Informe especial | ENTREVISTA A FLAVIA TERIGI

¿Un país sin ciencia?

Tiempo de lectura: ...
Osvaldo Aguirre

«No hay futuro universitario si las condiciones financieras actuales se reproducen», dice la rectora de la Universidad de General Sarmiento. Recortes y ataques del Gobierno nacional.

Foto: Pablo Cittadini Prensa UNGS

Flavia Terigi participa en una entrega de diplomas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, donde es profesora, y el acto académico no puede ser ajeno a la actualidad. La rectora de la Universidad Nacional de General Sarmiento expone ante los egresados que cada profesor crea el conocimiento que enseña y «sin producción de conocimiento la enseñanza se deteriora». El planteo evoca la situación de las universidades ante el ataque del Gobierno nacional a su funcionamiento y a la investigación científica, y también una preocupación que expresó la tercera marcha federal universitaria el 17 de septiembre, cuando la Cámara de Diputados de la Nación rechazó el veto del presidente Javier Milei a la ley de financiamiento universitario.

Terigi es licenciada en Ciencias de la Educación (UBA), magíster en Ciencias Sociales con Orientación en Educación (Flacso) y se doctoró en Psicología en la Universidad Autónoma de Madrid. En 2022 fue elegida rectora de la UNGS. «Formar un investigador lleva tiempo –dice–. Cuando se interrumpe ese proceso sucede lo que pasa hoy: durante un par de años quedan becarios, programas en ejecución y concursos por convocar; pero se pierde la dinámica de renovación, y costará rearmar el sistema».

–A fines de agosto hubo un plenario del Consejo Interuniversitario Nacional, el organismo que reúne a rectoras y rectoras de universidades públicas, en Rosario. ¿Qué debatieron?
–El CIN llega a los plenarios a partir del trabajo de comisiones. El tema presupuestario venía bajo análisis en la Comisión de Asuntos Económicos, donde participan los secretarios de administración o sus equivalentes de todas las universidades. Lo habitual en la historia de la política universitaria era que el Consejo Interuniversitario le presentaba al Poder Ejecutivo los requerimientos para sostener el funcionamiento de las universidades; había mesas de conversaciones, se ajustaba algún número, se redefinía alguna prioridad, pero esa propuesta se integraba al Presupuesto nacional. Con el Gobierno actual no hay presupuesto por dos años seguidos, ni convocatoria al Consejo para discutir la cuestión. En el plenario se discutió y se votó el proyecto que el CIN le envió al Poder Ejecutivo. Días después el presidente anunció en conferencia de prensa el proyecto de Presupuesto y la diferencia es fenomenal: el CIN presupuestó 7,4 billones de pesos y el Poder Ejecutivo nacional propone 4,8 billones. Esta cifra sale de lo ejecutado en lo que va de 2025 proyectado hasta fin de año; pero no es ningún aumento y tampoco ninguna recuperación de lo que se perdió en los dos años que llevamos sin presupuesto. Se congela así el presupuesto universitario en sus peores niveles históricos. En el plenario de rectores también se aprobó la consigna que ya parece vieja: si hay veto, hay marcha.

–¿Qué contempla el presupuesto que elaboró el CIN?
–Contempla la recuperación del salario y del valor de las becas, la recomposición del programa de infraestructura y el restablecimiento de los gastos vinculados con ciencia y tecnología. Estamos en un punto muy crítico porque la investigación no se solventaba con los gastos de funcionamiento sino con la partida destinada a fortalecimiento de la ciencia y la tecnología de la Subsecretaría de Políticas Universitarias –este año es el 16% en términos de valor real de lo que era en 2023– y con las partidas del Ministerio de Ciencia y Tecnología, que además de ser degradado en su categoría ha dejado de ejecutar los programas de apoyo. Solo hay recursos para la docencia con la mengua salarial que provoca el pluriempleo de muchos docentes y no docentes universitarios, el abandono de los cargos por renuncias o pedidos de licencia, los concursos desiertos porque los docentes deciden no presentarse ante la falta de expectativas. La política del Gobierno nacional para las universidades es el desfinanciamiento, no hay otra.

–¿Cómo se explica esa política del Gobierno nacional?
–Hay un desacuerdo sobre el papel global del Estado en relación con Gobiernos anteriores. El gasto público ha sido ajustado en aspectos del Estado que en Argentina se tenían en alto valor, por ejemplo la obligación respecto del sistema previsional. El vicerrector de mi universidad (Germán Pinazo) dice que «no hay plata» significa para el Gobierno nacional que «no debería haber plata» para estas cosas. El problema con las universidades, en particular, es que somos una usina de pensamiento crítico, instituciones que tenemos cierta capacidad para hacer afirmaciones, respetuosamente, con argumentos, datos y estudios. Cuando una universidad como la mía desarrolla investigaciones sobre los efectos de determinados fertilizantes en la contaminación de los suelos que se utilizan para la agricultura periurbana, discute un modelo de explotación del suelo y lo hace con herramientas que proporciona la investigación científica. El problema con las universidades es que somos plurales, somos diversas, estamos gobernadas por rectores y rectoras de muy distintas extracciones políticas y sin embargo tenemos un respeto mutuo acerca del trabajo que realizamos. Eso es contracultural para un Gobierno que no valora el conocimiento científico; atacan particularmente a las ciencias sociales en el discurso, pero el desfinanciamiento es total, lo que hay es un rechazo frontal a la investigación científica.

–Voceros neoliberales dicen que las universidades deberían formar personal para el mercado. ¿Esas declaraciones se corresponden con un proyecto, son atendibles en algún aspecto?
–La gente que trabaja en las empresas argentinas –los ingenieros, los contadores, los administradores de recursos y podría seguir– se han formado en la universidad. Somos parte de un entramado de instituciones proveedoras de recursos muy formados al sistema productivo. El asunto es que ese discurso se utiliza para desautorizar la otra investigación. Si solo hay que proveer recursos humanos, me pregunto quién va a atender los hospitales, quién va a enseñar en las escuelas, quién va a defender a las personas ante un problema legal, quién va a desarrollar la infraestructura que el país necesita para crecer.

–¿Teníamos una buena universidad y la estamos perdiendo?
–Lo que teníamos era un sistema universitario robusto, en crecimiento, con cosas para mejorar. Debemos mejorar la relación entre nuestra cantidad de ingresantes y de egresados, la orientación respecto de las carreras para que el fenómeno de cambio de carreras no se produzca por falta de información, hacer que la duración teórica de las carreras se parezca más a la duración real. También tenemos que mejorar en muchos aspectos de la formación. Éramos una universidad con un importante desarrollo de la investigación, lo que se está deteriorando; éramos un sistema con publicidad de sus datos, y ha sido atacado simbólicamente por el Gobierno sobre la base de denuncias infundadas. El ataque al valor simbólico de la universidad no hizo mella en la opinión pública sobre la universidad, pero es muy desmoralizador para el trabajo interno.

–¿Cómo ve a la universidad argentina del futuro?
–La universidad del futuro es una universidad con más incorporación de tecnología que la actual, con mejores relaciones entre la propuesta de formación y la tasa de egresos; una universidad con titulaciones intermedias, de manera que se puedan acreditar trayectos que tengan valor en las instituciones o en el mercado. Habrá que discutir qué podríamos promover de cada universidad para el conjunto. Cada universidad tiene algo que la hace singular, y del aprendizaje de cada innovación podemos sacar, dentro de la autonomía que nos cabe, ideas para el futuro. El Consejo Social de mi universidad, un ámbito donde las organizaciones del territorio se reúnen periódicamente para evaluar la marcha de la universidad y escuchar demandas, es por ejemplo un organismo muy dinamizante de propuestas. Pero no hay futuro universitario si las condiciones financieras actuales se reproducen, porque el corazón de la vida universitaria no es solamente la formación, sino también la investigación, el desarrollo tecnológico, la acción cultural. En estas condiciones el futuro está en riesgo.

Estás leyendo:

Informe especial ENTREVISTA A FLAVIA TERIGI

¿Un país sin ciencia?