21 de junio de 2023

Suiza es el primer país en aprobar el Impuesto Mínimo Global del 15% a las Ganancias, que implica que cuando una filial de una multinacional suiza pague una tasa efectiva menor al 15% en el país fuente, Suiza le cobrará la diferencia hasta llegar a ese porcentaje. Además, las protege con secreto bancario. Sus prácticas de «erosión de la base imponible y traslado de beneficios», tal como las denomina la OCDE, fuerzan a una caída de las tasas impositivas en otras naciones del globo que compiten por captar esas inversiones, algo que el Impuesto Mínimo Global busca desalentar. Que Suiza haya sido el primer país europeo en implementar este impuesto resulta paradójico. Al establecer una tasa global mínima del 15% dondequiera que operen las multinacionales, y forzarlas a pagar un diferencial al país sede, se beneficia a las naciones centrales con políticas fiscales más permisivas –como Suiza− ya que aumentarán su recaudación sin perder competitividad, dado que el resto de los países de la OCDE también implementará la medida. En esta discusión, Argentina y otros países en desarrollo defendieron la propuesta de que el diferencial impositivo se repartiera equitativamente, pero no prosperó.