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Rosatti y el poder de la Corte de Justicia

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El presidente de la Corte Suprema, Horacio Rosatti, no ocultó en la cena anual de la Asociación de Magistrados que su proyecto consiste en construir «un Poder Judicial fuerte y una Corte fuerte» y manifestó que los integrantes de ese organismo «no se cuecen al primer hervor». Poco antes, con dos decisiones de peso político que se pueden leer como un desafío al poder político, dejó firme la condena a 13 años de prisión por asociación ilícita contra la dirigente social jujeña Milagro Sala y dispuso tomar juramento a los diputados Vanesa Siley y Rodolfo Tailhade –del Frente de Todos–, Álvaro González –del PRO– y Roxana Reyes –de la Unión Cívica Radical (UCR) para ocupar los cargos correspondientes a la Cámara baja en el Consejo de la Magistratura. El fallo contra la lideresa de la Tupac fue por unanimidad y consistió en descartar todos los argumentos de su defensa y sostener que los hechos por los que fue condenada fueron «suficientemente determinados por los jueces de la causa por medio de las declaraciones de quienes se tuvo por probado fueron sus víctimas, la de otros testigos y por prueba documental». En el caso de los consejeros, el juez Ricardo Lorenzetti no firmó porque rechaza la resurrección de una ley que había sido derogada por el Congreso en 2006. Los otros tres cortesanos obviaron con esta medida que la titular de Diputados, Cecilia Moreau, había notificado a la Corte que la designación quedaba sin efecto tras un fallo del juez Martín Cormick contra el nombramiento de Reyes. Aún no hay decisión sobre los representantes del Senado. Rosatti no habló en la cena sobre el escándalo de los viajes a Lago Escondido.

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