiento como Netflix o Disney+, hasta a empresas de comercio electrónico, de logística, transporte o servicios de alojamiento.
Un puñado de big tech decide, de manera unilateral, cancelar ciertos contenidos y premiar otras expresiones, en algunos casos, radicalizadas (antivacunas, racistas), acumular y procesar datos personales de miles de millones de personas y organizaciones, alterar las coordenadas de la privacidad y copar los segmentos mayorista y minorista de la publicidad y comercialización online de bienes y servicios. La concentración de poder resultante es tan evidente que incluso quienes hasta ayer nomás eludían estos efectos adversos para el interés público que tiene la plataformización de internet y se dedicaban en exclusiva a propagandizar las cualidades innovadoras del ecosistema digital, hoy los reconocen y centran su labor en criticar las opciones regulatorias en danza.
Una cosa es segura: así como hoy internet es distinta a la de hace una década, la garantía y ampliación de derechos humanos y civiles, o su vulneración, serán la guía para evaluar el sentido de la mutación en curso que engendra la internet del futuro.

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