Informe especial | A 5 AÑOS DE LA PANDEMIA

Un mundo con cicatrices

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María José Ralli

La humanidad sigue enfrentando las secuelas de la crisis sanitaria global que se desató en 2019. La situación de Argentina y el riesgo de la aparición de un nuevo virus. Qué dicen los especialistas.

Sobrecarga. Tanto los médicos como los enfermeros sufrieron estrés y agotamiento debido a las prolongadas jornadas laborales.

Foto: NA

El 31 de diciembre de 2019, un comunicado de la Comisión Municipal de Salud de Wuhan sobre casos de «neumonía vírica» llamó la atención de la oficina de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en China. Sin prever la magnitud de lo que se avecinaba, en los meses siguientes el covid-19 se propagó por el mundo, alterando la vida cotidiana y desencadenando una crisis sanitaria global.

La sobrecarga de los sistemas de salud, el agotamiento del personal médico, los confinamientos que marcaron a la sociedad y la falta de preparación ante futuras amenazas epidemiológicas son algunas de las cicatrices que dejó la pandemia. 

Y surge una pregunta inevitable: ¿está el mundo mejor preparado para enfrentar la próxima?

Repasando la línea de tiempo, el 1° de enero de 2020 la OMS activó los sistemas de emergencia y, entre el 9 y el 12 de enero, publicó las primeras directrices para los países. El 3 de marzo se produjo el primer caso importado en la Argentina y el 11 de marzo la palabra «pandemia» comenzó a definir el rumbo de los años siguientes. 


Aciertos y errores
Un lustro después se pueden evaluar aciertos y desaciertos en la gestión global. «El error más grande fue que la OMS no atendió la información de Taiwán, que indicaba que esta enfermedad era similar al SARS-CoV de 2002 y que su transmisión era aérea», explica la médica infectóloga y profesora de la cátedra Infectología de la Facultad Ciencias Médicas de la UNLP, Silvia González Ayala, en diálogo con Acción, y apunta que «la OMS solo reconoció la transmisión por vía respiratoria en julio de 2021». También subraya que «si se hubieran tomado medidas antes, el confinamiento podría haberse evitado».

El infectólogo Tomás Orduna, una de las figuras en la comunicación durante la emergencia, coincide en el diagnóstico y señala: «La OMS tardó demasiado en admitir que el covid-19 se transmitía por el aire; en Asia Oriental se adoptó tempranamente el uso de barbijos, pero en Occidente hubo debates prolongados que retrasaron su aplicación efectiva, facilitando la propagación del virus». 


Los números
Desde el inicio de la pandemia, el covid-19 afectó a 234 países y territorios. Hasta el 10 de noviembre de 2024 se habían confirmado más de 776 millones de casos y más de 7 millones de muertes, según datos de la OMS. Y si bien la mayoría de los países lograron controlar los brotes gracias a la vacunación masiva y las medidas sanitarias, la crisis dejó profundas huellas en la salud, la economía y la vida cotidiana.

Sin dudas, uno de los hitos fue la llegada de la vacuna, que se consolidó como la herramienta clave para contener el virus. Hasta finales de 2023, el 67% de la población mundial había completado su esquema primario de vacunación y un 32% había recibido al menos una dosis de refuerzo. Sin embargo, la desigualdad en su distribución fue evidente: solo el 5% de la población en países de bajos ingresos tuvo acceso a dosis de refuerzo, lo que refleja la brecha entre naciones ricas y en desarrollo.

Crisis mundial. Tedros Ghebreyesus, director General de la OMS, habla de la pandemia en la 73ª Asamblea Mundial de la Salud en mayo de 2020.

Foto: Getty Images

El impacto de la pandemia también se reflejó en la esperanza de vida global. Entre 2019 y 2021, la esperanza de vida al nacer se redujo en 1,8 años, situándose en 71,4, un retroceso comparable al nivel de 2012. La esperanza de vida sana también cayó en 1,5 años, alcanzando los 61,9 años. Las Américas y el sudeste asiático fueron las regiones más afectadas, con una disminución de aproximadamente 3 años en la esperanza de vida; en contraste, la región del Pacífico Occidental registró un impacto mínimo.

«Estudios publicados en The Lancet indican que la expectativa de vida en el país no sufrió la drástica reducción observada en otros lugares», resalta Orduna.


Esquirlas y desafíos
Para González Ayala, «el confinamiento en nuestro país fue muy prolongado y nos marcó a todos, todos tenemos cicatrices y por eso hoy la gente evita hablar del covid-19, hay rechazo a las vacunas y desinterés en realizar diagnósticos». La especialista también habla de las consecuencias que sufrió el personal de salud, donde hubo agotamiento y renuncias masivas. «Muchos se jubilaron en cuanto pudieron; otros dejaron la profesión. Al principio, recibían aplausos, pero después enfrentaron sobrecarga laboral, maltrato y bajos salarios».

Tomás Orduna manifiesta otro punto de vista en relación al aislamiento y subraya que «en Argentina se tomaron decisiones acertadas en el abordaje de la pandemia». En este sentido, recuerda que el gobierno implementó un trabajo en dos etapas: la contingencia y la mitigación. «La primera buscó frenar y retrasar la llegada de la ola de contagios, mientras se fortalecía un sistema de salud deteriorado. Las medidas de cuarentena implementadas a partir del 12 de marzo de 2020 y la cuarentena total del 20 de marzo permitieron ganar tiempo para expandir la capacidad del sistema sanitario y gracias a esto, se logró la incorporación de 4.000 nuevos respiradores y camas de terapia intensiva, así como la creación de espacios de internación intermedia», detalla, y agrega, categórico: «hubo una decisión política sanitaria de proteger a cada uno de los habitantes de este país; no es real que tuvimos la cuarentena más larga del mundo, en absoluto, y tampoco es real que tuvimos más muertes, estuvimos en un lugar intermedio en América, a la par de Canadá en el continente».

«La pandemia dejó en claro que invertir en salud y ciencia no es un gasto, sino una garantía para el futuro de la humanidad», analiza Orduna, y González Ayala subraya la importancia de la cooperación internacional: «Nadie se salva solo; después de la pandemia, se decía que saldríamos mejores, pero tengo mis dudas, me parece que no aprendimos», confiesa. 

En cuanto a los desafíos, Orduna señala al fortalecimiento de los sistemas de salud, que es ante todo «una decisión política, que no depende de voluntad, sino de prioridades». «Invertir en salud no es más complejo que construir armamento, pero requiere un compromiso genuino con el bienestar de la población», dice y advierte sobre el peligro del negacionismo y la mercantilización de la salud: «Hoy observamos una crisis en sistemas sanitarios como el de Estados Unidos y una situación preocupante en Argentina, donde la reducción de presupuestos y el cierre de programas esenciales ponen en riesgo la salud de la población. Tenemos que evitar que la salud se convierta en un negocio en manos de intereses privados, porque debe ser pública y gratuita, garantizando el acceso universal a la atención médica y a los avances científicos».


Futuro imperfecto
Cinco años después, no parece que el mundo esté mejor preparado para una nueva pandemia. 

González Ayala es categórica: «Estamos a las puertas de otra pandemia; la situación es preocupante, pero nadie parece prestar atención», dice, y se refiere al comportamiento del virus de influenza aviar H5 «que desde 2023 ha sido alarmante y ahora, nuevamente, se han detectado casos en aves en nuestro país, específicamente en la provincia de Chaco, y esto ocurre después de la catástrofe que afectó a todo el litoral atlántico el año pasado». La especialista advierte que «este virus de influenza aviar debe ser monitoreado de cerca». 

Además, adelanta que en marzo se reunirá el Comité Internacional para definir la composición de la vacuna antigripal para el hemisferio norte. «Esto genera aún más preocupación, especialmente considerando la retirada de Estados Unidos y nuestro país de la Organización Mundial de la Salud», dice González Ayala y señala que «los centros colaboradores de influenza podrían enfrentar dificultades para proporcionar sus datos, lo que afectaría la vigilancia y el monitoreo global del virus».

La inversión en salud y ciencia sin dudas es más necesaria que nunca.

La lección del covid-19 es clara: la próxima pandemia no es una cuestión de «si» sucederá, sino de «cuándo». La clave estará en la preparación, la colaboración y la decisión política de priorizar la salud pública sobre otros intereses.

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